El aumento de las provocaciones de Corea del Norte y la respuesta agresiva de Donald Trump han convertido el Noroeste del Pacífico en una caldera. Ayer, Pyongyang avivó el fuego con un anuncio de una acción militar que sería la mayor provocación contra EE.UU. hasta la fecha y con consecuencias difíciles de anticipar.
Las autoridades norcoreanos dieron ayer detalles de un plan para lanzar cuatro misiles de medio alcance en las inmediaciones de Guam, un territorio estadounidense en el Pacífico. La isla aloja dos bases militares estadounidenses, 7.000 miembros de sus fuerzas armadas y bombarderos de su aviación.
Se trataría de cuatro misiles Hwasong-12, que sobrevolarían primero territorio japonés antes de impactar aguas cercanas a Guam, a una distancia de entre 30 y 40 kilómetros de la costa, según informó la agencia de noticias estatal norcoreana. Los misiles recorrerían unos 3.357 kilómetros en 17 minutos y 45 segundos, y su lanzamiento estaría listo para mediados de este mes y solo pendiente de que Kim Jong-un dé la orden de dispararlos.
El plan se conoce un día después de que Corea del Norte amenazara con atacar Guam y tras una escalada militar y dialéctica entre Pyongyang y Washington. Tras una docena de ensayos balísticos en el último año, Corea del Norte lanzó el mes pasado misiles intercontinentales –con capacidad de llegar a territorio continental estadounidenses cargados con cabezas nucleares–, lo que fue contestado por EE.UU. con el envío de bombarderos B-1B –precisamente, desde Guam– y con ensayos de su sistema de defensa antimisiles Thaad. También con una mayor agresividad retórica por parte del presidente de EE.UU. «Se encontrarán con fuego y furia y, francamente, con un poder como nunca ha visto este mundo», dijo Trump el miércoles.
Sus palabras también fueron contestadas por Pyongyang. El general Kim Rak-gyom respondió que un «diálogo sólido» no es posible con alguien «despojado de razón y que solo la fuerza absoluta funciona con él», según citó la agencia de noticias norcoreana. También aseguró que Trump había dicho «un montón de cosas sin sentido» y que estaba más preocupado «por sus palos de golf» que por «entender esta situación grave».