Treinta combatientes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) entregaron sus armas el viernes en una ceremonia organizada en el Kurdistán iraquí, dos meses después de que la organización kurda anunciara el fin de su lucha armada contra el Estado turco, iniciada en 1984.
La actividad fue parte del proceso de transición del PKK hacia la participación en la política democrática, dentro de un intento por concluir uno de los conflictos armados más prolongados en la región. Según analistas, el debilitamiento de la organización y el desgaste social entre la población kurda influyeron en esta decisión.
El abandono de las armas se ha vinculado a un nuevo contexto político que incluye la posibilidad de abrir negociaciones con Turquía. Este movimiento ha sido interpretado por algunos sectores como una ventana para que Abdullah Öcalan, fundador del PKK encarcelado desde 1999, abandone definitivamente el camino armado.
Durante la ceremonia, realizada cerca de la antigua cueva de Casene, 30 combatientes uniformados descendieron del escenario y depositaron sus armas en un caldero encendido. Entre el armamento entregado figuraban fusiles, una ametralladora y un lanzagranadas. Alrededor de 300 personas presenciaron el acto, informó un corresponsal de AFP.
Después del evento, los participantes regresaron a sus bases en las montañas, según confirmó uno de los comandantes del PKK. La comandante Bese Hozat declaró a la AFP que el éxito del proceso dependía de la liberación de Öcalan y de su capacidad para dirigir políticamente la transición.
“La libertad física del líder Apo debe garantizarse legalmente. Solo así podrá gestionar el proceso. Esta es nuestra principal demanda”, afirmó. Agregó que sin ese requisito, la continuidad del proceso sería improbable.
El presidente turco Recep Tayyip Erdogan calificó el acto como un paso significativo y expresó su expectativa de que conduzca a una paz duradera. Una fuente oficial del gobierno turco indicó que la decisión del PKK forma parte de un proceso más amplio que contempla la reintegración legal de sus miembros.
Desde el PKK también se ha planteado la necesidad de reformas legislativas en Turquía que permitan su retorno y participación política. “Si Turquía promulga leyes e implementa reformas legales radicales, iremos a Turquía y nos dedicaremos a la política”, declaró Hozat. Añadió que, de no haber cambios constitucionales, los excombatientes enfrentarían prisión o muerte.
El partido prokurdo DEM, que medió en los contactos entre Öcalan y el gobierno turco, definió la ceremonia como el inicio de una nueva etapa para la guerra kurdo. Además, presentó una solicitud judicial para liberar a Selahattin Demirtas, encarcelado desde 2016 y sentenciado a 42 años de prisión en 2023.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia expresó su respaldo al acto y manifestó su esperanza de que el desarme del PKK sea efectivo y verificable. También llamó a que el proceso derive en una vía política integradora que ponga fin a la violencia.
El PKK protagonizó ataques armados desde 1984. Sin embargo, en mayo anunció su disolución y expresó su intención de continuar su actividad por medio de mecanismos democráticos. Esta decisión respondió a un llamado emitido en febrero por Öcalan, quien permanece encarcelado desde hace 26 años.
En los meses previos, el PKK había decretado un alto el fuego, lo que precedió a su anuncio formal de disolución realizado el 12 de mayo. Öcalan declaró que el proceso de desarme sería ejecutado sin dilaciones.