La Knéset ha aprobado, en su lectura final, una ley que autoriza al Ministerio de Educación a despedir a profesores que se identifiquen públicamente con actos de terrorismo. La medida fue aprobada con 55 votos a favor y 45 en contra.
Según las notas explicativas, el proyecto de ley también otorga al Ministerio de Educación la facultad de reducir la financiación de escuelas que demuestren apoyo o afinidad con actos o grupos terroristas. Esta ley está dirigida principalmente a las escuelas árabes del Este de Jerusalén, donde, según el proyecto, existe una “incitación de menores contra el Estado de Israel” y una “glorificación de los terroristas”.
Estos factores tienen un “efecto destructivo y duradero” que, entre otras consecuencias, se refleja en la cantidad significativa de menores del Este de Jerusalén que han intentado o perpetrado ataques terroristas.
Para el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, “la educación es un factor clave en la motivación de ataques terroristas contra el Estado de Israel”.
La diputada Zvika Fogel, coautora del proyecto de ley, explicó que los profesores ejercen una gran influencia sobre los menores y afirmó que la iniciativa busca “garantizar que un docente no utilice su influencia para motivar a sus alumnos en actividades terroristas, y que la institución escolar no permita este tipo de conductas”.
Uno de los patrocinadores de la ley, el diputado Amit Halevi del partido Likud, expresó que los docentes que apoyan el terrorismo tienen cabida para enseñar “en Teherán, Gaza o Ramallah, pero no en nuestras escuelas”.
Halevi añadió: “Como sabemos, una bomba no surge ni explota por sí sola; se alimenta de mentes y corazones. La conciencia de destrucción y el fervor para llevarla a cabo se generan, en gran medida, en el sistema educativo”. En su opinión, “un profesor puede producir decenas de bombas de relojería cada año. Una idea puede ser más destructiva que mil tanques”.