Las Fuerzas Armadas griegas están en alerta máxima en tierra, mar y aire, vigilando de cerca los movimientos turcos en el Mediterráneo Oriental, según los medios griegos. Después de que Turquía reiniciara el mes pasado la prospección de petróleo y gas en un área que se superpone a la plataforma continental griega, Grecia desplegó buques de guerra entre las islas de Chipre y Creta. Desde entonces, las tensiones han sido altas entre Turquía y Grecia.
El 12 de agosto, el Primer Ministro griego Kyriakos Mitsotakis advirtió sobre la posibilidad de un “accidente” en el Mediterráneo Oriental. Las fuerzas navales griegas y turcas se desplegaron en la zona después de que Ankara enviara un buque para realizar investigaciones sísmicas al sur de Kastellorizo.
“El riesgo de un accidente acecha cuando tantas fuerzas navales se reúnen en una zona limitada, y la responsabilidad en tal caso recaerá en quien cause estas condiciones”, afirmó Mitsotakis en un discurso televisado.
Turquía ha amenazado con invadir las islas griegas del Egeo al menos desde el 2018. Un reciente acuerdo marítimo egipcio-griego parece haber intensificado la agresión regional de Turquía.
El acuerdo marítimo, que se firmó el seis de agosto, estableció la frontera del Mar Mediterráneo entre Egipto y Grecia. También demarcaba una zona económica exclusiva (ZEE) para los derechos de perforación de petróleo y gas. La medida egipcio-griega se consideró en general como una respuesta a un controvertido acuerdo entre Turquía y la administración libia con sede en Trípoli, según el periódico Kathimerini.
Mientras tanto, Turquía ha estado violando sistemáticamente las aguas territoriales de Chipre y Grecia. En mayo, los ministros de relaciones exteriores de Egipto, Francia, Chipre, Grecia y los Emiratos Árabes Unidos emitieron una declaración conjunta “en la que denuncian las actuales actividades ilegales turcas en la Zona Económica Exclusiva de Chipre y sus aguas territoriales, ya que representan una clara violación del derecho internacional reflejado en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar”.
El 15 de mayo, la Unión Europea anunció que “condenaba la escalada de las violaciones del espacio aéreo nacional griego por parte de Turquía, incluidos los sobrevuelos de zonas habitadas y del mar territorial, en violación del derecho internacional”. Pero la condena no ha detenido las violaciones de Turquía. El cinco de agosto, por ejemplo, ocho aviones militares turcos llevaron a cabo un total de 33 violaciones del espacio aéreo nacional de Grecia durante un día, según las autoridades militares griegas.
Tras el acuerdo entre Grecia y Egipto, Turquía volvió a desplegar un buque de investigación sísmica para buscar posibles reservas de petróleo y gas en la plataforma continental de Grecia. Grecia ha vuelto a poner a sus fuerzas armadas en alerta máxima. Se enviaron buques de guerra al lugar entre Creta y Chipre, exigiendo la retirada del buque.
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, sin embargo, sigue desafiando a Grecia y Chipre. El 14 de agosto, refiriéndose a Grecia y otros estados occidentales, Erdogan mencionó:
“Enviaron a todas las organizaciones terroristas contra nosotros. Dimos nuestra respuesta a estos ataques en el idioma que ellos entienden a través de nuestras operaciones en el norte de Irak, Siria, Libia y el Mediterráneo Oriental. También dimos una respuesta hoy. Les manifestamos: ‘Miren, no ataquen nuestro buque Oruc Reis. Si lo atacan, pagarán un alto precio’. Y hoy obtuvieron la primera respuesta”.
“Ninguna potencia colonialista”, señaló Erdogan el 19 de agosto, “puede privar a nuestro país de los ricos recursos de petróleo y gas que se estima existen en esta región”.
Turquía es una potencia colonialista que ocupa el norte de Chipre desde 1974. El gobierno turco no reconoce a la República de Chipre como un estado, y reclama el 44% de la zona económica exclusiva (ZEE) chipriota como suya. Otra sección considerable de esa zona es reclamada por la denominada “República Turca de Chipre Septentrional” en el norte ocupado de la isla, reconocida solo por Turquía.
“Turquía ha adoptado una política revisionista en el Mediterráneo Oriental”, indicó el Dr. Giorgos Kentas, Profesor Adjunto de Política Internacional y Gobernanza de la Universidad de Nicosia, en una entrevista con Gatestone.
