El Senado de Estados Unidos ratificó el jueves al rabino Yehuda Kaploun como nuevo enviado especial para vigilar y enfrentar el antisemitismo. El puesto, con rango de embajador en el Departamento de Estado, articula la respuesta estadounidense contra el antisemitismo en el ámbito internacional.
La aprobación cubre una vacante que se mantuvo abierta en meses atravesados por un repunte de episodios antisemitas, dentro del país y también fuera de sus fronteras. Ese contexto volvió más visible la falta de una figura dedicada a centralizar la política contra el odio antijudío.
Kaploun, miembro del jasidismo Jabad, empresario radicado en Miami y vinculado a la campaña de Trump para 2024, quedó incluido en un paquete de designaciones. El Senado aceptó debatir la lista y luego votó: 53 a favor y 43 en contra, sin quiebres partidarios.
Varias organizaciones judías reaccionaron con respaldo a la confirmación de Kaploun. En general, destacaron el valor de cubrir el cargo y celebraron que la administración definiera a su representante para ese frente, en un escenario que describen como más hostil.
El Congreso Judío Mundial respaldó la elección del presidente Donald Trump y sostuvo que asegura conducción ante el antisemitismo en medio de amenazas en alza contra comunidades judías del planeta. Añadió que Kaploun “ya ha estado trabajando duro, colaborando directamente con docenas de enviados especiales y coordinadores nacionales de todo el mundo”.
La Conferencia de presidentes de las Principales Organizaciones Judías Estadounidenses, la Liga Antidifamación y la Coalición Judía Republicana también lo felicitaron. Las entidades definieron el nombramiento como necesario y a tiempo, frente al incremento de la retórica y de la violencia antisemitas.
En noviembre, Kaploun afirmó que la educación y el entendimiento entre partidos resultan claves para frenar el odio hacia los judíos. Esa idea volvió a aparecer en sus declaraciones públicas, así como en entrevistas y en las audiencias realizadas antes de la votación.
Pese al rechazo demócrata, la nominación avanzó. Los opositores sostuvieron que antecedentes de sus dichos y su participación política muestran un perfil marcadamente partidista, lo que, a su juicio, pone en duda su credibilidad en una función que suele depender de confianza bipartidista.
