Los legisladores del estado más poblado de Australia aprobaron el miércoles un amplio paquete normativo que refuerza las restricciones sobre armas y concede a las autoridades la facultad de prohibir protestas. La decisión siguió al tiroteo masivo más letal registrado en el país en décadas recientes.
Padre e hijo, Sajid y Naveed Akram, enfrentan acusaciones por atacar un evento de Janucá en la playa de Bondi, en Sídney. El hecho dejó 15 personas muertas y las autoridades lo calificaron como un atentado terrorista antisemita perpetrado contra la comunidad judía.
Tras el ataque y ante una presión política creciente, los gobiernos estatal y federal impulsaron modificaciones a la legislación sobre armas. También promovieron una prohibición amplia del discurso de odio, presentada como una respuesta directa al impacto social y político provocado por la matanza.
El gobierno de Nueva Gales del Sur, estado donde ocurrió el tiroteo, volvió a convocar a su parlamento. El objetivo fue introducir lo que definió como las “reformas sobre armas de fuego más duras del país”, según el anuncio oficial realizado por el ejecutivo local.
Las reformas recibieron aprobación de la Cámara Alta del parlamento estatal a primera hora del miércoles por 18 votos contra ocho. La normativa regresó a la Cámara Baja para su validación formal más tarde ese mismo día, informó la emisora pública ABC.

Las nuevas disposiciones limitarán a cuatro el número de armas permitidas por persona, con un máximo de 10 para grupos exentos como los agricultores. Además, la legislación concede a las autoridades la capacidad de prohibir protestas hasta por tres meses tras un incidente terrorista.
El primer ministro estatal, Chris Minns, afirmó que las leyes “mantendrán a salvo a la gente de Nueva Gales del Sur”. “Ya sea en la regulación de armas en Nueva Gales del Sur, o en segundo lugar, cambios en las protestas, con el fin de bajar la temperatura en Sídney”, declaró ante la prensa.
Una amplia coalición de organizaciones anunció que impugnará las leyes antiprotesta ante los tribunales. Entre ellas figura Palestine Action Group Sydney, que acusó al estado de haber “aprobado legislación sin el debido proceso, atacando nuestro derecho fundamental a protestar”.
El mismo grupo sostuvo que el gobierno estableció “vínculos no sustentados y claramente deshonestos entre el antisemitismo y el movimiento de solidaridad con Palestina”. El capítulo hermano de la organización ya fue prohibido previamente en el Reino Unido.
De forma paralela, el gobierno federal australiano impulsa normas que crean un delito agravado por predicación de odio. El paquete incluye sanciones por intentos de radicalizar a menores y un registro de grupos presuntamente extremistas cuya afiliación resultará ilegal.

El ejecutivo federal también financiará la entrega voluntaria de “armas de fuego excedentes, recientemente prohibidas e ilegales”. La iniciativa representaría la mayor recompra de armas desde 1996, año en que Australia endureció su legislación tras el asesinato de 35 personas en Port Arthur.
En días recientes surgieron nuevos datos sobre los hechos previos a los asesinatos de Bondi. Documentos policiales divulgados el lunes indicaron que los dos presuntos atacantes realizaron “entrenamiento con armas de fuego” en una zona rural de Nueva Gales del Sur.
Las autoridades sostienen que la pareja “planificó meticulosamente” el ataque “durante muchos meses”. Según la investigación, también grabaron en octubre un video contra los “sionistas”, frente a una bandera del Estado Islámico, donde expusieron sus motivaciones.
Los documentos policiales señalan además un viaje nocturno de reconocimiento a la playa de Bondi realizado pocos días antes de los asesinatos. Uno de los sospechosos, Sajid Akram, de 50 años, murió abatido por la policía durante el ataque.
Akram, de nacionalidad india, ingresó a Australia con una visa en 1998. Su hijo Naveed, de 24 años y ciudadano australiano nacido en el país, fue trasladado el lunes del hospital a la prisión de Long Bay, en el sureste de Sídney.
Naveed Akram enfrenta 15 cargos de asesinato, además de imputaciones por cometer un “acto terrorista” y por colocar una bomba con intención de causar daño. Hasta el momento, no ha presentado declaración alguna respecto de los cargos formulados.
