Algunos analistas creen que la COVID-19 puede haber sido el catalizador de la reciente escalada militar en la frontera entre Azerbaiyán y Armenia en la región de Tovuz.
La corta y mortal serie de ataques sirvió para distraer del novedoso virus, que ha devastado las economías de ambos países y sacudido sus ya anteriores situaciones políticas.
“La situación interna de Armenia es tan mala con el coronavirus que sus dirigentes quieren desviar la atención de las masas”, informó Leyla Abdullayeva, jefa del Departamento de Servicio de Prensa del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Azerbaiyán.
Del mismo modo, Tevan Poghosyan, presidente del Centro Internacional para el Desarrollo Humano, un centro de estudios armenio, señaló a The Jerusalén Post que “la situación interna de Azerbaiyán, su colapso económico y el hecho de que se haya visto gravemente afectado por el coronavirus” probablemente condujeron a los recientes ataques.
Mencionó que el presidente azerbaiyano Ilham Aliyev debe haber considerado “si iniciaran un conflicto, se desviaría de las cuestiones internas y haría que el coronavirus pareciera una pequeña gota en comparación con el conflicto”.
Según la narración azerbaiyana, el 12 de julio el ejército armenio intentó atacar las posiciones azerbaiyanas con fuego de artillería en dirección al distrito fronterizo noroccidental de Tovuz, retirándose después de sufrir pérdidas tras las represalias del ejército azerbaiyano. El ataque violó el derecho internacional y el acuerdo de cese al fuego vigente entre los dos países, mencionó al Post Elin Suleymanov, Embajador de Azerbaiyán en los Estados Unidos.
Según la narración armenia, los soldados azerbaiyanos condujeron un vehículo militar de combate hacia la frontera. Los soldados armenios emitieron advertencias, tras lo cual los soldados azerbaiyanos abandonaron el vehículo y se retiraron. Poco después, las tropas azerbaiyanas lanzaron un ataque e intentaron capturar la posición militar armenia utilizando fuego de artillería y Armenia tomó represalias.
Anna Naghdalyan, la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Armenia, indicó que el ataque era un intento de Azerbaiyán de “imponer su voluntad” al país y “mostrar su ventaja militar sobre Armenia”.
La escalada ha dado lugar a un derramamiento de sangre en ambos lados, incluida la muerte de un civil azerí de 76 años que murió por fuego de mortero.
Los últimos enfrentamientos se consideraron inusuales, a pesar de que las dos exrepúblicas soviéticas están en conflicto por Nagorno-Karabaj desde 1994, porque se produjeron en la región de Tovuz, a unos 300 kilómetros de la controvertida Nagorno-Karabaj.
Además, los ataques se produjeron en las inmediaciones de los oleoductos y gasoductos de la región, incluido el Corredor Meridional de Gas, que proporciona una seguridad energética vital para Europa, lo que suscita preocupación en la comunidad internacional.
Algunos analistas manifestaron que Armenia estaba tratando de ampliar el alcance de la confrontación y de hacer participar a agentes externos como sus aliados de la Organización de Tratamiento de la Seguridad Colectiva, razón por la cual eligió la región de Tovuz.
Se considera que Armenia está ocupando Nagorno-Karabaj desde 1991, en violación de cuatro resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y en contra de la política del Departamento de Estado de los Estados Unidos, que no reconoce a Nagorno-Karabaj como país independiente y “apoya la integridad territorial de Azerbaiyán”.
Azerbaiyán y Armenia firmaron un acuerdo de cese al fuego en mayo de 1994, pero nunca se ha observado plenamente y de vez en cuando estalla el fuego.
Sin embargo, la teoría de que la COVID-19 provocó el estallido se considera igualmente probable.
Hasta ahora, según el sistema de seguimiento de coronavirus de Worldometer, Armenia ha sufrido 34 001 casos de coronavirus y 620 muertes.
El país ha estado operando en estado de emergencia desde el pico del primer brote. La capacidad de sus hospitales está agotada. La pandemia, como en la mayor parte del mundo, ha provocado pérdidas de ingresos, despidos y cierres y muchos ciudadanos se enfrentan a graves problemas financieros.
Los críticos han acusado al gobierno armenio y al Primer Ministro Nikol Pashinyan de manejar la crisis de manera ineficaz, lo que los analistas creen que podría convertirse en una crisis política.
“La administración de Pashinyan tuvo que enfrentarse a varios retos serios al mismo tiempo”, manifestó el analista azerbaiyano e israelí Arye Gut al Post. La crisis económica en el país a causa de la COVID-19 y las intrigas políticas internas se intensificaron, al igual que la presión de la oposición y los oponentes del propio Pashinyan. En este caso, la única forma de salir del punto muerto podría ser una pequeña guerra con Azerbaiyán para distraer la atención de su pueblo de los graves problemas socioeconómicos del país causados por la pandemia del coronavirus.
“El coronavirus ha llevado a Armenia al desastre y el país se encuentra en una situación epidémica aterradora”, concluyó.
Al mismo tiempo, según el sistema de seguimiento de coronavirus de Worldometer, unos 26 165 azeríes han sido infectados por el coronavirus y 334 han muerto. La Organización Mundial de la Salud informó de que Azerbaiyán figuraba entre los principales países de Europa cuyo sistema de atención de la salud corría el riesgo de colapsar por la sobrecarga debida a la pandemia. Las autoridades del país han expresado su preocupación por su capacidad para hacer frente a la continua crisis, lo que hace temer una escasez de médicos.
El mes pasado, durante una visita a un hospital de la ciudad de Ganja, se informó de que el presidente Ilham Aliyev advirtió al público que “todos deben saber que los médicos también se infectan, y los médicos también mueren”. Anunció: “Hemos involucrado a todos los médicos disponibles en este trabajo. No tenemos el doble de este número de médicos. Si esta pandemia se extiende aún más, digamos, si tenemos 300-400 personas infectadas hoy y su número aumenta mañana, ¿dónde los colocaremos? Incluso si los colocamos, se están construyendo hospitales y tenemos camas vacías, ¿cómo podemos aumentar el número de médicos?”.
Vagif Dargahli, portavoz del Ministerio de Defensa de Azerbaiyán, afirmó al Post que la frontera ha estado tranquila pero tensa desde el reciente brote y declaró que Azerbaiyán no se está preparando para la guerra.
“Queremos estar en paz”, afirmó.
Nagdalyan expresó sentimientos similares: “No hay alternativa a la resolución pacífica del conflicto”.