El rápido éxito de la popular serie surcoreana de Netflix “El Juego del Calamar” ha llamado la atención de los medios de comunicación estatales de Corea del Norte, que han respondido publicando un artículo en el que critican la serie en el sitio de propaganda Arirang Meari.
Según el artículo, la serie ofrece un comentario sobre la vida en Corea del Sur, revelando que está “infestada por las reglas de la supervivencia del más fuerte, la corrupción y la inmoralidad”.
La serie de nueve capítulos muestra a más de cuatrocientos concursantes, entre ellos un desertor norcoreano, jugando a una serie de juegos infantiles. Los ganadores de los juegos recibirán un premio de 45.000 millones de won surcoreanos, unos 40 millones de dólares. Los perdedores de cada ronda, sin embargo, son ejecutados.
Arirang Meari describió esta premisa como una “situación brutal en la que se destruye a la humanidad”, sugiriendo que era paralela a la sociedad surcoreana.
Dejando a un lado la percepción de los norcoreanos, “El Juego del Calamar” se ha convertido en un éxito masivo en todo el mundo, convirtiéndose rápidamente en la serie más popular de Netflix. Tuvo un éxito similar en Corea del Sur, aunque luego se comentaron los problemas reales de la sociedad que el programa identificaba, como la dificultad para escapar de las deudas personales.
A medida que Corea del Sur se ha ido convirtiendo en un centro cultural mundial, Corea del Norte ha criticado regularmente su cultura, calificándola de superficial y decadente y comparándola desfavorablemente con la imagen que cultiva de sí misma como un paraíso igualitario, aunque esa imagen se parezca poco a la realidad.
Inusualmente, la película surcoreana de comedia negra Parasite, que se convirtió en la primera película no inglesa en ganar el Premio de la Academia a la Mejor Película, recibió críticas favorables de algunos medios de propaganda norcoreanos. Esa película, que muestra a una familia pobre que ocupa de forma poco ética puestos en la casa de una familia rica, fue citada en la propaganda como un retrato fiel de la injusta dinámica social de Corea del Sur.
Otras exportaciones culturales surcoreanas se ven con menos buenos ojos. El líder supremo Kim Jong-un ha descrito la música K-pop como un “cáncer vicioso” y la ha prohibido en el país, según la Agencia Central de Noticias de Corea. Asimismo, el periódico estatal Rodong Sinmun advirtió a los jóvenes norcoreanos que adoptar modas y argot de Corea del Sur era “peligroso” y no se permitiría.
Una ley aprobada en diciembre de 2020 permite encarcelar durante quince años a quien sea sorprendido accediendo a espectáculos surcoreanos, y permite la pena de muerte para quienes sean sorprendidos distribuyéndolos.