Yoni Kalin y Katie Kalisher presenciaron momentos de caos dentro del Museo Judío de la Capital cuando resonaron disparos en el exterior. Un hombre ingresó al recinto con visible angustia, lo que llevó a los presentes a ofrecerle agua y asistencia, sin sospechar que era el autor del tiroteo que segó la vida de dos empleados de la embajada israelí.
Kalin relató que, al llegar la policía, el individuo sacó un keffiyeh rojo y profirió gritos de “Palestina libre” de manera repetitiva. El testigo expresó su consternación: el evento en el museo se centraba en la ayuda humanitaria, buscando unir a musulmanes, judíos y cristianos para apoyar a personas en Gaza e Israel. “¿Cómo es posible que alguien asesine a dos personas a sangre fría en este contexto?”, cuestionó.
Días antes, el museo había recibido fondos de un programa de subvenciones de $500,000 destinado a reforzar la seguridad de organizaciones sin fines de lucro en Washington. Según NBC4 Washington, los líderes del museo, conscientes de las amenazas por su identidad judía y una nueva exhibición LGBTQ, priorizaban la protección del lugar. Beatrice Gurwitz, directora ejecutiva, afirmó a la cadena que el objetivo era mantener un espacio seguro y acogedor para todos los visitantes, mientras se exploran historias significativas.