Más de 100 países que representan más del 85% de los bosques del mundo, incluido Israel, acordaron el martes en la COP26, la cumbre del clima de las Naciones Unidas, poner fin a la deforestación para 2030, que según los científicos es uno de los principales motores del cambio climático.
Se han prometido más de 19.000 millones de dólares, divididos en 12.000 millones de fondos públicos y 7.200 millones de dinero privado, para el plan, que también cuenta con el respaldo de Brasil, China, Colombia, Congo, Indonesia, Rusia y Estados Unidos.
Los bosques se consideran importantes ecosistemas y una forma importante de absorber el dióxido de carbono –el principal gas de efecto invernadero– de la atmósfera. Pero el valor de la madera como mercancía y la creciente demanda de tierras agrícolas y de pastoreo están provocando una tala generalizada y a menudo ilegal de los bosques, especialmente en los países en desarrollo.
El grupo de campaña Human Right Watch advierte que acuerdos similares en el pasado no han sido eficaces. Luciana Téllez Chávez, investigadora medioambiental del grupo, afirma que reforzar los derechos de los pueblos indígenas ayudaría a prevenir la deforestación y debería formar parte del acuerdo.
El “Fondo para la Tierra” de Bezos prometió el martes 2.000 millones de dólares para luchar contra el cambio climático mediante la restauración del paisaje y la transformación de los sistemas agrícolas.
“Nuestro compromiso hoy apoya un triple imperativo: debemos conservar lo que tenemos, restaurar lo que hemos perdido y cultivar lo que necesitamos en armonía con la naturaleza”, dijo el fundador del fondo, Jeff Bezos, en un comunicado.
La promesa de 2.000 millones de dólares en la COP26 forma parte de los 10.000 millones de dólares que el fundador de Amazon se comprometió a gastar para 2030 en la lucha contra el cambio climático.
El Fondo de la Tierra de Bezos planea gastar 1.000 millones de dólares principalmente en Estados Unidos y África, plantando árboles para asegurar mejor los paisajes erosionados y restaurando las áreas que capturan altos niveles de dióxido de carbono. Los 1.000 millones de dólares restantes se destinarán a transformar los sistemas agrícolas para tratar de aumentar el rendimiento de las cosechas, reducir el desperdicio de alimentos y fomentar dietas más basadas en plantas.
Una coalición de gobiernos y financiadores privados anunció el lunes en la COP26 planes para invertir 1.700 millones de dólares para ayudar a las comunidades indígenas y proteger los bosques tropicales biodiversos en los próximos cuatro años.
Los gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido, Noruega, Alemania, Países Bajos y otros 17 financiadores privados dijeron que el dinero apoyará “actividades para asegurar, fortalecer y proteger los derechos a la tierra y a los recursos de los pueblos indígenas y las comunidades locales”, y proporcionará otros tipos de ayuda, incluso para actividades de grupo.
“Hacemos un llamamiento a otros donantes para que aumenten significativamente su apoyo a esta importante agenda”, dijeron los donantes en un comunicado. No se especifica qué comunidades recibirán la financiación.
Un portavoz de la Fundación Ford, una de las fundadoras, dijo a The Associated Press que los gobiernos aportan aproximadamente 1.000 millones de dólares, mientras que el resto provendrá de las filantropías. Además de la Fundación Ford, entre los financiadores se encuentran el Bezos Earth Fund del fundador de Amazon, Jeff Bezos, y la Bloomberg Philanthropies del ex alcalde de Nueva York, Mike Bloomberg.
En marzo de 2021 se publicó un informe de la Fundación Rainforest Noruega en el que se indicaba que los seres humanos dañaron o destruyeron casi dos tercios de la selva tropical de todo el mundo, lo que es crucial para el esfuerzo de mitigar el calentamiento global.
El exhaustivo informe sugiere que de unos 14,5 millones de millas cuadradas de selva tropical, que antaño cubrían la tierra, solo el 36% sigue intacto. El 34% de los árboles se ha borrado por completo, y otro 30% está dañado. El informe también muestra que, desde 2002, más de la mitad de la destrucción se ha producido en la región amazónica de Sudamérica y en las selvas tropicales situadas en las fronteras entre países.