El jefe de la Agencia de Seguridad de Israel (Shin Bet), Ronen Bar, rechazó la autoridad del gobierno para decidir su despido y defendió que solo las instituciones legales determinarán su futuro. En una carta enviada a los ministros, dejó claro que no asistiría a la reunión convocada para discutir su cese, argumentando que el proceso no cumple con los requisitos legales.
Bar, con más de 35 años de servicio en seguridad nacional, sostuvo que la discusión gubernamental sobre su despido carece de sustento normativo y contradice los procedimientos establecidos para la destitución de altos funcionarios. Explicó que cualquier decisión de esa magnitud debe basarse en acusaciones detalladas y documentadas, lo que no ha ocurrido en su caso. Según él, la propuesta de despido presenta afirmaciones vagas y sin fundamento que imposibilitan formular una respuesta adecuada.
El funcionario también mencionó que, pese a su insistencia, el primer ministro no le proporcionó ejemplos concretos de las supuestas fallas que justificarían su destitución. Subrayó que un procedimiento adecuado requeriría una presentación formal de pruebas y un tiempo razonable para responder, lo que no se ha respetado. Además, denunció que la iniciativa de removerlo del cargo parece responder a intereses ajenos a la seguridad del país y busca entorpecer el trabajo del Shin Bet en la investigación de hechos recientes.
Bar advirtió que el intento de despido no lo compromete y que continuará actuando en conformidad con la ley y las decisiones de las instituciones legales pertinentes. Reiteró que responderá a las acusaciones ante las instancias correspondientes y no ante una discusión gubernamental que considera irregular.
Sobre la falta de confianza alegada por el primer ministro en relación con las negociaciones para la liberación de rehenes, Bar desmintió cualquier irregularidad. Sostuvo que dirigió personalmente el proceso, con conocimiento del mandatario, y que el acuerdo final fue aprobado por el gobierno. Cuestionó si la verdadera intención era no alcanzar ningún acuerdo y acusó al primer ministro de debilitar al equipo negociador al marginar tanto al Shin Bet como al Mossad, afectando la posibilidad de rescatar a los rehenes.
En cuanto a la polémica del “Qatar-Gate”, el jefe del Shin Bet denunció que su destitución es un intento de interferir en la investigación. Afirmó que el despido abrupto, sustentado en argumentos infundados, esconde motivos ocultos y representa un conflicto de intereses que pone en riesgo la seguridad nacional. Para Bar, la remoción de su cargo enviaría un mensaje equivocado a los involucrados en la investigación y comprometería sus resultados.
Además, reveló que el primer ministro le prohibió reunirse con los ministros durante el último año, lo que, según él, impidió que la mayoría de ellos conocieran detalles relevantes sobre su gestión. Consideró sorprendente que en la propuesta de despido se argumente una supuesta falta de confianza entre él y el primer ministro, cuando la imposibilidad de comunicarse con el gabinete fue impuesta desde el gobierno.
Ronen Bar reafirmó su compromiso con la seguridad de Israel y aseguró que el Shin Bet continuará operando conforme a la ley, sin ceder ante presiones políticas o intentos de manipulación.