En la apertura de la reunión semanal del gabinete, el primer ministro Benjamin Netanyahu criticó a los sectores de la comunidad internacional que presionan para que cesen las hostilidades antes de que Israel alcance sus objetivos militares.
Este rechazo parece ser una respuesta directa a las recientes declaraciones del senador estadounidense Chuck Schumer, que abogó por la celebración de elecciones en Israel, y a las críticas emitidas por el gobierno de Joe Biden a la gestión del conflicto por parte de Netanyahu.
Netanyahu argumentó que los intentos de detener la guerra están marcados por “falsas acusaciones contra las FDI, contra el gobierno israelí y contra el primer ministro de Israel”, considerando estos esfuerzos como un intento de desestabilizar su administración al convocar elecciones durante un periodo de conflicto.
El primer ministro cuestionó a los aliados internacionales de Israel, poniendo en duda su recuerdo del atentado del 7 de octubre, calificado como la masacre más grave contra judíos desde el Holocausto, y defendió el derecho de Israel a protegerse de las amenazas de Hamás.
Netanyahu pidió a la comunidad internacional que dirigiera su presión hacia Hamás e Irán y no hacia Israel, y reafirmó la determinación de su gobierno de “eliminar a Hamás, liberar a todos nuestros rehenes y garantizar que Gaza deje de suponer una amenaza contra Israel”.
Subrayó que Israel no cederá a la presión internacional y anticipó cuidadosas operaciones militares en Rafah, que, según dijo, “durarán unas semanas” y se llevarán a cabo a pesar de las dudas externas sobre la viabilidad de tales operaciones.
Netanyahu concluyó asegurando que las críticas y las dudas sobre la estrategia militar de Israel en Gaza han sido desmentidas sistemáticamente por las acciones y los resultados de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), prometiendo continuar las operaciones militares según lo previsto.