Los devastadores terremotos que sacudieron Turquía y Siria el lunes dañaron una prisión en la ciudad siria de Rajo, cerca de la frontera turca, dando a sus 2.000 presos la oportunidad de amotinarse, durante lo cual al menos 20 de ellos habrían escapado.
Alrededor de 1.300 de los reclusos son presuntos terroristas del Estado Islámico, por lo que si el relato de una fuga de la prisión es correcto, algunos de los veinte fugados son probablemente combatientes del ISIS.
La versión de la fuga procede de un funcionario de la prisión de Rajo, que declaró a la AFP el martes que los reclusos “empezaron a amotinarse y tomaron el control de partes de la prisión” durante los seísmos.
El funcionario dijo que “unos 20 presos huyeron”, y algunos o todos “se cree que son militantes de ISIS”.
AFP consultó con el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Londres, que dijo que efectivamente hubo un “motín” en la prisión de Rajo, aunque no pudo confirmar las fugas.
“El incidente de Rajo se produce después de un ataque del IS en diciembre contra un complejo de seguridad en su antigua capital siria de facto, Raqa, que tenía como objetivo liberar a compañeros yihadistas de una prisión allí”, señaló AFP.
La “Prisión Negra” de Rajo -así llamada por su lúgubre interior y su desagradable reputación- está controlada por fuerzas milicianas pro-turcas. Además de los combatientes del ISIS cautivos, algunos de sus reclusos son miembros de grupos armados kurdos sirios.
Los rumores locales afirman que los comandantes del ISIS estaban dispuestos a aprovechar el terremoto como una oportunidad para liberar a algunos de sus combatientes, y lo hicieron con la cooperación de funcionarios de prisiones corruptos. El diario británico The Independent citó el martes a una fuente que declaró al Observatorio Sirio de Derechos Humanos que los fugados pagaron el equivalente de uno a diez mil dólares en sobornos por su libertad.