El lunes comienza un proceso clave en el Líbano con la búsqueda de un primer ministro encargado de liderar un gobierno que afronte la aguda crisis nacional. Tras ser elegido presidente, Joseph Aoun abrirá conversaciones con los bloques parlamentarios, un paso necesario según la Constitución del país.
El sistema de reparto sectario del poder en el Líbano exige que estas consultas se realicen antes de cualquier designación. Estados Unidos y Arabia Saudita presionan por un progreso rápido tras meses sin un presidente electo. Aoun asume el cargo tras un año de vacío presidencial y en un contexto de crisis económica y conflicto con Israel.
Varios nombres suenan para ocupar el cargo de primer ministro, un puesto reservado a un musulmán sunita. Entre ellos destacan Najib Mikati, actual primer ministro interino; el legislador opositor a Hezbolá, Fouad Makhzoumi; y Nawaf Salam, juez de la Corte Internacional de Justicia.
Las reuniones de Aoun con líderes políticos arrancarán a primera hora del lunes con Nabih Berri, presidente del Parlamento y aliado clave de Hezbolá. Fuentes cercanas al grupo indicaron que Hezbolá y Amal respaldan la continuidad de Mikati.
Una fuente vinculada a Hezbolá afirmó que la reelección de Mikati es parte de un acuerdo con un enviado saudí que negoció la reciente elección de Aoun. Aunque Mikati niega la existencia de un pacto, la influencia de Riad en la política libanesa ha crecido tras años de distanciamiento.
Arabia Saudita ha intensificado sus esfuerzos diplomáticos tras la última guerra entre Israel y Hezbolá, que debilitó al grupo respaldado por Irán. La mediación internacional busca estabilizar la política libanesa y reducir la influencia de Hezbolá en la región.
Najib Mikati ha dirigido tres gobiernos y mantiene relaciones estrechas con líderes locales y potencias extranjeras. Pese a las críticas, se ha mostrado dispuesto a asumir nuevamente el cargo si es necesario para evitar un estancamiento político prolongado.
Durante el vacío presidencial, Mikati gestionó el país de forma interina. Su continuidad sería vista como un signo de estabilidad, pero no está exenta de desafíos.
Entre las prioridades del próximo gobierno destacan las reformas económicas que exigen los donantes internacionales. El país atraviesa una crisis de cinco años que ha sumido a la población en la pobreza y ha provocado un colapso de los servicios básicos.
Otro reto crucial será reconstruir las áreas afectadas por la guerra reciente y aplicar el acuerdo de cese al fuego firmado el 27 de noviembre. Este pacto incluye una difícil negociación sobre la presencia de Hezbolá en el sur del país, una cuestión que genera divisiones internas.
Los partidos de oposición, incluidos los cristianos de las Fuerzas Libanesas, se inclinan por respaldar a Fouad Makhzoumi. Empresario y político, Makhzoumi es conocido por sus vínculos con los países del Golfo y su postura crítica hacia Hezbolá.
La semana pasada, el enviado estadounidense Amos Hochstein se reunió con Makhzoumi y legisladores opositores en Beirut, fortaleciendo la posición del candidato como posible alternativa.
Sin embargo, otras facciones han planteado el nombre de Nawaf Salam. Este juez de la Corte Internacional de Justicia cuenta con un perfil técnico y es bien visto por quienes buscan un gobierno menos partidista.
En las últimas horas, los intentos por unificar a la oposición se intensificaron para apoyar a Salam y frenar la continuidad de Mikati. Las negociaciones buscan lograr un consenso que evite un bloqueo en el proceso de formación de gobierno.
Desde la oposición, consideran que Mikati forma parte del sistema político tradicional, al que critican por su cercanía con Hezbolá. Samir Geagea, líder de las Fuerzas Libanesas, expresó que, aunque Aoun prometió cambios, Mikati representa al viejo orden político.
Según el marco constitucional del Líbano, el presidente debe nombrar al primer ministro tras consultas con el Parlamento. El candidato elegido será quien obtenga más votos durante las reuniones parlamentarias.
Aun así, la nominación de un primer ministro no garantiza la formación inmediata de un gobierno. La historia reciente del Líbano muestra que los desacuerdos políticos pueden extender el proceso durante semanas o incluso meses, complicando los esfuerzos por estabilizar el país.