El presidente del principal órgano judicial de Irak sostuvo el sábado que los jefes de las facciones armadas aceptaron coordinarse en un asunto sensible: el monopolio del Estado sobre las armas y la necesidad de encauzar ese tema mediante cooperación entre sus dirigentes.
Kataeb Hezbolá, una de las facciones con mayor peso, indicó que no abordará la entrega de su arsenal mientras permanezcan fuerzas extranjeras en territorio iraquí, condición que plantea como requisito previo para cualquier conversación sobre desarme.
“La resistencia es un derecho, y sus armas permanecerán en manos de sus combatientes”, afirmó el grupo en un comunicado, al ratificar que mantendrá su armamento y al fijar una línea pública frente a las presiones para limitar su capacidad militar.
Dirigentes de otras tres facciones proiraníes, incluidas en la lista de Washington como grupos terroristas, señalaron que llegó el momento de que el Estado controle las armas. Aun así, evitaron prometer que se desarmarán, una exigencia que Estados Unidos impulsa desde hace años.
Faiq Zidan, presidente del Consejo Supremo Judicial, expresó en un comunicado su agradecimiento “a los líderes de las facciones por seguir su consejo de coordinarse para hacer cumplir el Estado de derecho, restringir las armas al control estatal y pasar a la acción política una vez que haya cesado la necesidad nacional de la acción militar”.
Tras las elecciones generales celebradas en Irak en noviembre, Estados Unidos pidió al nuevo Gobierno que marginara a seis organizaciones catalogadas como terroristas y que avanzara hacia su desmantelamiento, según relataron a la AFP funcionarios y diplomáticos iraquíes.
Pese a esa demanda, algunos de esos grupos ampliaron su influencia en el nuevo parlamento y se integran en el Marco de Coordinación, una coalición gobernante de partidos chiítas con distintos nexos con Irán, que sostiene la mayoría legislativa.
Las facciones vetadas por Washington pertenecen a Hashed al-Shaabi, una antigua alianza paramilitar que pasó a formar parte de las fuerzas armadas iraquíes. Al mismo tiempo, acumularon señalamientos por operar al margen en determinados episodios.
Estas milicias también se inscriben en el llamado “eje de la resistencia”, con respaldo de Teherán. Desde esa posición, reclamaron la salida de las tropas estadounidenses, desplegadas en Irak dentro de una coalición antiYihadista, y ejecutaron ataques contra ese contingente.
Entre las facciones destaca Asaib Ahl al-Haq, una fuerza de amplio poder que logró 27 escaños en los comicios, lo que reforzó su papel político dentro del parlamento y elevó su peso en las negociaciones del bloque chiíta mayoritario.
Milicias radicadas en Irak lanzaron decenas de drones de ataque contra Israel desde el inicio de la guerra en Gaza, tras el asalto de Hamás del 7 de octubre de 2023. Actuaron junto a otros aliados del Eje de la Resistencia, como Hezbolá, los hutíes y grupos proiraníes en Siria.
Según un informe difundido entonces, las milicias chiitas aceptaron detener los ataques contra Israel en diciembre de 2024 por pedido del primer ministro Mohammed Shia’ al-Sudani, lo que marcó una pausa formal dentro de la escalada regional.
A comienzos de esta semana, Qais al-Khazali, jefe del grupo y figura central del Marco de Coordinación, sostuvo que “creemos” en “el lema de restringir las armas al Estado” y subrayó que “ahora formamos parte del Estado”.
El viernes, Harakat Ansar Allah al-Awfiya y Kataeb Imam Ali coincidieron en que corresponde “limitar las armas al Estado”, al sumarse al discurso que impulsa la subordinación del poder armado a las instituciones oficiales.
