El ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, publicó el viernes un video en el que aparece de pie sobre una fila de palestinos presos, tendidos boca abajo con las manos atadas, mientras exigía la “pena de muerte para los terroristas”.
En las imágenes, compartidas en su canal personal de Telegram, el ministro y presidente del partido Otzma Yehudit se dirigió a la cámara y señaló a una docena de detenidos colocados frente a una bandera israelí.
“Estos tipos, los Nukhba que vinieron a matar niños, mujeres, nuestros bebés. Míralos hoy”, dijo el ministro, aludiendo a la unidad de élite del ala militar de Hamás que lideró la invasión y las masacres del 7 de octubre de 2023 en el sur de Israel. A renglón seguido, añadió: “Pero todavía hay algo que debe hacerse: la pena de muerte para los terroristas”.
En paralelo, Ben Gvir ha advertido que podría dejar de votar con la coalición del primer ministro Benjamin Netanyahu si su proyecto de ley para imponer la pena capital a terroristas no se somete pronto a votación parlamentaria.
En un extenso pie de foto publicado junto al video, afirmó que, tras la eliminación de líderes de Hamás por parte de Israel, el grupo islamista “torturó a los rehenes” secuestrados en Gaza después del ataque del 7 de octubre de 2023. Además, se jactó de las duras condiciones de detención impuestas a los presos palestinos, un punto que ha repetido en los últimos meses.
En este contexto, varios rehenes liberados denunciaron haber sufrido torturas como resultado de los esfuerzos públicamente promovidos por Ben Gvir para empeorar la situación carcelaria, incluido un excautivo que declaró en una entrevista emitida esta semana que sus captores escribieron “ojo por ojo” en su espalda como mensaje para el ministro.
Ante esas acusaciones, Ben Gvir respondió que los informes son “parte de una campaña al servicio de Hamás que tiene como objetivo mejorar las condiciones carcelarias de los terroristas”. Asimismo, defendió su política penitenciaria con términos contundentes: “Estoy orgulloso de la revolución en las prisiones, diferente a todo lo que se ha producido desde la fundación del Estado; Hoy, en lugar de un campamento de verano, hay disuasión.
No hay más sonrisas allí, las borramos”. De inmediato, reforzó su argumento con otra afirmación: “Pregúntele a cualquier terrorista que haya pasado por mi prisión, si le gustaría regresar allí: tienen miedo, tiemblan y el número de ataques ha disminuido notablemente”. De esta forma, vinculó la severidad carcelaria con una supuesta reducción de incidentes.
A principios de este mes, el ministro declaró a los periodistas que, con la liberación de los últimos 20 rehenes vivos de Gaza, “no había más excusas” para frenar la legislación que, según él, disuadiría el terrorismo. En su explicación, sostuvo: “Como parte del acuerdo firmado con Hamás, desafortunadamente, cientos de terroristas asesinos fueron liberados de prisión.
Cuando los terroristas permanecen vivos, los terroristas de afuera están motivados para llevar a cabo secuestros para liberar a sus hermanos nazis en futuros acuerdos”, y remató: “Si asesinan a un judío, no se mantienen vivos”. Con ello, vinculó la aprobación de la pena capital con un efecto disuasivo directo. Además, emplazó a la coalición a acelerar los plazos parlamentarios.
En la misma línea de presión política, Ben Gvir amenazó con abandonar el gobierno si Hamás “continúa existiendo” después de la liberación de los rehenes, alegando que su partido no formaría parte de “una derrota nacional” y una “desgracia eterna”. Afirmó que no aceptaría una situación en la que el grupo pudiese reconstruirse tras el fin de las hostilidades.
En coherencia con esa postura, fue uno de los pocos ministros que votaron en contra de la primera fase del acuerdo de alto el fuego en Gaza. Además, a comienzos de este año, su partido abandonó temporalmente la coalición para protestar por la aceptación de un acuerdo previo de alto el fuego y rehenes que preveía la liberación de 30 cautivos y la devolución de ocho cuerpos.
Tras un ataque terrorista mortal en Jerusalén el mes pasado, Otzma Yehudit anunció su intención de reactivar el debate sobre la pena de muerte en la Knéset. De acuerdo con reportes de medios hebreos, el partido consideró que la coalición no había avanzado con la celeridad necesaria y que la discusión debía acelerarse.
Como consecuencia, el Comité de Seguridad Nacional de la Knéset votó a favor de un proyecto de ley de Har-Melech que permite a los tribunales imponer la pena capital a terroristas que asesinen a israelíes. Dicha votación allanó el camino para la primera de las tres lecturas plenarias necesarias para convertir la iniciativa en ley.
No obstante, la legislación había permanecido estancada durante largo tiempo por la oposición de alto nivel dentro del gobierno y de los servicios de seguridad. En septiembre, Ben Gvir reveló que “personas de la Oficina del primer ministro” le pidieron posponer el debate por temor a que complicara los esfuerzos para liberar rehenes.
Sin embargo, aseguró que se negó a ese pedido y defendió que el proyecto “traería disuasión” y “avanzaría en el regreso de los rehenes”. A su juicio, mostraría a Hamás que “hay un precio por lo que hicieron” el 7 de octubre.
En paralelo a estas maniobras legislativas, el ministro de Justicia, Yariv Levin, anunció el jueves que impulsa en la Knéset la creación de un tribunal penal especial. El objetivo sería juzgar a habitantes de Gaza acusados de haber perpetrado masacres y atrocidades el 7 de octubre de 2023.
Este proceso podría conllevar la imposición de sentencias de muerte a los condenados. Así, el frente judicial avanzaría en paralelo al debate parlamentario sobre la pena capital.
