BERLÍN (AP) – El Parlamento alemán eligió el miércoles a Olaf Scholz como el noveno canciller del país tras la Segunda Guerra Mundial, abriendo una nueva era para la nación más poblada de la Unión Europea tras los 16 años de mandato de Angela Merkel.
El gobierno de Scholz asume el cargo con grandes esperanzas de modernizar Alemania y combatir el cambio climático, pero se enfrenta al reto inmediato de gestionar la fase más dura de la pandemia de coronavirus en el país.
Scholz obtuvo el miércoles el apoyo de 395 legisladores. Su coalición tripartita cuenta con 416 escaños en la cámara baja del parlamento, que tiene 736.
Scholz será nombrado formalmente canciller por el presidente de Alemania y jurará su cargo ante el presidente del Parlamento más tarde el miércoles.
Scholz, de 63 años, vicecanciller y ministro de Finanzas de Alemania desde 2018, aporta una gran experiencia y disciplina a una coalición no probada de sus socialdemócratas de centro-izquierda, los verdes ecologistas y los proempresariales demócratas libres. Los tres partidos presentan la combinación de antiguos rivales como una alianza progresista que aportará nueva energía al país tras el tiempo casi récord de Merkel en el cargo.
Merkel, que ya no es diputada, observó desde la tribuna de espectadores el inicio de la sesión. Los legisladores la ovacionaron.
Scholz dijo el martes que “estamos aventurando una nueva partida, que asume los grandes retos de esta década y mucho más allá”. Si los partidos tienen éxito, añadió, “es un mandato para ser reelegidos juntos en las próximas elecciones”.
El nuevo gobierno pretende intensificar los esfuerzos contra el cambio climático, ampliando el uso de energías renovables y adelantando la salida de Alemania de la energía de carbón de 2038, “idealmente” a 2030. También quiere hacer más para modernizar el país, incluyendo la mejora de sus notoriamente pobres redes de telefonía móvil e Internet.
También planea políticas sociales más liberales, como la legalización de la venta de cannabis con fines recreativos y la facilitación del camino hacia la ciudadanía alemana, al tiempo que promete mayores esfuerzos para deportar a los inmigrantes que no consigan el asilo. Los socios de la coalición quieren reducir la edad de voto en las elecciones nacionales de 18 a 16 años.
Habrá un aumento del salario mínimo a 12 euros (13,50 dólares) por hora desde los 9,60 euros actuales, lo que según Scholz “significa un aumento salarial para 10 millones”. Y la coalición también pretende que se construyan 400.000 nuevos pisos al año en un esfuerzo por frenar el aumento de los precios del alquiler.
Scholz ha dado señales de continuidad en política exterior, afirmando que su gobierno defenderá una Unión Europea fuerte y alimentará la alianza transatlántica.
La alianza conlleva tanto oportunidades como riesgos para todos los participantes, quizás sobre todo para los Verdes. Después de 16 años en la oposición, tendrán que demostrar que pueden alcanzar su objetivo primordial de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en una alianza a tres bandas con socios que pueden tener otras prioridades.
El colíder de los Verdes, Robert Habeck, será el vicecanciller de Scholz y dirigirá un renovado ministerio de Economía y Clima. El número 3 del gobierno será Christian Lindner, ministro de Economía y líder de los Demócratas Libres, que ha insistido en que la coalición rechace las subidas de impuestos y las restricciones al endeudamiento.
El gobierno entrante se presenta como un cambio de estilo y de contenido respecto a las “grandes coaliciones” de los grandes partidos tradicionales de Alemania que Merkel ha liderado durante todos los años de su mandato, salvo cuatro, con los socialdemócratas como socios menores.
En esas tensas alianzas, los socios parecían a veces preocupados sobre todo por bloquear los planes del otro. El último mandato de Merkel fue testigo de frecuentes luchas internas, algunas de ellas dentro de su propio bloque de la Unión de centro-derecha, hasta que llegó la pandemia. Se va con un legado definido en gran medida por su aclamada gestión de una serie de crisis, más que por sus grandes visiones para Alemania.
Scholz dijo a su partido el pasado fin de semana que “fue difícil” gobernar con el bloque de Merkel, al que sus socialdemócratas vencieron por poco en las elecciones alemanas de septiembre. Criticó el “conservadurismo hasta aquí y no más allá” del bloque.
El acuerdo para formar un gobierno de coalición entre tres partidos que tenían importantes diferencias antes de las elecciones se alcanzó con relativa rapidez y en una inesperada armonía.
“Si la buena cooperación que funcionó mientras formábamos el gobierno sigue funcionando, será un momento muy, muy bueno para las tareas que tenemos por delante”, dijo Scholz. Reconoció que hacer frente a la pandemia “exigirá toda nuestra fuerza y energía”.
Los líderes federales y estatales alemanes anunciaron la semana pasada nuevas y duras restricciones que se dirigen en gran medida a las personas no vacunadas. En una medida a más largo plazo, el parlamento considerará un mandato general de vacunación. Alemania ha visto aumentar las infecciones diarias por COVID-19 hasta niveles récord este otoño, aunque ahora podrían estar estabilizándose, y los hospitales están sintiendo la presión. El país ha visto más de 103.000 muertes por COVID-19 en la pandemia hasta ahora.
Merkel ha dicho que no buscará otro papel político después de haber guiado a Alemania en una época turbulenta. La mujer, de 67 años, no ha revelado sus planes futuros, pero dijo a principios de este año que se tomará un tiempo para leer y dormir, “y luego veremos dónde aparezco”.