El sábado, la oficina del presidente israelí, Isaac Herzog, informó sobre la cancelación de su asistencia a la conferencia climática COP29 de la ONU, que se celebra en Bakú, Azerbaiyán. La decisión fue atribuida a “consideraciones de seguridad” tras una evaluación de la situación.
Aunque Herzog no estará presente, la delegación israelí en el evento incluye a tres ministros de los ministerios de Protección del Medio Ambiente, Energía y Transporte, además de varios funcionarios. El despliegue cuenta con estrictas medidas de seguridad debido a la cercanía geográfica de Azerbaiyán con Irán, pese a ser este último un aliado de Israel.
En la conferencia, que comenzó el 11 de noviembre, Israel mantiene un pabellón como en ediciones anteriores. Este año, incluye un espacio dedicado a los rehenes israelíes retenidos por Hamás en Gaza, subrayando temas de actualidad política. Además, personalidades israelíes participan en eventos fuera del pabellón, como el rabino Yonatan Neril, quien lidera sesiones interreligiosas en el Pabellón de la Fe.
Protestas antiisraelíes marcaron el inicio de la COP29. Activistas se manifestaron en contra de la presencia de Israel en el evento, organizando una protesta durante los primeros días de la conferencia.
El pabellón israelí destaca la innovación climática, mostrando 20 startups seleccionadas de un grupo inicial de 80. Cada semana, 10 de estas empresas cuentan con el apoyo del Instituto de Exportación de Israel para exhibir su trabajo. El pabellón acoge decenas de eventos que promueven la cooperación internacional y regional.
Gideon Behar, enviado del Ministerio de Asuntos Exteriores para el clima, subrayó la relevancia de la participación israelí. “Damos gran importancia a nuestra participación en la COP. No podemos dar la impresión de que la guerra nos aísla. Somos parte de la comunidad internacional; tenemos voz, podemos influir y queremos contribuir a la lucha contra el cambio climático con nuestras soluciones y tecnología”, declaró al Times of Israel.
Este año, la COP pone énfasis en aumentar las contribuciones de los países desarrollados hacia los en desarrollo. Los primeros, responsables principales del calentamiento global, deben asumir un rol más activo, mientras los segundos enfrentan consecuencias como el aumento del nivel del mar, sequías y tormentas devastadoras.
En 2009, las naciones occidentales se comprometieron a destinar 100.000 millones de dólares anuales a los países en desarrollo para 2020, pero alcanzaron esa meta recién en 2022. Los países beneficiarios consideran esta cifra insuficiente y demandan mayor apoyo financiero.
Otro tema clave de la cumbre es la implementación del Artículo 6 del Acuerdo de París de 2015. Este artículo regula los créditos de carbono, permitiendo a los países vender sus reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero a otras naciones, incentivando así la neutralidad climática global.
La guerra en Gaza y Líbano ha afectado acuerdos regionales de cooperación climática. El pacto negociado por Emiratos Árabes Unidos hace tres años para intercambiar energía solar y agua desalinizada entre Israel y Jordania está congelado, aunque un memorando renovado fue firmado en la COP27 de Sharm El-Sheikh hace dos años.
Mientras tanto, las discusiones regionales sobre cambio climático siguen avanzando. Una reciente conferencia en Chipre reunió a representantes de Israel, la Autoridad Palestina, Jordania, Egipto, Marruecos y otros países del Golfo, además de miembros de la Unión Europea y Grecia, manteniendo el diálogo activo bajo el radar.