La administración Trump declaró recientemente, en medio de la emergencia del coronavirus, que suspendería el apoyo financiero de los Estados Unidos a la Organización Mundial de la Salud (OMS), un organismo de las Naciones Unidas que coordina una amplia gama de actividades sanitarias internacionales. Los Estados Unidos suelen aportar más de 400 millones de dólares al año a la organización, aproximadamente el 15% de su presupuesto anual.
Al anunciar la suspensión de la financiación de los Estados Unidos, el Secretario de Estado Mike Pompeo afirmó que la OMS no había proporcionado “información real sobre lo que está sucediendo en el espacio de la salud mundial”. El presidente Trump sugirió que la agencia había coludido con el gobierno chino al ocultar información sobre la naturaleza del brote: “Tengo la sensación de que sabían exactamente lo que estaba pasando”, dijo. Y trató de desviar la culpa de la respuesta desorganizada de su administración atribuyendo la responsabilidad a los funcionarios de salud mundial: “Tantas muertes han sido causadas por sus errores”.
Para evaluar estas afirmaciones, es importante comprender el contexto en el que los funcionarios de la OMS toman decisiones críticas en las primeras etapas de un brote de enfermedad. Como explico en mi reciente libro, “Sin Preparación: La salud mundial en tiempos de emergencia”, la OMS está limitada en su capacidad de reunir conocimientos sobre los brotes de enfermedades y de intervenir en contextos nacionales. Debe depender de los gobiernos nacionales para obtener información sobre un brote y para obtener permiso para enviar investigadores a fin de conocer más detalles. La facultad del organismo se limita a prestar asistencia técnica y a formular recomendaciones.
Momentos críticos de decisión
En enero de 2020, los expertos en enfermedades infecciosas se esforzaron por comprender los aspectos clave del nuevo coronavirus, como su tasa de transmisión y su gravedad. En ese momento, todavía no era posible saber exactamente lo que estaba pasando con la enfermedad. No obstante, los funcionarios de la OMS tuvieron que tomar decisiones urgentes, como la de declarar una emergencia sanitaria mundial, en una situación de incertidumbre.
En términos más generales, gran parte de la información crítica sobre lo que está sucediendo en el espacio de la salud mundial solo puede conocerse en retrospectiva, una vez que la comunidad científica haya reunido, analizado y difundido los datos sobre el acontecimiento.
Otras dos emergencias sanitarias mundiales recientes son instructivas: la pandemia de gripe H1N1 de 2009 y la epidemia de ébola de 2014. Tras cada uno de esos brotes, la OMS fue duramente criticada por su pronta respuesta.
Cuando se detectó por primera vez una nueva cepa de gripe H1N1 en la primavera de 2009, las autoridades sanitarias mundiales temieron que pudiera desencadenar una pandemia catastrófica. A las pocas semanas de la aparición del virus, la OMS declaró oficialmente una emergencia sanitaria mundial. En la declaración se instaba a los países a poner en práctica sus planes de preparación para la pandemia existentes. En respuesta, varios gobiernos nacionales pusieron en marcha campañas de vacunación masiva, comprando por adelantado a las empresas farmacéuticas millones de dosis de la vacuna contra el H1N1.
En los meses siguientes, a medida que se fue fabricando la vacuna y se realizaron las campañas de vacunación, los estudios epidemiológicos revelaron que el H1N1 era una cepa de gripe relativamente leve, con un índice de letalidad similar al de la gripe estacional.
En muchos países, cuando la vacuna contra el H1N1 finalmente estuvo disponible en el otoño de 2009, hubo pocos compradores. Los gobiernos nacionales habían gastado cientos de millones de dólares en campañas que inmunizaron, en algunos casos, a menos del 10% de la población.
Los críticos en Europa acusaron a la OMS de haber exagerado la amenaza de pandemia con el fin de generar beneficios para la industria farmacéutica, señalando los acuerdos de consulta que los expertos en gripe de la agencia tenían con los fabricantes de vacunas. Según un crítico prominente, la declaración de la OMS de una emergencia sanitaria en respuesta al H1N1 fue “uno de los mayores escándalos médicos del siglo”.
Una investigación posterior exoneró a los expertos de la OMS de las infracciones, señalando que la gravedad de la enfermedad aún no se había determinado cuando se hicieron los pedidos de vacunas, y que “una crítica razonable solo puede basarse en lo que se conocía en ese momento y no en lo que se supo posteriormente”.
Crítica retrospectiva
Cinco años más tarde, tras la epidemia del Ébola en el África occidental, los funcionarios de la OMS se encontraron de nuevo bajo un fuerte ataque por su respuesta inicial al brote de la enfermedad. Esta vez, se acusó a los funcionarios no de actuar con demasiada precipitación, sino más bien de no haber actuado a tiempo.
En las primeras etapas de la epidemia, en la primavera de 2014, los expertos de la agencia no consideraron el evento como una “emergencia mundial”. Basándose en su experiencia anterior, consideraban que el Ébola, aunque peligroso, era fácilmente contenible: la enfermedad nunca había matado a más de unos pocos cientos de personas, y nunca se había extendido mucho más allá de su lugar de aparición inicial. “Conocemos el Ébola”, como un experto recordó las primeras etapas de la respuesta. “Esto será manejable”.
No fue sino hasta agosto de 2014, mucho después de que la epidemia se hubiera desbordado, que la OMS declaró oficialmente una emergencia sanitaria mundial, tratando de impulsar la respuesta internacional. Para entonces ya era demasiado tarde para evitar una catástrofe en toda la región, y múltiples críticos atacaron la lenta respuesta de la agencia. “La respuesta de la OMS ha sido abismal”, como dijo un comentarista. “Es simplemente vergonzosa”.
¿El fracaso de quién?
Hoy en día, mientras el mundo se enfrenta a la pandemia del coronavirus, la agencia se encuentra de nuevo bajo una tormenta de críticas, ahora con su propia supervivencia financiera amenazada. ¿Hasta qué punto podemos decir que la agencia no proporcionó la información adecuada en las primeras etapas de la pandemia, que no “hizo su trabajo”, en palabras del Secretario de Estado Pompeo?
Vale la pena recordar que aún estamos en las primeras etapas del evento a medida que se desarrolla, todavía buscando respuestas a preguntas críticas como la rapidez con que se propaga el virus, su gravedad, la proporción de la población que ha estado expuesta a él y si dicha exposición le confiere inmunidad. Tampoco sabemos todavía si el gobierno chino informó plenamente a los funcionarios de salud mundial sobre la gravedad del brote inicial. Sabemos, sin embargo, que si bien la OMS hizo su llamamiento más urgente a la vigilancia de los gobiernos nacionales a finales de enero, con la declaración de una emergencia sanitaria mundial, no fue hasta casi dos meses después que los Estados Unidos comenzaron, de manera vacilante, a movilizarse en respuesta.