El empresario israelí Stef (Ze’ev) Wertheimer, figura destacada del sector industrial y filantrópico, murió el miércoles a los 98 años. Conocido por su fortuna y por su influencia en la economía israelí, dejó una marca profunda tanto en el ámbito empresarial como en la política y la educación.
La empresa ISCAR Metalworking Company, fundada por él en 1952, representó su mayor logro comercial. Permaneció como su accionista principal hasta 2006, cuando el magnate estadounidense Warren Buffett adquirió el 80 % de la compañía por 5.000 millones de dólares mediante Berkshire Hathaway. En 2013, Buffett completó la compra por otros 2.050 millones de dólares, quedándose con el total de la firma.
Además de su éxito económico, impulsó la creación de parques industriales a lo largo del país, con el propósito de promover el desarrollo de comunidades con bajos recursos. Su legado filantrópico se concentró en iniciativas educativas. También ocupó un escaño en la Knéset como legislador del Movimiento Democrático por el Cambio desde 1977. Más adelante se unió a Shinui, y se retiró de la política en 1981.
Su infancia transcurrió en Kippenheim, Alemania, donde nació en 1926. La familia emigró en 1937 debido al antisemitismo creciente, estableciéndose en Tel Aviv. A los 16 años dejó la escuela y se empleó en una tienda de cámaras mientras aprendía óptica.
Durante la Segunda Guerra Mundial formó parte de la Real Fuerza Aérea británica como técnico. En 1945 ingresó al Palmaj y fue arrestado en 1946 por las fuerzas británicas durante la operación Black Sabbath, que lo mantuvo encarcelado por cuatro meses.
Rafael, una empresa estatal de defensa, lo contrató en la década de 1950, pero fue despedido por no contar con formación académica formal. Ante esa situación, convirtió su jardín en Nahariya en un taller de herramientas que más tarde dio origen a ISCAR. Forbes informó que la mitad de los empleados israelíes en la planta eran judíos y la otra mitad árabes.
Su rol en la Knéset arrancó en 1977 con el partido centrista que luego se disolvió. Al abandonar la política, redobló su apuesta por la inversión en parques industriales, destinando más de 100 millones de dólares a estas infraestructuras para fomentar la economía local. Reiteró en múltiples entrevistas que no perseguía beneficios personales con esos proyectos. En declaraciones a Forbes, explicó: “Estoy contento si alcanza el punto de equilibrio”. Al New York Times comentó: “Gané mi dinero en Iscar. Gasto mi dinero en los parques industriales”.
A mediados de los noventa intentó lanzar un parque industrial en Rafah, dentro de la Franja de Gaza, como parte de su propuesta para alcanzar la paz mediante el crecimiento económico. Sin embargo, la Segunda Intifada truncó esos planes.
Su trayectoria fue reconocida con el Premio Israel en 1991 por sus contribuciones al país, y en 2010 obtuvo el Premio Oslo Negocios por la Paz.
Le sobreviven su esposa, tres hijos, nietos —entre ellos la actriz y conductora Maya Wertheimer— y bisnietos. Su hijo Eitan murió en 2022.