Naftali Bennett, exprimer ministro, pide a los organismos de cumplimiento de la ley en Israel, el Shin Bet y la Policía de Israel, que “agotar la investigación [del escándalo Qatargate] hasta sus últimas consecuencias”, con el interrogatorio del propio primer ministro Benjamin Netanyahu.
El llamado caso Qatargate apunta al asesor cercano de Netanyahu, Jonatan Urich, y al exportavoz Eli Feldstein. Ambos figuran como sospechosos de delitos vinculados a su supuesto trabajo para una firma de lobby pro-Qatar, con contacto con un agente extranjero y varios cargos por corrupción.
Bennett sostiene que el episodio golpea a Israel en un plano moral y nacional. En un mensaje en vídeo describe esas conductas como “una puñalada en el corazón de nuestros heroicos soldados y una puñalada en el corazón de todo el pueblo de Israel”.
El exprimer ministro eleva el tono y afirma: “Esta es la traición más grave en la historia del Estado de Israel porque no proviene de figuras menores… sino de las personas más altas y poderosas de Israel. Debemos reconocer honestamente que la infiltración de agentes activos en la oficina del primer ministro de Israel representa un importante éxito de inteligencia y seguridad para nuestro enemigo, Qatar”.
A la vez, aclara sus límites: “no estoy afirmando que Netanyahu diera la orden de actuar en nombre de Qatar, ni siquiera que supiera que sus asesores más cercanos estaban recibiendo cientos de miles de shekels del enemigo”. Aun así, cuestiona el silencio del primer ministro y lo acusa de seguir “en este mismo momento, encubriendo la traición en su oficina”.
Para Bennett, Netanyahu debió reaccionar apenas supo del escándalo. En su descripción, correspondía “destituido de inmediato, con deshonra”, a los asesores, y “convocado urgentemente al jefe del Shin Bet y al comisionado de Policía, y exigido que abrieran una investigación de seguridad exhaustiva para exponer toda la red de agentes” y dejar su oficina libre de infiltraciones.
En su relato, la conducta real del primer ministro resultó “de manera exactamente opuesta”. Bennett atribuye a Netanyahu y a su entorno el intento de frenar el avance del caso y sostiene que han buscado “hacer todo lo posible para torpedear la investigación de la verdad”.
Bennett traslada su exigencia a las instituciones: “Por la presente, insto al Shin Bet y a la Policía de Israel: es su deber nacional agotar la investigación hasta sus últimas consecuencias”, con respuestas de todos los implicados, incluido Netanyahu, sobre quién supo qué y en qué momento, y qué inteligencia quedó comprometida. “Confío en que los sistemas de seguridad y aplicación de la ley actúen con rapidez y no abandonen la seguridad del Estado”, añade Bennett.
