El primer ministro Naftali Bennett expresó su decepción por la respuesta de las Naciones Unidas a la reciente violencia palestina contra Israel, en una llamada telefónica con el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, el sábado.
«La comunidad internacional no debe servir a la agenda de las organizaciones terroristas», advirtió Bennett.
Bennett dijo que le decepciona que la ONU no haya condenado a Hamás por disparar cohetes contra Israel.
El primer ministro dijo que Israel es una «fuerza estabilizadora» sin la cual decenas de miles de musulmanes no podrían rezar en la mezquita de Al Aksa en Jerusalén.
Los alborotadores «prepararon de antemano piedras y cócteles molotov para utilizarlos desde el interior de la mezquita», dijo.
Bennett y Guterres también hablaron de los esfuerzos del primero por ayudar a negociar el fin de la guerra de Rusia contra Ucrania.
El ministro de Asuntos Exteriores, Yair Lapid, se reunió el viernes con los enviados de la administración estadounidense Yael Lempert, subsecretario de Estado en funciones para Asuntos de Oriente Próximo, y Hady Amr, subsecretario adjunto para Asuntos Israelíes y Palestinos, y pidió a todos los líderes de la región que actuaran con responsabilidad para intentar traer la calma.
Los emisarios fueron enviados a la región como parte de un esfuerzo de Estados Unidos para poner fin a las tensiones entre Israel y los palestinos, especialmente en Jerusalén y Cisjordania.
Lapid agradeció los esfuerzos estadounidenses.
«Israel está preordenando y protegerá el statu quo en el Monte del Templo y no tiene intención de cambiarlo», dijo Lapid, en contraste con la narrativa palestina que incita a los últimos disturbios.
Los funcionarios israelíes y estadounidenses hablaron de los esfuerzos de Jerusalén en ese sentido en las últimas semanas, y el ministro de Asuntos Exteriores señaló que cientos de miles de musulmanes rezaron en la mezquita de Al Aksa en las dos primeras semanas del mes sagrado del Ramadán, antes de que comenzaran los disturbios.
La política de Israel es intentar detener la violencia y permitir que las oraciones continúen con normalidad, explicó.