Tres cohetes lanzados desde Sufa y Holit por el grupo terrorista Hamás fueron interceptados esta mañana por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) antes de alcanzar Nir Yitzhak, una comunidad fronteriza del sur. El sistema Cúpula de Hierro detuvo los proyectiles en pleno vuelo. Ningún impacto se registró en suelo israelí, y las alertas se limitaron a áreas despobladas. Las FDI informaron que no hubo heridos ni daños materiales.
Hamás asumió la autoría del ataque mediante un comunicado difundido en redes sociales. Las Brigadas Izz ad-Din al-Qassam, su brazo armado, declararon que la ofensiva respondía a las “agresiones del régimen sionista”. Las FDI afirmaron que la vida cotidiana continuó sin alteraciones en localidades como Sderot y Netivot. Tampoco se aplicaron medidas de emergencia adicionales. “Nuestras defensas están plenamente activadas y reaccionarán con firmeza”, declaró el portavoz militar, teniente coronel Daniel Hagari.
La acción de hoy representa el cuarto ataque con cohetes desde Gaza en lo que va del año. Hamás ha logrado conservar parte de su capacidad ofensiva pese a los operativos israelíes. El 6 de abril, el grupo lanzó diez cohetes contra Ashkelon y Ashdod. La Cúpula de Hierro interceptó cinco, mientras que restos de otros causaron daños en una carretera y en varios vehículos, con tres personas heridas. El ataque movilizó a miles de residentes hacia refugios, reavivando la tensión en el sur.
En marzo, Hamás disparó tres cohetes contra Tel Aviv, sin causar víctimas. Dos impactaron en áreas deshabitadas y uno fue neutralizado. A inicios de año, un proyectil fue interceptado cerca de Netivot pocos minutos después de su lanzamiento. Hamás describió ese ataque como un “mensaje de Año Nuevo” dirigido a Israel. Estos eventos, aunque esporádicos, contrastan con la ofensiva masiva que desató la guerra en octubre de 2023.
El 7 de octubre, Hamás ejecutó la “Operación Inundación de Al-Aqsa”, un ataque sin precedentes que combinó una incursión terrestre con el lanzamiento de 5,000 cohetes en un solo día. Proyectiles alcanzaron Jerusalén, Tel Aviv y localidades como Sderot. La Cúpula de Hierro quedó saturada temporalmente. El ataque provocó la muerte de 1,200 personas y el secuestro de 251, entre ellos mujeres, niños y ancianos. En el festival Nova, cerca de Reim, milicianos asesinaron a 364 jóvenes.
Desde entonces, Israel ha llevado a cabo una ofensiva militar sostenida para destruir la infraestructura armada de Hamás. Las FDI estimaron que al inicio de la guerra el grupo poseía cerca de 20,000 cohetes, incluidos modelos de largo alcance como los M-75. Hasta finales de 2024, Hamás disparó alrededor de 9,000, mientras que otros fueron destruidos en ataques aéreos o explotaron dentro de Gaza por errores técnicos.
Barrios como Jabaliya y Jan Yunis fueron blanco de operaciones terrestres que desmantelaron talleres de armas, túneles y lanzaderas. “Cortamos sus rutas de abastecimiento y destruimos el 80% de su estructura militar”, afirmó el general de brigada Yaron Finkelman en diciembre de 2024. Hoy, los expertos calculan que Hamás conserva solo unos cientos de cohetes. Esta reducción explica la menor intensidad de los ataques actuales.
La población cercana a Gaza sigue inquieta pese a la baja frecuencia de los ataques. “Cada alarma nos recuerda que la amenaza persiste”, expresó Miriam Cohen, habitante de Nir Yitzhak. Las comunidades del sur reclaman una solución definitiva. En paralelo, el primer ministro Benjamin Netanyahu afronta presión política por el manejo de la guerra.