Los líderes reunidos en Túnez para la cumbre anual de la Liga Árabe, el domingo, se unieron en su condena a las políticas de la administración Trump, a las que consideraron injustamente sesgadas hacia Israel; pero que se dividieron en una serie de otros temas, entre ellos la readmisión del miembro fundador Siria.
Los representantes de la liga de 22 miembros, menos Siria, pretenden condenar de manera conjunta el reconocimiento por parte del presidente estadounidense Donald Trump, del control israelí sobre los Altos del Golán, que Israel capturó de Siria en la guerra de 1967, y la decisión de Trump el año pasado de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel.
En la apertura de la cumbre, el rey Salman dijo que Arabia Saudita “rechaza absolutamente cualquier medida que socave la soberanía de Siria sobre los Altos del Golán” y apoya la creación de un Estado palestino en Judea-Samaria y la Franja de Gaza, con el Este de Jerusalén como su capital.
Añadió que la intromisión de Irán era la culpable de la inestabilidad en la región.

Una de las pocas cosas que han unido a la Liga Árabe en los últimos 50 años es el rechazo del control de Israel en los Altos del Golán, así como del Este de Jerusalén y Judea y Samaria, territorios de los que Israel también obtuvo el control en la guerra de 1967, al capturarlo de Jordania, y que los árabes que desde entonces se autodenominan “palestinos”, reclaman como un Estado futuro.
La comunidad internacional, incluido Estados Unidos, compartió en gran medida esa posición hasta que Trump cambió décadas de política de los Estados Unidos al trasladar la Embajada de Estados Unidos a Jerusalén el año pasado y reconocer la extensión de la ley israelí de 1981 a la meseta estratégica del Golán, a principios de este mes.
Se espera que los líderes árabes reunidos en Túnez emitan una declaración en la que condenen esos movimientos, pero es poco probable que tomen más medidas.
Esto se debe en parte a que las potencias regionales, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, han establecido estrechos lazos con la administración Trump, considerándola un aliado clave contra su principal rival, Irán. Ambos enfrentan la presión occidental sobre su devastadora guerra de tres años contra los rebeldes hutíes de Yemen, y Riyadh sigue lidiando con las consecuencias del asesinato del columnista del Washington Post, Jamal Khashoggi por agentes saudíes el año pasado.
El ministro de Relaciones Exteriores de Líbano, Gebran Bassil, dijo el sábado que los ministros árabes habían expresado su apoyo en una reunión preparatoria para una declaración de que el movimiento del Golán de Trump viola la Carta de la ONU, que prohíbe la adquisición de territorios por la fuerza.
En Siria, se realizaron pequeñas protestas contra el movimiento de Trump respecto al Golán, en diferentes partes del país y los medios estatales criticaron la cumbre árabe. “El Golán no está esperando el apoyo de los árabes, y tampoco una declaración para condenar lo que Trump ha hecho”, dijo el periódico Thawra en un editorial que acusaba a los líderes árabes de tomar sus órdenes de Estados Unidos e Israel.

La cumbre de este año se produce en un contexto de guerras en curso en Siria y Yemen, autoridades rivales en Libia y un persistente boicot a Qatar por parte de otros cuatro miembros de la Liga. El presidente de Argelia, Abdelaziz Bouteflika, y el presidente de Sudán, Omar al-Bashir, se saltaron la reunión mientras luchaban contra las protestas masivas contra sus reinos prolongados.
Se espera que la Liga Árabe considere la readmisión de Siria, un miembro fundador que fue expulsado en los primeros días del levantamiento de 2011 contra el dictador Bashar Assad. Pero los funcionarios que hablaron antes de la reunión dijeron que era poco probable que Siria sea bienvenida de nuevo en un futuro cercano.
Los Emiratos Árabes Unidos reabrieron su embajada en Damasco el año pasado, y otros Estados árabes han expresado su apoyo para restablecer las relaciones. Pero Arabia Saudita y Qatar han apoyado activamente a los rebeldes que intentan derrocar a Assad, y muchos otros Estados ven a su gobierno como un poder iraní que debería seguir siendo rechazado.
En una rara señal de aliviar las tensiones en otra grieta regional, el rey Salman y el emir de Qatar, el jeque Tamim bin Hamad Al Thani, se sentaron en la misma mesa cuando los jefes de las delegaciones se reunieron el domingo. Fue la primera vez que los dos líderes aparecieron en la misma sala desde que Arabia Saudita lideró el boicot a Qatar hace casi dos años por los vínculos de Doha con Irán y su apoyo a los grupos islamistas regionales.