En el tenso entorno internacional actual, innovaciones tecnológicas como la inteligencia artificial, la automatización, la robótica, la tecnología cuántica y la tecnología espacial suelen proporcionar ventajas excepcionales a los Estados y condicionan la competición mundial por el poder. China, que ha llamado la atención con sus inversiones y políticas en estos ámbitos, ha empezado a perfilarse como un importante oponente de Estados Unidos.
China pretende aprovechar las oportunidades políticas, económicas, militares y comerciales que ofrecen las tecnologías innovadoras para convertirse en el líder tecnológico mundial. La estrategia china, en la que todos los mecanismos estatales chinos actúan conjuntamente, pretende aumentar el apoyo a las empresas estatales, dar prioridad a las actividades de investigación y desarrollo, garantizar la industrialización de alta tecnología e impulsar los programas de innovación. Pero, ¿qué significa este enfoque, que últimamente preocupa a los países occidentales?
El pragmatismo tecnológico de China
A principios de 2006, el gabinete chino declaró que considera la tecnología innovadora como una opción estratégica dentro del Plan Nacional a Medio y Largo Plazo para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología (2006-2020). En este contexto, China, que se centra en reforzar sus capacidades en ámbitos como los vehículos aéreos no tripulados y el espacio, ha empezado a popularizar el uso de las tecnologías digitales y la automatización, de acuerdo con sus planes quinquenales de desarrollo. En el marco del Programa 973, que comenzó en 2009 bajo la coordinación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, China ha incrementado su apoyo a numerosos programas científicos, como la tecnología cuántica, las tecnologías espaciales y de satélites, las capacidades cibernéticas, la inteligencia artificial, la computación en nube, los sistemas de automatización y la robótica.
China, que codificó sus objetivos tecnológicos en 2015 cuando anunció sus planes “Made in China 2025” e Internet Plus, se ha centrado especialmente en inversiones en inteligencia artificial, tecnologías cuánticas y big data. El desarrollo tecnológico también ofrece oportunidades económicas a gran escala a China, aunque persisten los desafíos para desarrollar la industria de alta tecnología y aumentar la cuota de mercado. Frente a un actor con grandes empresas tecnológicas como Estados Unidos, los responsables políticos chinos intentan aumentar la capacidad de China y convertirse en un actor que pueda competir en el mercado global con empresas como Alibaba, Tencent, Baidu, Huawei y Xiaomi.
Otro propósito de las inversiones chinas en tecnología innovadora es integrar estas capacidades y otras tecnologías de doble uso en el ámbito militar. China, bajo la presidencia de Xi Jinping, comenzó a reformar el Ejército Popular de Liberación (EPL) en 2015 como parte de su política de integración civil-militar, y desde entonces ha mejorado las capacidades de las Fuerzas de Apoyo Estratégico del EPL en áreas como el espacio, la guerra cibernética y la guerra electrónica. Así, al tiempo que moderniza su ejército, China también pretende implantar una nueva doctrina militar basada en la competencia en el espacio y las guerras futuras.
En línea con esta doctrina y con el objetivo de reestructurar las fuerzas armadas, empresas estatales, empresas privadas de tecnología, universidades y centros de investigación colaboran con el ejército chino. En este punto, la tecnología cuántica, las capacidades cibernéticas, los programas espaciales, la automatización, los robots y la inteligencia artificial destacan como los componentes básicos de la estrategia de integración civil-militar de China. China, que creó en 2017 la Comisión Central de Desarrollo Militar y Civil Integrado para coordinar las políticas de integración civil-militar, ha otorgado a esta comisión amplios poderes para determinar y abastecer las necesidades.
China, que envió un satélite cuántico al espacio en 2016 para aumentar sus capacidades militares, ha buscado oportunidades para mejorar sus capacidades de inteligencia, vigilancia y reconocimiento y obtener una ventaja sobre sus rivales mundiales. Del mismo modo, el Grupo de Seguridad Empresarial 360 de China, el primer centro de innovación en ciberseguridad cívico-militar del país, ha empezado a crear sistemas de ciberdefensa para necesidades militares.
Competencia mundial a la sombra de la tecnología innovadora
Para Washington, la creciente capacidad tecnológica de China se ha convertido en una de las principales cuestiones en las relaciones bilaterales con Pekín. Dado el deseo de los responsables políticos estadounidenses de mantener el liderazgo global de Washington en los espacios económico, militar y tecnológico, la integración civil-militar de Pekín y el desarrollo de tecnologías de doble uso se han convertido en retos cruciales para Estados Unidos. Por lo tanto, ya en la década de 2010, Washington bajo la administración Obama adoptó una estrategia para limitar el rápido ascenso económico de China. Tras la elección del presidente Donald Trump, adoptó una política más agresiva que incluía sanciones económicas y tecnológicas. La política basada en sanciones ha infligido pérdidas significativas a empresas chinas como Huawei. La política de Washington para combatir a China continúa bajo la presidencia de Joe Biden, aunque los métodos son diferentes.
A pesar de ello, puede decirse que la política de Washington hacia China aún no está clara. Sin embargo, pueden distinguirse cuatro parámetros cruciales: mantener su liderazgo tecnológico, económico y militar; limitar la influencia de China en el mercado tecnológico profundizando la cooperación con sus aliados; producir tecnologías alternativas; y construir una estructura tecnopolítica frente a sus rivales.
Por ejemplo, la atención prestada por la OTAN al ascenso tecnológico de China es un indicador significativo de la preocupación de Occidente. Se ha animado a las empresas occidentales a limitar la cooperación con China y, en algunos casos, se han legislado restricciones. También se ha intentado limitar la adquisición de empresas occidentales por parte de Pekín.
Sin embargo, las condiciones y los ámbitos de competencia en el mundo actual no se basan únicamente en el paradigma de la seguridad. Las instituciones y los actores del actual orden mundial interactúan estrechamente con China. En otras palabras, en el entorno competitivo actual no existe una estructura bipolar. Muchos actores, incluidos Estados Unidos y sus aliados, deben interactuar con China en diversos ámbitos. Esta situación complica el alcance y el futuro de la campaña antichina.
Además, la competencia tecnológica no se limita a los espacios físicos o geopolíticos. El entorno competitivo va más allá de los Estados, las instituciones, las empresas y otros actores e incluye ámbitos basados en la información y los datos. Esta competencia en el espacio digital no es un ámbito en el que los Estados, gobiernos u otros actores -incluso hegemónicos- puedan ejercer un dominio directo. Esta situación acentúa la importancia de los debates sobre el futuro del actual entorno competitivo.