Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) declararon su papel fundamental en la operación conocida como “bíperes”, que provocó la explosión de miles de bíperes y walkie-talkies en manos de miembros de Hezbolá hace aproximadamente tres meses.
Iniciada hace una década como una colaboración entre las FDI y el Mossad, la operación buscaba preparar al ejército para sorprender a sus enemigos en caso de guerra. Aunque esta semana dos exagentes del Mossad revelaron detalles del proyecto en CBS, el ejército ha decidido divulgar ahora su implicación en el plan.
Desde el inicio de la guerra, los servicios de inteligencia israelíes intensificaron los esfuerzos para ejecutar esta estrategia. Un equipo especializado en inteligencia trabajó desde una base secreta en el norte de Israel, integrando capacidades de investigación, vigilancia y operaciones necesarias para el proyecto.
Las FDI recomendaron postergar el uso de los bíperes explosivos hasta que el frente norte se convirtiera en el principal escenario de la guerra. Finalmente, el 17 de octubre, los dispositivos fueron activados, seguidos al día siguiente por la detonación de los walkie-talkies empleados por Hezbolá.
El ejército destacó que el éxito de la operación dependió de la alta calidad de inteligencia recolectada sobre Hezbolá y su uso estratégico. Según las FDI, esto debilitó las capacidades del grupo terrorista y permitió ataques precisos contra sus líderes, dejando a la organización desorientada, incluido su muerto líder Hassan Nasrallah.
Tras la operación, la Fuerza Aérea israelí bombardeó miles de objetivos en el Líbano, destruyendo gran parte de las infraestructuras de cohetes y drones de Hezbolá. Nasrallah murió el 27 de septiembre en el ataque contra su búnker en Beirut, pocos días antes de que comenzara la ofensiva terrestre israelí en el Líbano.