El primer ministro Nawaf Salam anunció el martes que busca apoyo de todas las corrientes políticas para enfrentar la crisis en el Líbano. Durante su primer discurso, expresó: “Mis manos están extendidas hacia todos para emprender juntos esta misión de rescate, reforma y reconstrucción”.
Salam, quien destacó su compromiso con la unidad, declaró: “No soy de los que excluyen, sino de los que unen”, y propuso abrir un “nuevo capítulo” para el país. Su nombramiento ocurrió luego de que el presidente Joseph Aoun lo encargara de formar un gobierno el lunes, con respaldo de la mayoría del parlamento, aunque sin el apoyo del grupo chií Hezbolá y sus aliados.
La postura de Hezbolá hacia Salam, tradicionalmente opuesta, se ha visto debilitada tras la guerra con Israel, que culminó en un alto el fuego en noviembre. Según analistas, esta situación facilitó la elección de Aoun la semana pasada y la rápida designación de Salam.
Tras su regreso al país para asumir el cargo, Salam aseguró que priorizará extender la autoridad estatal en todo el territorio nacional, en línea con la tregua del 27 de noviembre entre Hezbolá e Israel. Además, afirmó: “Trabajaré seriamente para implementar completamente la Resolución 1701 de la ONU”, que exige el retiro de Hezbolá del sur del Líbano.
Salam también expresó su intención de lograr la retirada total de las fuerzas israelíes de las áreas ocupadas, afirmando: “Impondremos la retirada completa del enemigo del último centímetro ocupado de nuestra tierra”.
En medio de la peor crisis económica del Líbano desde 2019, el primer ministro prometió formar un gobierno que impulse “una economía moderna y productiva”. Salam, quien anteriormente presidió la Corte Internacional de Justicia en La Haya, enfrenta el desafío de formar un gabinete en un país marcado por divisiones sectarias.
En el sistema político libanés, la nominación de un primer ministro no implica la formación inmediata de un gobierno. Este proceso suele extenderse debido a profundas divisiones políticas y arduas negociaciones.