Washington solicitó a Israel no intervenir contra los hutíes y afirmó que liderará las operaciones militares para contener esta amenaza respaldada por Irán.
Estados Unidos asume el control de las operaciones en Yemen
El 20 de marzo de 2025, Estados Unidos pidió formalmente a Israel abstenerse de atacar a los hutíes en Yemen, con el argumento de que las fuerzas estadounidenses se encargarán de la respuesta militar. Esta posición, difundida por medios internacionales y plataformas como X, refleja la intención de Washington de centralizar la estrategia contra el grupo yemení respaldado por Irán, y evitar así una posible escalada regional. Un funcionario estadounidense, citado en fuentes abiertas, explicó que los bombardeos contra posiciones hutíes tienen como objetivo disuadir tanto al grupo como a sus patrocinadores en Teherán.
El pedido se conoció tras un ataque con misiles balísticos hutíes contra Tel Aviv y Jerusalén, interceptados por el sistema Arrow de Israel. Este ataque, el primero en dos meses, reactivó el debate en Israel sobre una posible represalia, similar a los bombardeos lanzados por su fuerza aérea en diciembre de 2024. A pesar de la presión interna, Estados Unidos reiteró su solicitud de que Israel se mantenga al margen, señalando que su presencia militar en el Golfo de Omán está mejor posicionada para sostener una ofensiva prolongada.
Unas horas antes del lanzamiento de misiles contra Israel, Estados Unidos inició ataques aéreos y navales en Hodeidah, un enclave hutí en Yemen. Estos operativos, confirmados por el Pentágono, apuntaron a destruir radares, sistemas de defensa aérea, plataformas de misiles y drones. Según funcionarios estadounidenses, la ofensiva se extenderá durante días o incluso semanas. Las acciones incluyeron aviones F/A-18 desde portaaviones y misiles Tomahawk lanzados desde destructores en la región.
Washington informó previamente a Israel sobre el inicio de esta campaña, lo que revela un nivel significativo de coordinación bilateral, aunque sin participación directa israelí. La ofensiva lanzada el 19 de marzo buscó anticiparse al ataque hutí, pero no logró impedirlo. La intensidad de los bombardeos demuestra la decisión de Estados Unidos de liderar la respuesta frente a esta amenaza.
Campaña aérea estadounidense marca una ofensiva prolongada
Los hutíes, pese a los ataques recibidos, reivindicaron el lanzamiento de misiles contra Israel horas después, en apoyo a Gaza. Este mensaje fue difundido a través de medios oficiales del grupo y en redes sociales. La agrupación aseguró que continuará atacando embarcaciones asociadas a Israel en el mar Rojo, desde zonas bajo su control en Yemen. Estas operaciones cuentan con respaldo logístico y financiero de facciones iraníes alineadas con Teherán.
Mientras tanto, Irán ha intentado limitar las acciones hutíes para evitar un conflicto mayor con Estados Unidos. Fuentes diplomáticas señalan que el gobierno iraní, mediante canales directos e indirectos a través de Omán, pidió a los hutíes reducir sus actividades. Sin embargo, la capacidad de influencia de Teherán sobre el grupo parece restringida, ya que los hutíes actúan con autonomía y han mantenido su estrategia de presión mediante ataques marítimos.
Datos clave sobre la intervención de EE. UU. en Yemen
- Fecha de solicitud de EE. UU. a Israel: 20 de marzo de 2025.
- Misiles hutíes lanzados: dos, interceptados por el sistema Arrow.
- Inicio de bombardeos estadounidenses: 19 de marzo en Hodeidah.
- Armamento utilizado por EE. UU.: aviones F/A-18 y misiles Tomahawk.
- Apoyo iraní a los hutíes: logístico y financiero, desde áreas bajo su control.
Israel ya ha enfrentado ataques de los hutíes anteriormente, como el registrado en diciembre de 2024. En esa ocasión, la Fuerza Aérea Israelí respondió con bombardeos dirigidos contra infraestructura utilizada por el grupo en Yemen. Estas operaciones destruyeron almacenes de armas y puertos clave. No obstante, la solicitud actual de Estados Unidos plantea un dilema estratégico para Jerusalén. Aunque algunos sectores defienden una respuesta militar, el gobierno israelí parece dispuesto a seguir las recomendaciones de Washington y dejar la ofensiva en manos estadounidenses.
La decisión de Israel de mantenerse al margen responde tanto a una consideración estratégica como práctica. Los portaaviones y bases estadounidenses en la región —ubicadas en Qatar y Emiratos Árabes Unidos— proporcionan una infraestructura más adecuada para una campaña sostenida, algo que Israel no podría replicar sin asumir altos costos operativos.
EE. UU. busca frenar influencia iraní en la región
El objetivo principal de Estados Unidos es neutralizar las capacidades ofensivas de los hutíes y reducir su amenaza sobre Israel y el tráfico marítimo del mar Rojo. Esta región es un corredor estratégico para el comercio internacional. Los bombardeos, según fuentes del Pentágono, se centran en eliminar radares, sistemas de misiles y plataformas de lanzamiento.
Además de debilitar a los hutíes, Washington busca enviar un mensaje claro a Irán, que apoya al grupo como parte de su “eje de resistencia”, junto con Hezbolá y Hamás. Esta campaña pretende frenar el apoyo iraní a actividades desestabilizadoras y reafirmar la influencia estadounidense en Medio Oriente.
Desde la perspectiva israelí, delegar la ofensiva en Estados Unidos refuerza la alianza bilateral, pero plantea interrogantes sobre su capacidad de actuar de forma autónoma frente a amenazas indirectas de Irán. Aunque por ahora Israel acata la solicitud estadounidense, la situación podría cambiar si aumentan los ataques hutíes o si Teherán intensifica su implicación.
La campaña militar de Estados Unidos no busca únicamente responder a los ataques, sino también establecer un precedente estratégico en la región. Con una ofensiva sostenida y el control total de las operaciones, Washington intenta evitar una confrontación multilateral que complique aún más el escenario geopolítico en Medio Oriente.
La estrategia de disuasión de EE. UU. será puesta a prueba
En un contexto tan volátil como el del Medio Oriente, la estrategia de disuasión de Washington enfrenta múltiples desafíos. Aunque Estados Unidos ha tomado la iniciativa y ha pedido a Israel mantenerse al margen, la continuidad de los ataques hutíes y el respaldo iraní podrían socavar el efecto de esta campaña militar.
El grupo hutí ha demostrado resistencia y capacidad operativa, lo que sugiere que una solución duradera requerirá más que una ofensiva militar. Las raíces de la guerra en Yemen y la participación activa de Irán son factores que complican cualquier intento de estabilización.
Israel, mientras tanto, observa el desarrollo de los acontecimientos sin intervenir directamente, pero con sus fuerzas preparadas. La experiencia de diciembre de 2024 mostró que cuenta con capacidad para actuar si se ve forzado a hacerlo, aunque por ahora opta por respaldar la estrategia estadounidense.
A fecha 20 de marzo de 2025, el mensaje desde Washington es claro: “Déjenlo a nosotros”. La eficacia de esta postura dependerá no solo de la potencia de fuego desplegada, sino también de la habilidad diplomática y estratégica de Estados Unidos para transformar la disuasión en una solución sostenible. La evolución de la guerra pondrá a prueba esa capacidad.