Las autoridades policiales de Australia afrontan críticas por haber permitido una concentración neonazi y antisemita frente al parlamento de Nueva Gales del Sur. El acto ocurrió ayer en Sydney y puso bajo escrutinio la actuación del mando estatal, que autorizó la presencia de manifestantes junto a la sede legislativa.
Medios locales reportaron la asistencia de unas 60 personas en un tramo céntrico de Sydney y una duración de 20 minutos. Los participantes desplegaron una pancarta con un mensaje explícito que exigía la abolición del “lobby judío”, consigna que concentró la atención pública por su carácter abiertamente antisemita.
El grupo convocante, identificado como “Australia Blanca”, comunicó a la policía su plan de protesta a fines del mes pasado. La institución no se opuso, y la marcha se consideró autorizada bajo la normativa local. La emisora pública ABC informó el procedimiento y la interpretación aplicada.
El jefe policial local, Mal Lanyon, anunció una revisión de la decisión de no objetar la concentración. Alegó un error de comunicación interna y afirmó que no tuvo conocimiento del expediente. Ordenó evaluar los pasos previos y la cadena de información para definir responsabilidades dentro del mando.
El primer ministro de Nueva Gales del Sur, Chris Minns, rechazó la marcha y la definió como una “muestra impactante de odio, racismo y antisemitismo”. Sostuvo que el Estado debió impedirla y recurrió a una advertencia enfática: “si les das una pulgada, tomarán una milla”.
Minns añadió un pronunciamiento directo y cerró con un aviso. Dijo: “Quiero que reciban un mensaje claro e inequívoco del gobierno, de los líderes políticos, de la vida civil, de los residentes promedio de Nueva Gales del Sur, de que no tenemos ningún interés en los neonazis en Sydney”.
El líder opositor, Mark Speakman, descalificó la protesta y afirmó que “no fue una libertad de expresión legítima, sino un acto calculado de odio”, y agregó que es un “nuevo mínimo en intimidar e infundir miedo en nuestra comunidad judía”. Entidades judías locales expresaron indignación pública.
David Ossip, presidente de la Junta de Diputados Judíos de Nueva Gales del Sur, se pronunció con firmeza: “Las imágenes escalofriantes y las despreciables palabras de odio que se pronunciaron hoy nunca deberían encontrar un hogar ni ser aceptadas en nuestra sociedad, especialmente fuera del corazón de nuestra democracia”.
Alex Ryvchin, del Consejo Ejecutivo de la Judería Australiana, sostuvo que las teorías de conspiración que atribuyen a los judíos el control de la política son “más frecuentes ahora que en cualquier otro momento de los últimos 80 años”. Señaló un entorno hostil que acrecienta riesgos para comunidades y ciudadanos.
El dirigente pidió facultades eficaces para el Estado y las fuerzas. Afirmó: “Para derrotar esto, nuestras agencias de seguridad y aplicación de la ley necesitan las herramientas legislativas adecuadas para monitorear e interrumpir a los extremistas violentos y evitar que amenacen o dañen físicamente a los australianos pacíficos”.
