El ángulo marítimo de la crisis de Ucrania se está calentando de forma inesperada. Rusia parece estar posicionando sus fuerzas anfibias para ayudar a cercar a Ucrania. Seis buques de asalto anfibio de la clase Ropucha han abandonado el Báltico y han entrado en el Mediterráneo, posiblemente de camino al Mar Negro. Los Ropucha desplazan unas 4.000 toneladas cada uno y carecen de una capacidad de aviación significativa, siendo su misión principal el envío de tropas y tanques a tierra. El traslado de los buques es representativo del viejo dilema marítimo de Rusia: sus principales bases navales están situadas a gran distancia unas de otras, lo que dificulta la concentración de fuerzas para el apoyo mutuo. El traslado de barcos desde el Báltico ha sido bastante público, pero eso puede servir al propósito más amplio de Rusia de intentar coaccionar al gobierno ucraniano para llegar a algún tipo de acuerdo.
Quizá sea una suerte que no se haya permitido a Rusia adquirir buques de asalto anfibio de la clase Mistral a Francia. En 2010, Moscú llegó a un acuerdo con París para comprar dos de los buques de asalto de cubierta plana de 21.000 toneladas y para construir otros dos bajo licencia. Estados Unidos presionó inmediatamente a Francia, pero París persistió en la construcción de los buques hasta 2015, cuando finalmente canceló el acuerdo tras la anexión de Crimea por parte de Rusia. Los dos buques se completaron posteriormente y se vendieron a Egipto. En comparación con los Ropuchas que Rusia está transfiriendo al Mediterráneo, los Mistral habrían ofrecido una capacidad de aviación y de mando mucho más formidable, poniendo el litoral de Ucrania en un riesgo aún mayor.
Gran parte del resto de la marina rusa también está ocupada. La Flota del Norte rusa (que normalmente opera desde Severomorsk) está realizando ejercicios en aguas internacionales frente a Noruega. Se están realizando otros ejercicios en los océanos Índico y Pacífico. Los buques rusos han realizado incluso ejercicios navales frente a Irlanda. Es poco probable que alguna de estas unidades pueda contribuir al conflicto de Ucrania, pero su actividad debe leerse como un mensaje a la OTAN y una indicación de la seriedad de Rusia. Las únicas unidades importantes que parecen no haberse desplegado son el portaaviones Almirante Kuznetsov (que sigue en reparación a largo plazo) y el crucero de batalla de propulsión nuclear Pedro el Grande.
¿Y la Armada ucraniana? Bueno… en su mayor parte, no hay ninguna.
Cuando Rusia ocupó y anexionó Crimea en 2014, capturó la mayor parte de la Armada ucraniana. Devolvió algunos de los buques más antiguos, pero luego suspendió toda cooperación con Ucrania. Esto ha dejado a Ucrania con un solo buque de guerra importante (la fragata Hetman Sahaydachniy de 3.500 toneladas) que estaba desplegado cuando comenzó el conflicto. Ucrania cuenta con un par de docenas de buques más pequeños, todos ellos de menos de 500 toneladas.
¿Qué significa todo esto?
El posible traslado de los Ropuchas al Mar Negro permite a la Flota del Mar Negro, que ya es mucho más poderosa que la Armada ucraniana, poner en peligro las regiones costeras de Ucrania. Rusia ya tiene una superioridad abrumadora en tierra y aire, pero es concebible que la flota quiera apoderarse de puntos estratégicos a lo largo de la costa en previsión de un alto el fuego que congele las fuerzas en el lugar. En este escenario, Rusia podría negociar concesiones en otras partes del país, o simplemente aferrarse a las zonas capturadas y aislar a Ucrania del mar. Esto le daría a Rusia un enorme grado de influencia sobre la Ucrania de la raya en el futuro.
Ucrania no tiene buenas opciones. Construir su flota habría sido un mal uso de los recursos dada la abrumadora amenaza terrestre y aérea que supone Rusia. Y como se demostró en 2014, una victoria decisiva en tierra puede hacer que una flota sea irrelevante en cualquier caso. Una opción para Ucrania sería “tomar prestada” una armada uniéndose a una alianza, pero eso parece estar fuera de la mesa por una serie de razones.
En cualquier caso, el despliegue activo de buques de guerra en todo el mundo es una indicación más del compromiso de Rusia de aprovechar esta crisis.