Operación Muro de Hierro desplaza a 40,000 palestinos y destruye 250 estructuras en campamentos de refugiados.
Operación Muro de Hierro arrasa infraestructura terrorista en Jenín
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) lanzaron el 21 de enero la Operación Muro de Hierro en el campamento de refugiados de Jenín, adyacente a la ciudad homónima en el norte de Judea y Samaria. La operación, la más extensa en años, busca desmantelar redes terroristas que operan desde los campamentos. En febrero, se expandió a los campamentos de Tulkarem y Nur Shams, cerca de la ciudad de Tulkarem. Las FDI ordenaron la evacuación total de los residentes, dejando los campamentos vacíos. Según la UNRWA, unas 40,000 personas han sido desplazadas a aldeas cercanas o a las ciudades de Jenín y Tulkarem.
Las demoliciones comenzaron con incursiones tácticas, pero su escala superó operaciones previas. En febrero, las FDI demolieron 25 casas en Jenín, identificadas como “infraestructura terrorista”. En mayo, anunciaron la destrucción de 100 estructuras en Jenín y 90 en Tulkarem y Nur Shams por “necesidades urgentes de seguridad”. Mohammad Sabar, jefe del Comité de Servicios Civiles de Jenín, reportó que 200 casas, hogar de 600 familias, fueron destruidas en su campamento. En Tulkarem, las demoliciones continúan, según informes palestinos.
Las FDI justifican las demoliciones como parte de una estrategia para evitar que los campamentos se conviertan en bastiones terroristas. En un comunicado, declararon: “En los últimos años, los campamentos en el norte de Samaria se han convertido en bastiones terroristas, con hombres armados operando desde barrios civiles”. Explicaron que las demoliciones, que suman más de 250 estructuras, se realizaron tras “extensas discusiones” y se limitaron al mínimo necesario para garantizar la seguridad.
Imágenes aéreas publicadas por Haaretz muestran casas demolidas para ensanchar carreteras, facilitando el acceso de las FDI. Los campamentos, con callejones estrechos, han sido utilizados por terroristas para emboscar soldados. Un informe de Ynet citó a oficiales militares diciendo que las demoliciones buscan “preservar la libertad de operación de las FDI” y transformar los campamentos en “barrios urbanos” para reducir su uso como centros terroristas.
Datos clave de la Operación Muro de Hierro en Judea y Samaria
- Inicio: 21 de enero de 2025 en el campamento de Jenín.
- Alcance: Ampliado a campamentos de Tulkarem y Nur Shams en febrero.
- Desplazados: 40,000 personas, según la UNRWA.
- Demoliciones: Más de 250 estructuras, incluidas 200 casas en Jenín.
- Resultados: 100 terroristas muertos, 320 arrestados, 450 armas confiscadas.
Estrategia militar transforma campamentos en barrios operativos
Un teniente coronel, bajo anonimato, explicó al Canal 12: “Estamos construyendo una red de rutas a lo largo del campamento de Jenín. La idea es convertirlo en un barrio normal”. Esta transformación incluye abrir caminos para permitir la movilidad de las FDI y reducir la capacidad de los terroristas para operar. Las demoliciones también tienen un impacto psicológico, disuadiendo la reconstrucción de infraestructura terrorista. Las FDI reportaron que, hasta mayo, han muerto 100 terroristas, incluidos 36 líderes, y se arrestaron 320 personas. Además, confiscaron 450 armas y destruyeron cientos de bombas.
Los campamentos de refugiados, establecidos tras la Guerra de Independencia de 1948, albergan a palestinos desplazados de lo que hoy es Israel. Con el tiempo, se convirtieron en barrios densos y cerrados, donde tanto las FDI como la Autoridad Palestina enfrentan dificultades operativas. Los 20 campamentos en Judea y Samaria son focos de actividad terrorista, según las FDI, lo que justifica la operación.
En respuesta a críticas sobre las demoliciones, las FDI aseguraron que la Administración de Coordinación y Enlace notificó a los residentes, coordinando horarios para evacuaciones y recolección de pertenencias. Sin embargo, algunos residentes, como un hombre de 36 años de Jenín, afirmaron no haber recibido notificaciones. Este padre de dos hijos describió su desplazamiento: “Nos fuimos en enero con lo puesto. Vivimos con parientes, luego alquilé una casa por 1,700 shekels al mes. Catorce personas compartimos dos habitaciones”.
La carga financiera es un problema central para los desplazados. En los campamentos, los residentes no pagaban agua, electricidad ni impuestos, una política de la Autoridad Palestina que considera su presencia “temporal”. Ahora, muchos enfrentan alquileres de entre 1,700 y 3,000 shekels mensuales, como Nihaya al-Jundi de Nur Shams, quien paga 3,000 shekels por un apartamento en Tulkarem.
Residentes enfrentan desplazamiento sin plan de retorno claro
Alaa Abu Zina, de Jenín, relató: “Salimos bajo fuego en enero. Ahora pago 2,000 shekels de alquiler. Éramos 10 en la casa destruida”. Jamal Abu al-Shalabi, cuya casa fue demolida en julio de 2024, añadió: “Vivimos en un piso alquilado. En el campamento no pagábamos agua ni luz. Queremos volver”. La falta de servicios como escuelas de la UNRWA fuera de los campamentos complica la situación.
Algunos residentes niegan la presencia de grupos armados significativos. Montaser Abu al-Hijaa, de Jenín, afirmó: “Netanyahu y Ben Gvir saben que solo hay 20 a 30 hombres armados en el campamento, pero buscan complacer a ciertos sectores”. Otros, como Nihal al-Jundi de Nur Shams, justifican la “resistencia popular” como respuesta a la presencia militar israelí.
Las FDI insisten en que las demoliciones son esenciales para evitar el resurgimiento del terrorismo. En febrero, el ministro de Defensa, Israel Katz, ordenó que las tropas permanezcan en los campamentos durante 2025. Un residente anónimo de Jenín expresó esperanza de regresar, pero oculta la destrucción de su casa a su hija de cuatro años: “Pregunta por su habitación. No le digo que fue destruida”.
Mohammad Amer, otro residente de Jenín, afirmó: “Históricamente, no somos del campamento. Soy de Haifa. Quiero volver al campamento”. Abu al-Hijaa, cuya casa fue incendiada, añadió: “En el momento en que permitan regresar, a las 2 a.m., volveremos, aunque sea a una casa quemada”. Sin un cronograma claro para el fin de la operación, los residentes enfrentan un futuro incierto.