“La política de Turquía forma parte de una estrategia más amplia para ampliar la influencia de Turquía en Medio Oriente, el Golfo y África. El objetivo es imponer un dominio geopolítico: un régimen hegemónico regional indiscutible por el que Turquía pueda determinar grandes e importantes acontecimientos. Esa política revisionista se lleva a cabo mediante una mezcla de instrumentos de poder blando y duro.
“En lo que respecta a Grecia y Chipre, Turquía mantiene claramente una postura ofensiva. Parece estar dispuesta a usar la fuerza militar para imponer sus planes revisionistas. Desde hace casi dos décadas, Turquía (bajo el liderazgo de Erdogan) ha desarrollado una estrategia para dominar las grandes zonas marítimas. Esta estrategia es conocida como la “patria azul”. Comienza en el Mar Negro y se extiende a través del Mar Egeo hacia las zonas marítimas de Libia, Egipto, Israel y Siria. Turquía cree que Chipre y Grecia deben someterse voluntariamente a los parámetros de la patria azul, de lo contrario deben enfrentar las consecuencias de su poderío militar. Turquía planea contra Grecia y Chipre bajo la doctrina estratégica de un frente unificado.
“A principios de la década del 2010, Turquía inició un programa ilegítimo de estudios sísmicos en las zonas marítimas de Chipre, apoyado por considerables fuerzas aeronáuticas. En mayo del 2019, Turquía lanzó un programa de perforación en la ZEE de Chipre. Hasta ahora ha iniciado y/o completado siete perforaciones, al menos una en las aguas territoriales de Chipre. De hecho, Turquía ha extendido de facto su ocupación militar de Chipre desde la tierra que ocupa desde 1974 a las zonas marítimas de la isla. Todo eso quedó en su mayoría sin respuesta, con la excepción de algunas declaraciones de terceros estados y algunas sanciones simbólicas de la UE.
“Turquía está intentando actualmente una política similar de revisionismo contra Grecia. El objetivo es imponer un régimen hegemónico sobre las zonas marítimas de Grecia y/o las zonas marítimas que Grecia reclama en el Mediterráneo Oriental.
“Turquía ha desarrollado el poder militar y ha adquirido los medios para desafiar y revisar el impulso geopolítico creado por una serie de acuerdos de delimitación entre Chipre, Egipto, Líbano e Israel. Turquía también socava el programa de hidrocarburos de Chipre. Grecia ahora encabeza la agenda de Ankara en el marco del dominio de la patria azul”.
Según Harris Samaras, experto en la ZEE chipriota y presidente de la empresa internacional de banca de inversión Pytheas, la política exterior de Turquía en el Mediterráneo oriental es en gran medida una extensión de sus políticas internas islamistas.
“Turquía es un país autoritario cada vez más configurado por fuerzas ultranacionalistas e islamistas”, afirmó Samaras a Gatestone.
“Inspirado por la Revolución Islámica de 1979 en Irán, Erdogan y su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) han aplicado políticas que fomentan la islamización del país, promoviendo la religión, el fundamentalismo y limitando las libertades y los derechos individuales. Turquía apoya globalmente el islamismo y el jihadismo como en los casos del ISIS, Hamás, Boko Haram, al Qaeda y el régimen iraní, entre otros. Por lo tanto, es acertado afirmar que Turquía está hoy entre los países más antiamericanos y antieuropeos del mundo. Funciona como un motor polarizado de radicalismo religioso de alcance mundial”.
Según Samaras, hay tres causas principales de la agresión de Turquía a Grecia y el comportamiento jingoísta general de Turquía en el Mediterráneo Oriental:
1. Erdogan desea liderar el mundo islámico, un proyecto destinado a cumplir sus ambiciones, y mejores complejos de supremacía regional, de apoderarse del liderazgo político del mundo musulmán legitimado por asumir conscientemente el manto como sucesor de la ‘gloriosa’ historia del imperio otomano. Turquía, como Erdogan ha declarado repetidamente, “es una continuación del Imperio Otomano”. Esto infiere que, como su líder, Erdogan es análogo al Califa. Obsérvense las similitudes con las declaraciones de los líderes del ISIS.
2. “Mientras que la gran mayoría de los líderes europeos y estadounidenses de todos los partidos, incluyendo la comunidad de inteligencia y el Pentágono, reconocen la realidad de Turquía, ciertos líderes de la UE, diplomáticos estadounidenses y personas nombradas continúan pidiendo disculpas y racionalizando el comportamiento turco. Diluyen las medidas para hacer que Turquía rinda cuentas. Su negación de las pruebas sobre la malversación regional de Turquía no solo debilita a Occidente y su credibilidad, sino que también beneficia a Rusia, Irán y el terrorismo”.
