Recep Tayyip Erdogan afirmó en una mezquita, durante la celebración del fin del Ramadán, que Alá destruirá al Israel sionista. El presidente turco pronunció estas palabras en un contexto marcado por el aumento de tensiones entre Ankara y Jerusalén. Frente a los fieles, pidió unidad entre los musulmanes y aseguró que la fortaleza colectiva es clave ante la situación en Palestina.
Gideon Sa’ar, ministro de Relaciones Exteriores de Israel, reaccionó de inmediato y calificó a Erdogan como un dictador con un rostro claramente antisemita. Lo tildó de amenaza tanto para su pueblo como para la región. Sa’ar llamó a los aliados de la OTAN a reconocer la gravedad de sus declaraciones.
La retórica de Erdogan se ha radicalizado mientras crece la agitación interna por la detención del alcalde de Estambul, Ekrem İmamoğlu. El encarcelamiento de la figura opositora más destacada de Turquía ha desencadenado protestas masivas, especialmente en las principales ciudades del país.
Durante las manifestaciones, miles de personas fueron arrestadas, incluidos periodistas locales y corresponsales extranjeros. Algunos reporteros internacionales incluso fueron expulsados de Turquía por cubrir las protestas.