Dos cohetes disparados desde el centro de Gaza impactaron el sur de Israel, según reportó el ejército. Uno fue interceptado por defensas aéreas y el otro alcanzó la zona de Zimrat. Las sirenas de alerta se activaron en varias localidades cercanas a la frontera, como Alumim, Zimrat, Shuva, Kfar Maimon y Tushia.
Una semana antes, el 21 de marzo, las fuerzas israelíes detuvieron en el aire dos cohetes dirigidos hacia Ashkelon. El sistema Cúpula de Hierro impidió que causaran daños o víctimas, según confirmaron las autoridades militares.
El día anterior, Hamás lanzó tres cohetes contra Tel Aviv. Solo uno fue interceptado. Los otros dos explotaron en zonas despobladas, según informes de medios locales y publicaciones en redes sociales.
Estos ataques coinciden con la reanudación de la ofensiva israelí sobre Gaza, tras la ruptura de un alto el fuego que había durado dos meses. La reactivación de los combates responde a la negativa de Hamás de liberar a 59 rehenes, entre los cuales se estima que solo 24 siguen con vida. La falta de avances en las negociaciones ha frustrado los esfuerzos de Egipto y Estados Unidos por lograr una tregua duradera.
El pasado jueves, las alarmas volvieron a activarse en Tel Aviv por primera vez desde el reinicio de la guerra. Las Brigadas Al-Qassam, brazo armado de Hamás, reivindicaron el ataque como represalia por los bombardeos israelíes contra civiles. Aunque el gesto buscó mostrar resistencia, la débil respuesta evidenció la pérdida de poder militar de la organización.
Desde el inicio de la guerra, la capacidad ofensiva de Hamás ha disminuido drásticamente. Tras el ataque del 7 de octubre de 2023, Israel estimó que Hamás y otros grupos aliados disponían de unos 30,000 proyectiles. Esa cifra incluía cohetes improvisados Qassam, modelos Grad y versiones Fajr-5 de fabricación iraní, capaces de alcanzar ciudades como Tel Aviv.

Durante el primer mes de guerra, el ritmo de disparos fue intenso: más de 9,000 cohetes lanzados, con picos de hasta 1,800 por semana. En 2025, esa frecuencia cayó de forma abrupta. Informes anteriores ya señalaban un 12% de fallos, con proyectiles que caían dentro de Gaza. Hoy, las fuerzas israelíes aseguran que Hamás ha perdido más del 80% de su arsenal, destruido en bombardeos y operaciones terrestres.
Los ataques más recientes reflejan ese deterioro. La cantidad de cohetes lanzados, su alcance y su precisión han disminuido. Esto apunta tanto a un intento de conservar recursos como a una incapacidad de reabastecimiento bajo el asedio israelí.
La ofensiva israelí se reactivó luego del estancamiento de las negociaciones para extender la tregua iniciada en enero. En esa etapa inicial, se intercambiaron 33 rehenes por 2,000 presos palestinos. Pero Hamás exigió la retirada total de las tropas israelíes para liberar a más secuestrados, condición rechazada por el gobierno de Netanyahu. En respuesta, Israel impuso un bloqueo total a los suministros básicos desde principios de marzo.
El 18 de marzo, un bombardeo aéreo israelí causó más de 400 muertes en Gaza, según el Ministerio de Salud del enclave. Poco después, tropas israelíes ingresaron por los corredores de Netzarim y Beit Lahia. Hamás denunció esa acción como una “sentencia de muerte” para los rehenes. Mientras tanto, en Tel Aviv, familiares de los secuestrados se manifestaron contra el gobierno por prolongar la guerra a costa de sus vidas.
Israel refuerza ataques y plantea anexión si Hamás no libera rehenes
Tras el colapso de las negociaciones, el gobierno israelí reafirmó su objetivo de eliminar a Hamás tanto militar como políticamente. El primer ministro Benjamin Netanyahu declaró el 18 de marzo que los recientes bombardeos solo marcan el comienzo de una ofensiva total. Aseguró que no habrá alto el fuego hasta destruir a Hamás y recuperar a los rehenes. La presidencia de Donald Trump respaldó por completo esta postura, según NBC News, a través de su portavoz Karoline Leavitt.

