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Trump cobra su precio por el ataque a Irán: alto el fuego en Gaza

6 de julio de 2025
Trump ofrece mediar entre Israel y Turquía

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se reúne con el primer ministro Benjamin Netanyahu en el Despacho Oval de la Casa Blanca en Washington, DC, el 7 de abril de 2025. (SAUL LOEB / AFP)

La revancha será el sentimiento predominante en la mente de Donald Trump cuando reciba al primer ministro israelí en Washington esta semana. A cambio de proporcionar un apoyo militar crucial para el asalto de Israel al programa nuclear de Irán, Trump esperará que Benjamin Netanyahu respalde sin reservas su plan de alto el fuego para Gaza.

Es posible que el ejército israelí haya llevado a cabo una operación sumamente precisa para destruir y degradar las instalaciones nucleares clave de Irán, además de eliminar a varios científicos nucleares de alto rango y comandantes del establishment de inteligencia y seguridad del régimen.

Sin embargo, ni siquiera los israelíes lograron reunir la potencia de fuego necesaria para neutralizar dos de los objetivos nucleares más importantes de Irán: las instalaciones subterráneas de enriquecimiento en Natanz y Fordow. Por ello, la decisión de Trump de autorizar ataques aéreos estadounidenses contra estos complejos fuertemente fortificados, mediante el uso de catorce penetradores de ordenanza masiva (MOP) de 30,000 libras para destruir las instalaciones, representó un refuerzo decisivo para la ofensiva israelí.

Aunque aún no se ha determinado con certeza cuánto daño causaron los estadounidenses al programa nuclear de Irán —ya existen indicios de que Irán ha reanudado el trabajo de enriquecimiento de uranio—, Trump está convencido de que su contribución militar permitió a Israel alcanzar los objetivos de la Operación León Ascendente, el nombre en clave para el ataque contra Irán.

Después de imponer un alto el fuego entre Teherán y Jerusalén, Trump ha dirigido ahora su atención a Gaza. Este es, en definitiva, un presidente que busca obtener el Premio Nobel de la Paz. Terminar la guerra en Gaza, junto con resolver la guerra en Ucrania, han constituido dos de los principales objetivos de política exterior de Trump desde su regreso a la Casa Blanca.

Mientras sus esfuerzos en Ucrania han resultado infructuosos por la falta de interés de Putin en un alto el fuego, la Casa Blanca ha logrado cierto avance en Gaza, donde a principios de este año se alcanzó una pausa temporal en los combates. Los elementos más relevantes de ese acuerdo incluyeron el intercambio de rehenes israelíes por terroristas palestinos presos y la provisión de ayuda humanitaria para la población civil de Gaza, gravemente afectada.

El alto el fuego concluyó a finales de marzo en medio de acusaciones mutuas, lo que llevó a Israel a retomar su ofensiva militar contra los terroristas de Hamás.

Confiado tras su intervención militar conjunta con Israel contra Irán, Trump considera que este es el momento adecuado para negociar un nuevo acuerdo de alto el fuego, basado en términos similares a los del acuerdo alcanzado a principios de este año. A cambio de la liberación escalonada de rehenes israelíes —tanto vivos como muertos—, cientos de terroristas palestinos presos quedarían en libertad, se reanudaría la distribución de ayuda y se contempla que Israel inicie una retirada por fases del territorio ocupado en el enclave.

Aunque es probable que Netanyahu acepte la fórmula de intercambio de rehenes por prisioneros y la flexibilización de las restricciones a la ayuda, será más reticente ante cualquier propuesta de retirada militar de Gaza mientras permanezca operativa cualquier estructura de Hamás.

Por ese motivo, aunque Trump ha intentado anticipar el resultado de su reunión con Netanyahu al declarar que Israel ya ha aceptado las condiciones necesarias para finalizar un alto el fuego de 60 días, en la Casa Blanca persisten las dudas sobre si el primer ministro israelí estará dispuesto a asumir un compromiso de retirada militar mientras Hamás mantenga presencia activa en Gaza. Este fue el objetivo militar declarado de Israel tras los ataques del 7 de octubre de 2023, y continúa siéndolo hasta la actualidad.

Aunque Estados Unidos e Israel han mantenido una cooperación efectiva contra la infraestructura nuclear de Irán, a nivel personal persisten tensiones entre Trump y Netanyahu, cuya relación no siempre ha sido estable. Trump ha acusado en privado a Netanyahu de mostrar ingratitud por el respaldo recibido desde Washington, especialmente tras el papel que desempeñó durante su primer mandato en la negociación de los Acuerdos de Abraham, que resultaron en la normalización de relaciones entre varios estados árabes e Israel.

Estas tensiones se manifestaron públicamente cuando Trump acusó tanto a Israel como a Irán de incumplir los términos del alto el fuego que él había negociado al finalizar la guerra con Irán en junio, y declaró que “no tienen ni idea de qué demonios están haciendo”. El uso de lenguaje ofensivo para calificar la conducta de Irán no representa un cambio en Trump —ya utilizó la palabra “maldito” para referirse a Irán en 2020—. Sin embargo, aplicarla a un país considerado uno de los principales aliados de Washington evidenció que incluso Netanyahu puede convertirse en blanco de los arrebatos verbales de Trump.

El riesgo de provocar una reacción negativa por parte de Trump será, por tanto, una de las principales consideraciones de Netanyahu durante su visita a Washington, junto con su intención de lograr la eliminación completa de Hamás en Gaza.

Una consecuencia directa del ataque militar conjunto de Estados Unidos e Israel contra Irán es que Teherán ya no dispone de la capacidad para sostener las actividades armadas de Hamás, lo que ha dejado a la organización en su situación más precaria desde los ataques del 7 de octubre.

Con Hamás debilitado, Netanyahu continuará su estrategia para eliminar de forma definitiva a la organización, incluso si eso implica generar tensiones con su interlocutor en la Casa Blanca.

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