Pasó poco más de una semana desde que las Fuerzas de Defensa de Israel anunciaron la eliminación de Ra’ad Sa’ad, jefe del centro de producción de armas de Hamás y uno de los autores de la masacre del 7 de octubre. El domingo surgieron datos nuevos sobre la preparación.
Sa’ad, pieza central de la “revolución” tecnológica de Hamás y encargado de dotar de armas a sus terroristas, murió en un golpe bautizado como “Operación Última Cena”. La acción apuntó a su rol en el aparato de fabricación y distribución del grupo terrorista. Las FDI lo situaban entre sus máximos objetivos.
Los oficiales que participaron relataron, con testimonios directos, que el bombardeo destacó por su exactitud y por su impacto estratégico. En su balance, lo ubicaron entre los ataques más relevantes desde el inicio de la guerra, tanto por el blanco como por el método empleado.
“Se aseguraba de mantenerse en movimiento”, dijo el teniente M., responsable de objetivos en la Dirección de Inteligencia de las FDI. La entrevista apareció en el portal hebreo. “Se desplazaba entre escondites, se quedaba en mezquitas, hospitales y zonas llenas de civiles, consciente de que era un objetivo prioritario”.
Según M., Sa’ad diseñó y tomó parte en la aplicación del plan “Muros de Jericó” para irrumpir en las comunidades del cinturón de Gaza. “Más allá de la coordinación operativa, era especialmente responsable del suministro de armas a las fuerzas de Hamás”. Esa tarea lo volvió un objetivo central.
El teniente Y., del Departamento de Investigación, resumió el método: “El proceso se desarrolló a lo largo del tiempo. Recopilación persistente de información, vigilancia estrecha y preparación temprana, hasta que se abrió la ventana de oportunidad. Cuando tuvimos una imagen clara, actuamos con precisión y rapidez”.
Y. afirmó: “la importancia de la eliminación es evidente. Se trataba de uno de los altos cargos más activos, miembro del estado mayor original [de Hamás] y un hombre que estaba directamente detrás del contrabando y el suministro de armas para atacar a Israel. No podíamos permitir que esto continuara”.
Sobre el impacto en Hamás, añadió: “El daño a su capacidad para seguir desarrollando sus capacidades es evidente. Hoy en día operan por necesidad, con intentos aislados y una capacidad de recuperación que disminuye constantemente”. En su lectura, la merma afecta al desarrollo y a la continuidad operativa.
A pesar del éxito, la inteligencia de las FDI evitó el triunfalismo. “Aún queda trabajo por hacer”, declaró el teniente M. Para el mando, la operación no cierra la campaña; la presión continúa y la planificación permanece en marcha en el frente con nuevas metas ya definidas.
El propio M. subrayó el siguiente paso: “Sabemos quién es el siguiente. Todos los soldados y oficiales aquí presentes comprenden la gravedad de la misión; esta eliminación nos da una sensación de satisfacción, pero aún queda un largo camino por recorrer”. y situó la prioridad en la misión.
