El presidente de Israel, Isaac Herzog, pronunció el martes un discurso en la Ceremonia Estatal Conmemorativa de los 50 años de la Guerra de Yom Kipur.
Durante su discurso, el presidente Herzog dijo: “Especialmente ahora, debemos aprender las lecciones y comprender verdaderamente que la amenaza interna dentro de Israel es la amenaza más aguda y peligrosa de todas. Solo ayer, en medio del día más sagrado, exactamente cincuenta años después del estallido de la guerra, vimos en la primera ciudad hebrea de todos los lugares. Un ejemplo impactante y doloroso de cómo la lucha interna dentro de nosotros puede escalar y convertirse en extrema”.
Y continuó: “Sé que hablo en nombre de la mayoría absoluta de los ciudadanos israelíes cuando expreso mi profunda tristeza y conmoción ante la visión de nuestro propio pueblo, luchando entre sí en un día que siempre ha sido símbolo de unidad, y de la belleza, inclusividad y naturaleza respetuosa de Israel y el judaísmo. Me horroriza la sola visión, la sola idea, de personas que tienen familia o que ellos mismos lucharon codo con codo, hermanos de armas, hombro con hombro en puestos avanzados, en tanques, en los sangrientos campos del Sinaí y el Golán, y ahora luchan en el corazón de Tel Aviv, durante los sagrados momentos de las oraciones de Yom Kipur”.
El presidente añadió: “¿Cómo hemos llegado a esta terrible situación? ¿Qué cincuenta años después de aquella amarga guerra, hermanas y hermanos se encuentren a ambos lados de la barricada? Quienes echan leña a este fuego son una amenaza real para la unidad israelí. Esto tiene que acabar aquí y ahora. La división, la polarización, las disputas interminables, son un peligro real para la sociedad israelí y la seguridad del Estado de Israel. Los enemigos de Israel se expresan sobre esto repetidamente y se refieren a la crisis interna en nosotros como el principio del fin del Estado de Israel; y aunque están completamente equivocados, debemos entrar en razón, bajar el tono, escuchar, tender la mano y, hablando y poniéndonos de acuerdo, poner fin a la crisis interna en la que nos encontramos”.
Y concluyó: “No se trata de palabras vacías, sino de una obligación histórica. Que el cielo no lo permita, los historiadores y los dirigentes recordarán estos días dentro de 50 años, y verán el terrible precio que esta ruptura nos ha cobrado, y se preguntarán: ‘¿Cómo no comprendieron la magnitud del peligro y la profundidad del abismo? Al fin y al cabo, lo tenían delante de los ojos’”.