El primer ministro de Irak, Mohammed Shia al-Sudani, emitió una advertencia a Washington contra cualquier “ataque” en territorio iraquí. Esta advertencia surgió en el contexto de la reanudación de las hostilidades entre Israel y Hamás, que ha intensificado las preocupaciones sobre un posible conflicto más extenso.
El 22 de noviembre, aviones de combate de EE. UU. atacaron dos objetivos en Irak, asesinando a nueve combatientes proiraníes. Este ataque fue una respuesta a los continuos ataques contra las tropas estadounidenses, de acuerdo con fuentes de EE. UU. e Irak.
Anteriormente, ese mismo día, un avión de combate estadounidense atacó el vehículo de combatientes apoyados por Irán. Este ataque se produjo después de que se disparara un misil balístico de corto alcance contra personal estadounidense y aliado, según el Pentágono.
Los ataques se produjeron tras 74 ataques contra las fuerzas de EE. UU. desplegadas en Irak y Siria, según funcionarios del Pentágono. Este incremento en los ataques está vinculado a la guerra entre Israel y Hamás.
Durante una llamada telefónica con el secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, al-Sudani rechazó “cualquier ataque en territorio iraquí”, según un comunicado de su oficina. Así mismo, al-Sudani afirmó que el gobierno iraquí está comprometido “a garantizar la seguridad de los asesores de la coalición internacional presentes en Irak”.
Los ataques de EE. UU. estaban dirigidos a posiciones de los Hashed al-Shaabi (Movilización Popular), una coalición de antiguas fuerzas paramilitares integradas en el ejército regular iraquí. De acuerdo con las Brigadas Hezbolá, una facción importante dentro de Hashed al-Shaabi, los ataques de Washington asesinaron a nueve combatientes.