PEKIN, China (AFP) – China calificó el martes de “inaceptables” las crecientes restricciones internacionales impuestas a los viajeros procedentes de su territorio, después de que más de una docena de países impusieran nuevas restricciones en materia de COVID a los visitantes de la nación más poblada del mundo.
Israel, Estados Unidos, Canadá, Japón y Francia se encuentran entre los países que insisten en que todos los viajeros procedentes de China den negativo en las pruebas de COVID antes de su llegada, mientras crece la preocupación por el aumento de casos.
El pronunciado aumento de las infecciones en China se produce después de que Pekín levantara bruscamente el mes pasado años de restricciones de línea dura, con hospitales y crematorios rápidamente desbordados.
Pero Pekín ha seguido adelante con una reapertura largamente esperada, anunciando la semana pasada el fin de las cuarentenas obligatorias a la llegada, en una medida que incitó a los chinos a planificar viajes al extranjero.
“Algunos países han adoptado restricciones de entrada dirigidas únicamente a los viajeros chinos”, declaró Mao Ning, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, en una reunión informativa periódica.
“Esto carece de base científica y algunas prácticas son inaceptables”, añadió, advirtiendo que China podría “tomar contramedidas basadas en el principio de reciprocidad”.
Preguntada por la reacción de China, la primera ministra francesa, Elisabeth Borne, defendió las nuevas normas.
“Creo que estamos cumpliendo con nuestro deber al pedir pruebas”, declaró Borne a la radio franceinfo.
“Seguiremos haciéndolo”.
Las normas impuestas afectan a todos los viajeros procedentes de China -no sólo a los ciudadanos chinos-, mientras Pekín sigue restringiendo la entrada de visitantes y no expide visados a turistas o estudiantes internacionales.
Países como Estados Unidos también han citado la falta de transparencia de Pekín en torno a los datos sobre infecciones y el riesgo de nuevas variantes como motivo para restringir los viajes.
China sólo ha registrado 22 muertes por COVID desde diciembre y ha reducido drásticamente los criterios para clasificar dichas muertes, lo que significa que las propias estadísticas de Pekín sobre la oleada sin precedentes se consideran ahora en general que no reflejan la realidad.
Shanghai desbordada
Mientras los trabajadores sanitarios de todo el país luchan contra el aumento de casos, un médico jefe de uno de los principales hospitales de Shanghai afirmó que el 70% de la población de la megaciudad podría estar infectada por COVID-19, según informaron el martes los medios de comunicación estatales.
Chen Erzhen, vicepresidente del Hospital Ruijin y miembro del grupo consultivo de expertos en COVID de Shanghai, estimó que la mayoría de los 25 millones de habitantes de la ciudad podrían estar infectados.
“Ahora la propagación de la epidemia en Shanghai es muy amplia, y puede haber alcanzado al 70% de la población, lo que supone entre 20 y 30 veces más que (en abril y mayo)”, declaró al estudio Dajiangdong, propiedad del portavoz del Partido Comunista, el Diario del Pueblo.
Shanghai sufrió un agotador bloqueo de dos meses a partir de abril, durante el cual más de 600.000 residentes resultaron infectados y muchos fueron trasladados a centros de cuarentena masiva.
Pero ahora la variante Ómicron se está extendiendo por toda la ciudad.
En otras ciudades importantes, como Pekín, Tianjin, Chongqing y Guangzhou, las autoridades sanitarias chinas han sugerido que la oleada ya ha alcanzado su punto máximo.
En la vecina provincia de Zhejiang, las autoridades de control de la enfermedad declararon el martes que se habían producido un millón de nuevas infecciones por COVID en los últimos días y que la provincia estaba entrando en un pico máximo.
Chen añadió que su hospital de Shanghai estaba atendiendo 1.600 urgencias diarias -el doble que antes de que se levantaran las restricciones-, de las cuales el 80% eran pacientes de COVID.
“Cada día llegan al hospital más de 100 ambulancias”, declaró, y añadió que alrededor de la mitad de los pacientes ingresados de urgencia eran personas vulnerables mayores de 65 años.
En el Hospital Tongren, en el centro de Shanghai, los reporteros de la AFP vieron el martes a pacientes que recibían atención médica de urgencia frente a la entrada de la abarrotada sala de urgencias.
Los pasillos rebosaban de docenas de pacientes ancianos tumbados en camas hacinados, conectados a goteros intravenosos.
Un reto enorme
Las autoridades chinas se preparan para que una oleada de virus azote las zonas rurales del interior del país, con escasos recursos, mientras millones de personas se preparan para viajar a sus ciudades de origen con motivo de la semana de vacaciones del Año Nuevo Lunar, que comienza el 21 de enero.
Jiao Yahui, funcionario de la Comisión Nacional de Salud (CNS), admitió que hacer frente a la oleada prevista en las zonas rurales supondría un “enorme desafío”.
“Lo que más nos preocupa es que en los últimos tres años nadie ha regresado a casa para el Año Nuevo Lunar, pero este año por fin podrán hacerlo”, declaró Jiao el lunes a la cadena estatal CCTV.
“Como resultado, puede haber una oleada de represalia de los residentes urbanos hacia el campo para visitar a sus familiares, por lo que estamos aún más preocupados por la epidemia rural”.