El ejército intensificó sus operaciones, eliminando a altos mandos de Hamás como Rashid Jahjuh y Ayman Atsalih el 20 de marzo. Paralelamente, avanzó sobre el Corredor Netzarim para consolidar el control del territorio y dividir la Franja, debilitando la movilidad y coordinación de los combatientes palestinos.
El ministro de Defensa, Israel Katz, envió un mensaje directo a la población gazatí. El 20 de marzo, en un video citado por NPR e Israel National News, advirtió que si los rehenes no son liberados, Israel tomará zonas de Gaza para convertirlas en áreas de seguridad bajo control permanente. Afirmó que lo que vendrá será aún más severo y que los civiles “cargarán con todas las consecuencias”.
Esa advertencia, que incluye anexión territorial y desplazamiento de población, fue interpretada como un ultimátum. El mensaje busca presionar a Hamás a rendirse o asumir una ocupación prolongada. En medio del fuego cruzado y la intensificación de los ataques, la guerra entra en una etapa crítica. Aunque debilitado, Hamás intenta sostener su presencia mediante acciones simbólicas como los recientes lanzamientos sobre Ashkelon y Tel Aviv.
Israel destruye más de 100 camionetas Toyota usadas por fuerzas de Hamás
El 24 de marzo, las Fuerzas de Defensa de Israel realizaron bombardeos selectivos contra más de cien camionetas Toyota en Gaza. Según fuentes oficiales, estos vehículos eran utilizados por miembros de Hamás, en especial por las fuerzas Nujba, como parte de sus operaciones terroristas.

La ofensiva se produjo tras la reaparición pública de estas camionetas durante una pausa temporal en los combates. Las autoridades israelíes interpretaron su despliegue como una provocación directa, lo que detonó una nueva serie de ataques aéreos.
Además de su valor táctico, el operativo tiene una dimensión simbólica. Las camionetas Toyota han sido repetidamente asociadas con ataques de Hamás, por lo que su destrucción también pretende socavar la narrativa propagandística del grupo.
Durante el ataque del 7 de octubre de 2023, conocido como “Operación Inundación de Al-Aqsa”, Hamás empleó estos vehículos para irrumpir en Israel. La ofensiva, realizada junto a la Yihad Islámica Palestina, dejó 1,195 muertos y 251 secuestrados. Las camionetas facilitaron la irrupción en kibutzim como Beeri y Kfar Aza, y en el festival de música de Reim, donde asesinaron a 364 personas.
Junto a las Toyota, los terroristas usaron motocicletas, lanchas rápidas y parapentes motorizados para ejecutar un asalto coordinado que sorprendió al sistema de defensa israelí. Videos del ataque mostraron a los atacantes moviéndose en estas camionetas mientras cometían asesinatos.
Uno de los registros más impactantes fue la imagen de Shani Louk, rehén alemana-israelí, semidesnuda en la caja de una Toyota. Esa imagen reforzó la asociación entre estos vehículos y las masacres del 7 de octubre.
Tras el inicio de la guerra, las Toyota siguieron desempeñando un papel clave en las acciones de Hamás. Durante los intercambios de rehenes facilitados por Egipto y Qatar, el grupo las empleó para trasladar cautivos hasta los puntos de entrega.
En la tregua de noviembre de 2023, cuando se liberaron 105 rehenes a cambio de 240 presos palestinos, los vehículos aparecieron en múltiples transmisiones. También se usaron en enero de 2025 para liberar a otros 33 rehenes.
Entre los liberados en esas operaciones se encuentran Yarden Bibas y Noa Argamani. La presencia de las Toyota en estos procesos fue usada por Hamás para proyectar una imagen de control territorial ante la comunidad internacional.
Los cautivos liberados denunciaron condiciones de detención extremas. Informes médicos confirmaron casos de desnutrición severa, con pérdidas de entre 8 y 15 kilos, en contraste con la imagen de normalidad que Hamás trató de difundir mediante los videos de entrega.