“Además, y por encima de todo, los elementos que intencionadamente hacen la vista gorda a las violaciones del estado de derecho por parte de Turquía no solo alientan a Erdogan a intensificar sus políticas intimidatorias y patrioteras, sino que también presionan a Grecia (como hacen con Chipre) para que haga un trato de ‘venta’ de energía y soberanía. Esto es contrario al derecho internacional y un intento de retrasar la condena de Turquía, justificando finalmente sus atrocidades”.
3. La popularidad de Erdogan (y su AKP) ha caído al nivel más bajo desde su reinado autocrático. Esto es el resultado de su sistemático acaparamiento de poder, nepotismo y corrupción. La economía para uno está en una situación desesperada. Teatros como el de Santa Sofía y la diplomacia de las cañoneras en el Mediterráneo Oriental, así como las explosiones sobre la “tiránica” UE e Israel, son “necesarias” para dirigir los intereses de sus polarizados compatriotas a otra parte y lejos de la miseria que su asquerosa administración ha infligido. Envolverse en un manto de patriotismo es parte de la agenda de Erdogan y de la narrativa propagandística de su régimen.
“Erdogan, sin embargo, anticipa ahora que la Canciller de Alemania, Angela Merkel, su mejor aliada y en muchos sentidos su ‘cómplice’, obligará a Grecia a discutir. Espera que bajo la presión de Alemania Grecia se ‘conforme’ a vender parte de su soberanía. Sin embargo, el mundo occidental tiene que enfrentarse a la realidad turca, la realidad estratégica de que toda posibilidad de una Turquía de tendencia occidental ha desaparecido”.
Mientras tanto, el Departamento de Estado de los Estados Unidos han emitido una declaración sobre las actividades de Turquía en la región. “Los Estados Unidos están al tanto de que Turquía ha emitido una notificación a otros buques de la actividad de prospección en el Mediterráneo Oriental. Instamos a las autoridades turcas a que detengan cualquier plan de operaciones de este tipo y a que eviten medidas que aumenten las tensiones en la región”, expresó un portavoz del Departamento de Estado el 10 de agosto.
“La agresión turca contra Grecia no es realmente nada nuevo”, declaró a Gatestone Anna Koukkides-Procopiou, miembro de la Junta Consultiva del Centro de Asuntos Europeos e Internacionales de la Universidad de Nicosia.
“Por ejemplo, ha habido innumerables violaciones del espacio aéreo en los últimos años. Turquía está llevando todo a un nivel diferente hoy en día. Esta espiral de tensión gradual, en primer lugar, tenía como objetivo probar las aguas, tanto literal como metafóricamente. Pero Grecia ha demostrado que no se quedará tranquila, a pesar de que Turquía se esfuerza por establecer un programa maximalista en sus propios términos, antes de que las negociaciones se lleven a cabo en algún momento. Turquía considera que su uso de la fuerza es tanto una zanahoria como un palo para que Grecia sucumba a sus pretensiones”.
“En segundo lugar, no hay duda de que toda la retórica neo-otomana y anti-Lausana de la que Erdogan y sus ministros han estado haciendo buen uso debe ser tomada en serio. Es parte de un intento hegemónico de dominar el liderazgo regional, así como un intento de atraer al público en casa. Un gobernante autoritario reina a base de pan y juegos. Parece que el pan se está acabando en Turquía en este momento, por lo que también debe haber un enfoque en los juegos”.
En cuanto a lo que Europa y los Estados Unidos deben hacer ante la continua agresión turca, Procopiou señaló:
“Ha habido suficiente charla y poca acción. Si Europa y los Estados Unidos son serios en detener la agresión de Turquía, necesitan mostrar que van en serio. Europa sigue alimentando a Erdogan con dinero mientras él hace un espectáculo de democracia, derecho internacional y derechos humanos. Estos son los valores fundamentales que la Unión Europea supuestamente representa”.
“En esencia, Erdogan ha estado ridiculizando a la UE, la OTAN y los Estados Unidos con cero consecuencias. ¿Por qué debería dejar de hacerlo? Si la única reacción que obtiene es una burla de la lista de sanciones en Europa, con solo dos nombres de personas sin importancia en esa lista, y no se hace cumplir la CAATSA (Ley de Contrarrestar los Adversos de los Estados Unidos a través de Sanciones) estadounidense, está tomando a todo el mundo por el culo. Así que, podríamos empezar al menos con eso. La economía turca se encontró de rodillas la última vez que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se preocupó de enviar a Erdogan un mensaje sobre el arresto del pastor estadounidense Andrew Brunson. ¿Qué impide al presidente Trump hacer eso ahora?”.