Ehud Barak, ex primer ministro de Israel, insiste en que la nación debió haber propuesto un pacto de “todos por todos” al comienzo de la guerra, en el que se comprometiera a liberar a todos los prisioneros de seguridad palestinos a cambio de la liberación de todos los rehenes retenidos en Gaza.
Barak explicó a Channel 12 que, aunque en aquel momento tal acuerdo podría no haberse concretado, habría otorgado a Israel una mayor legitimidad internacional.
Agregó que los rehenes actuales son de una categoría completamente distinta a los de los acuerdos previos. No se trata de un soldado capturado “debido a una acción fallida”, en referencia al intercambio de Gilad Shalit, ni de un hombre de negocios que terminó en cautiverio por sus propias acciones, en aparente alusión a un acuerdo de 2004.
“Son personas que fueron abandonadas por el Estado de Israel” cuando los terroristas de Hamás arrasaron sus comunidades el 7 de octubre. Ahora, Israel debe “decidir si también va a sacrificarlas”.
Barak advierte que “estamos cortando la base moral del contrato fundacional” entre el Estado y sus ciudadanos si no se hace todo lo posible para rescatarlos, incluso si eso implica la liberación de muchos terroristas.
“Ajustaremos cuentas con [los terroristas] más adelante, aunque eso puede llevar mucho tiempo. Salvar a los rehenes no será posible si no lo hacemos durante esta guerra”.
El ex primer ministro, crítico de larga data de Benjamin Netanyahu, también sostiene que “Netanyahu está limitado por los ministros Bezalel Smotrich e Itamar Ben Gvir, quienes pueden derribarlo cuando lo deseen. Por ello, Netanyahu ha creado una nueva pretensión de autoconservación al presentarse como el único capaz de prevenir un Estado palestino”.
“Nadie está hablando de un Estado palestino, sino de la estrategia de salida” tras derrotar a Hamás en Gaza, dice Barak. Según él, Israel, bajo Netanyahu, no está presentando una visión creíble para Gaza después de que Hamás haya sido despojado de su “capacidad militar y de gobierno”.
En su opinión, Netanyahu debería colaborar con EE. UU., así como con Egipto, Jordania, EAU y Arabia Saudí. No hacerlo es “un grave fracaso”.