Washington ha redoblado su presión sobre El Cairo con una “oferta final” presentada el sábado 22 de marzo de 2025, instando al gobierno egipcio a recibir entre 500,000 y 700,000 refugiados de Gaza. A cambio, se propone una inyección multimillonaria de ayuda para estabilizar la economía egipcia, según reportó Al-Araby Al-Jadeed. La propuesta fue transmitida por el presidente de Emiratos Árabes Unidos, Mohammed bin Zayed Al Nahyan, en una reunión con su homólogo egipcio, Abdel Fattah El-Sisi.
El plan incluye incentivos económicos sustanciales, pero también una advertencia: si Egipto lo rechaza, los fondos serán redirigidos a otro país que acepte la reubicación, y El Cairo podría perder los 1,300 millones de dólares anuales en asistencia militar que actualmente recibe de EE. UU., según cifras del Departamento de Estado citadas por Reuters. Esta maniobra se enmarca en la estrategia de Donald Trump, quien desde enero de 2025 impulsa la redistribución de la población gazatí, una iniciativa que ha provocado reacciones divididas a nivel internacional.
Trump presentó esta idea poco después de iniciar su segundo mandato el 20 de enero de 2025. Durante un vuelo en el Air Force One el 25 de enero, sugirió que Egipto y Jordania deberían absorber a los residentes de Gaza para “limpiar” el territorio, devastado tras 15 meses de guerra entre Israel y Hamás, según CNN. En una conferencia de prensa el 4 de febrero, junto al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, planteó una visión más amplia: EE. UU. tomaría el control de Gaza, desplazaría a sus 2.2 millones de habitantes y la reconstruiría como la “Riviera del Medio Oriente”, argumentando que sería una oportunidad para el desarrollo económico (The New York Times).
Lejos de modificar su postura, la Casa Blanca aclaró el 5 de febrero que no planea una ocupación militar estadounidense ni financiar la reconstrucción con fondos públicos, sino coordinar la ejecución con aliados regionales, según The Washington Post. Sin embargo, Trump reafirmó el 6 de marzo en Fox News que “todos” los gazatíes deben salir del enclave, aunque su portavoz Karoline Leavitt matizó que la reubicación sería “temporal”, sin convencer a críticos ni aliados.
Israel se ha posicionado como el principal respaldo de la iniciativa. Netanyahu elogió la propuesta tras su encuentro con Trump el 4 de febrero, describiéndola como una alternativa para garantizar que “Gaza no vuelva a ser una amenaza”, según CBS News. El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, ordenó a las FDI el 6 de febrero diseñar un plan que facilite la salida voluntaria de gazatíes a cualquier destino que los acepte, mediante rutas terrestres, marítimas y aéreas (Israel Hayom). Figuras de la derecha israelí, como el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, han calificado el proyecto como “la respuesta real al 7 de octubre”, alineándose con la visión de Trump de una Gaza sin Hamás ni una población que pueda respaldarlo, según la BBC.
El rechazo internacional ha sido contundente. Egipto y Jordania, principales países señalados, han descartado la propuesta desde el inicio. El rey Abdullah II de Jordania advirtió el 26 de enero que la reubicación es una “línea roja” y reafirmó su postura tras reunirse con Trump el 11 de febrero, alertando que desestabilizaría a su nación, donde ya residen más de 2 millones de refugiados palestinos, según AP News. El-Sisi insistió el 29 de enero en que la solución debe ser la creación de un Estado palestino y no el desplazamiento de su población, reiterándolo tras recibir la “oferta final” de EE. UU., de acuerdo con Al-Araby Al-Jadeed.
El rechazo se ha extendido a otras naciones árabes. Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Qatar emitieron una declaración conjunta el 1 de febrero desde El Cairo, insistiendo en la necesidad de una solución de dos Estados y denunciando la estrategia de Trump como una amenaza para la estabilidad regional (Newsweek). La Unión Europea también condenó la iniciativa, con Francia y Alemania calificándola como una violación del derecho internacional, mientras el secretario general de la ONU, António Guterres, alertó sobre el peligro de una “limpieza étnica”, según Reuters.
Frente a la presión estadounidense, Egipto presentó una contraoferta árabe en la Cumbre de El Cairo del 4 de marzo, un plan de 53,000 millones de dólares para la reconstrucción de Gaza sin expulsar a sus habitantes, según un borrador obtenido por AP News. La propuesta, respaldada por Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Árabes Unidos, contempla alojar a los gazatíes en siete sectores temporales dentro del enclave mientras se rehabilita la infraestructura hasta 2030, con apoyo de la ONU y sin participación de Hamás (PBS News).
La administración Trump no ha aceptado esta alternativa. El 5 de marzo, el secretario de Estado Marco Rubio calificó el plan árabe como “insuficiente” y reafirmó que EE. UU. liderará la solución. “Si tienen una idea mejor, que la presenten, pero hasta ahora solo Trump ha ofrecido una visión concreta”, declaró a CBS News. Netanyahu también rechazó la propuesta el 6 de marzo, insistiendo en la necesidad de erradicar a Hamás de cualquier escenario futuro en Gaza (The Times of Israel).
Trump no ha dado señales de ceder. El 18 de marzo, tras la reanudación de los combates en Gaza por el colapso de la tregua, declaró en Fox Business que Egipto y Jordania “eventualmente abrirán sus corazones” y aceptarán la reubicación, asegurando que su plan transformará Gaza en un “lugar magnífico” (Reuters). Su postura se ha reforzado con advertencias más amplias en la región, incluida su amenaza del 6 de marzo a Irán de “aniquilación” si no negocia su programa nuclear (France24). Mientras Israel mantiene el bloqueo de ayuda a Gaza para presionar a Hamás en la liberación de los 59 rehenes restantes (Ynet), la “oferta final” a Egipto refuerza la determinación de Trump de imponer su estrategia, respaldada por Israel, frente a un bloque árabe que, aunque unido en su rechazo, enfrenta el riesgo de perder el respaldo económico y político de Washington en un momento crítico.