Los vehículos aéreos no tripulados (UAV) y los drones han asumido un rol cada vez más crucial en los conflictos bélicos del siglo XXI, destacándose especialmente desde el inicio de la guerra en Ucrania en 2022 y en la reciente guerra entre Israel y Hamás.
En declaraciones recientes a medios israelíes, varios operadores de drones de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) compartieron sus vivencias, revelando desde las diferencias operativas en los distintos frentes de combate hasta las tensiones que se viven dentro de los remolques desde donde se controlan estos dispositivos.
Estos drones y UAV son operados a distancia desde remolques ubicados fuera de las zonas de combate, lo que permite a las FDI manejar múltiples drones simultáneamente en diferentes teatros de guerra. “Es un rol muy dinámico y sin una definición fija; puedes estar haciendo cualquier cosa, y todo puede cambiar en un instante”, comentó el teniente D.
Sobre las particularidades de los distintos escenarios de operaciones, un teniente coronel explicó: “Gaza se caracteriza por su alta densidad de edificios y civiles, con terroristas ocultos entre ellos y, por supuesto, también nuestras fuerzas”. Añadió que, en contraste, “El Líbano cuenta con muchas zonas abiertas y montañosas”.
La situación en Judea y Samaria es distinta, señaló: “Se llevan a cabo ataques en territorios controlados, pero los focos de terrorismo se encuentran en áreas con población no involucrada, como los campos de refugiados de Jenin y Tulkarem”.
A menudo, los operadores deben manejar drones en varios frentes simultáneamente. Según el teniente D, existe una estrecha colaboración con las tropas terrestres para recibir inteligencia y coordinar las operaciones. “El remolque desde el que operamos los UAV mantiene un contacto constante con los comandantes de unidad para identificar la ubicación de nuestras fuerzas y, a partir de ahí, planificar el ataque más efectivo”, explicó. “Posteriormente, verificamos que la información sea precisa mediante cámaras”.
“En cuanto se escucha el grito característico de «ataque 2-3»’, las armas se despliegan, el silencio domina el remolque y todos se concentran en la ejecución del ataque”, describe el teniente. “Siempre hay una descarga de adrenalina, una emoción que se siente en el pecho, especialmente durante operaciones importantes. No hay tiempo para detenerse, pero a pesar de todo, la sensación de estar haciendo algo significativo es palpable en todo momento”.