El Parlamento de Francia destituyó el lunes al gobierno del primer ministro François Bayrou después de solo nueve meses en el cargo, lo que obligó al presidente Emmanuel Macron a buscar un sucesor viable en los próximos días.
Bayrou sorprendió incluso a sus aliados al convocar un voto de confianza para poner fin a un prolongado enfrentamiento sobre su presupuesto de austeridad, que contemplaba casi 44.000 millones de euros ($52.000 millones) en recortes para reducir la deuda de Francia.
En la votación en la Asamblea Nacional, 364 diputados rechazaron otorgar confianza al gobierno, mientras que solo 194 lo apoyaron. “De acuerdo con el artículo 50 de la Constitución, el primer ministro debe presentar la renuncia de su gobierno”, declaró la presidenta Yael Braun-Pivet.
Bayrou se convirtió en el primer jefe de gobierno en la historia de la Francia moderna en ser destituido mediante un voto de confianza convocado por él mismo, en lugar de un voto de censura promovido por el Parlamento.
La presidencia francesa informó en un comunicado que Macron “tomó nota” del resultado y que designará un nuevo primer ministro “en los próximos días”, lo que cerró cualquier especulación sobre la posibilidad de elecciones anticipadas. Macron se reunirá con Bayrou el martes para aceptar formalmente su renuncia.
Bayrou es el sexto primer ministro de Macron desde las elecciones presidenciales de 2017 y el quinto desde 2022. Su destitución plantea un nuevo desafío interno para el presidente en un momento en que lidera iniciativas diplomáticas relacionadas con la guerra de Rusia contra Ucrania.
Al justificar su decisión de impulsar el voto de confianza, Bayrou declaró en la Asamblea Nacional: “El mayor riesgo era no hacerlo, dejar que todo siguiera igual y mantener las cosas sin cambios”.
Al describir la deuda como “potencialmente mortal” para Francia, afirmó que su gobierno presentó un plan con el que el país podría “en unos años escapar de la marea inexorable de deuda que lo está hundiendo”.
Macron enfrenta ahora una de las decisiones más decisivas de su mandato al elegir a su séptimo primer ministro en un contexto cada vez más convulso.
El Partido Socialista (PS) manifestó su disposición a encabezar un nuevo gobierno, aunque no está claro si una administración dirigida por el líder del PS, Olivier Faure, podría sostenerse. “Creo que ha llegado el momento de que la izquierda vuelva a gobernar este país y logre romper con las políticas de los últimos ocho años”, declaró Faure a la televisión TF1.
Macron también considera a ministros influyentes de su gabinete de orientación derechista, como el ministro de Justicia, Gérald Darmanin, aunque se arriesga a un rechazo de la izquierda. Entre las opciones de menor perfil se mencionan la ministra de Salud, Catherine Vautrin, o el ministro de Finanzas, Éric Lombard, quienes podrían facilitar un consenso de centroizquierda.
De acuerdo con una encuesta de Odoxa-Backbone para el diario Le Figaro, el 64 por ciento de los franceses prefiere que Macron dimita antes que nombrar un nuevo primer ministro, una posibilidad que él ya descartó. La Constitución le prohíbe aspirar a un tercer mandato en 2027.
En paralelo a la crisis política, Francia atraviesa tensiones sociales. El colectivo de izquierda “Block Everything” convocó un día de protesta para el miércoles y los sindicatos llamaron a los trabajadores a huelga el 18 de septiembre.
Las elecciones presidenciales de 2027 permanecen abiertas y los analistas estiman que la derecha francesa tendrá sus mayores posibilidades de imponerse.
La tres veces candidata presidencial de Agrupación Nacional (RN), Marine Le Pen, sufrió un revés en marzo, cuando un tribunal francés la condenó junto con otros dirigentes de su partido por un fraude de empleos ficticios en el Parlamento Europeo.
Le Pen recibió una condena de cuatro años de prisión, de los cuales dos quedaron en suspenso, y una inhabilitación de cinco años para ocupar cargos públicos, lo que bloquearía su aspiración de competir en 2027 salvo que prospere su apelación.
Un tribunal de París anunció el lunes que su apelación será examinada del 13 de enero al 12 de febrero de 2026, lo que reaviva sus expectativas presidenciales.
Apoyada por sus parlamentarios, Le Pen instó a Macron a convocar elecciones legislativas anticipadas y sostuvo que realizarlas “no es una opción, sino una obligación”.