Crecen las sospechas entre allegados al primer ministro Benjamin Netanyahu de que se anulará el nombramiento del general retirado Eli Sharvit como jefe del Shin Bet. La presión desde la propia facción del Likud y el rechazo interno al perfil del excomandante alimentan esta posibilidad.
Sharvit, que dejó su cargo en la Armada en 2021, expresó públicamente sus posturas políticas tras su retiro, incluso al sumarse a las protestas de Kaplan contra la reforma judicial propuesta por el gobierno en 2023.
El diputado Moshe Saada calificó la designación como parte de un patrón ideológico erróneo y aseguró que Sharvit forma parte del “estado profundo”. Criticó su respaldo al acuerdo de gas con Hezbolá, al que Netanyahu se opuso, y afirmó que Israel necesita líderes con principios nacionalistas claros.
Saada insistió en que quienes se oponen al gobierno en las calles no deben ocupar cargos en una administración de derecha. A su juicio, solo una visión firme y nacional puede evitar repetir errores del pasado.
El ministro Amichai Eliyahu también manifestó su desacuerdo al señalar que sustituir a un funcionario con visión “kaplanista” por otro similar solo maquilla el problema sin resolverlo.
La diputada Tali Gottlieb arremetió contra el primer ministro, preguntándole quién lo asesora y acusando al entorno de Sharvit de carecer de pensamiento independiente. Recordó su participación en las protestas como un motivo para desestimar su postulación.
Sharvit acumuló 36 años de servicio en las FDI, con cinco al mando de la Armada. Durante su gestión, lideró la protección de las aguas económicas de Israel y dirigió operaciones contra Hamas, Hezbollah e Irán. Pese a ese historial, su perfil político reciente genera fricciones que podrían costarle el cargo.