TÚNEZ, Túnez – El presidente tunecino, Kais Saied, anunció el domingo la suspensión del Parlamento del país y la destitución del primer ministro, Hichem Mechichi, tras una jornada de protestas contra el partido en el poder.
Las bocinas de los coches sonaron después de que Saied hiciera el anuncio tras una reunión de emergencia en su palacio y miles de personas se echaron a la calle para celebrarlo.
Pero el partido de inspiración islamista Ennahdha de Mechichi tachó la decisión de “golpe de Estado contra la revolución”.
“Lo que está haciendo Kais Saied es un golpe de Estado contra la revolución y contra la Constitución, y los miembros de Ennahdha y el pueblo tunecino defenderán la revolución”, escribió el partido en un comunicado en su página de Facebook.
Anteriormente, miles de tunecinos se habían manifestado en varias ciudades para protestar contra el partido en el poder, criticando lo que, según ellos, eran fallos del gobierno en la nación norteafricana, en medio de unas tasas de coronavirus agobiantes.
En la capital, Túnez, cientos de manifestantes se concentraron frente al Parlamento, gritando consignas contra el partido gobernante Ennahdha y el primer ministro Mechichi.
También se registraron protestas en las ciudades de Gafsa, Kairouan, Monastir, Susa y Tozeur.
“El pueblo quiere la disolución del parlamento”, coreaba la multitud.
Varios manifestantes fueron detenidos y un periodista resultó herido cuando la multitud lanzó piedras y la policía disparó botes de gas lacrimógeno, dijo un reportero de la AFP.
“La Constitución no permite la disolución del Parlamento, pero sí la suspensión de sus trabajos”, dijo el presidente, citando el artículo 80 que permite esa medida en caso de “peligro inminente”.
Saied dijo que asumiría el poder ejecutivo “con la ayuda” de un gobierno encabezado por un nuevo jefe nombrado por el propio presidente.
También dijo que se levantaría la inmunidad a los diputados del Parlamento.
Túnez se ha visto desbordado por los casos de COVID-19, entre los que se encuentran más de 18.000 personas que han muerto en un país de unos 12 millones de habitantes.
A pesar de que ha pasado una década desde la revolución de 2011 que derrocó al dictador Zine El Abidine Ben Ali, Túnez sigue siendo propenso a una agitación política crónica que ha obstaculizado los esfuerzos para reactivar los servicios públicos que se desmoronan.
La díscola clase política del país ha sido incapaz de formar gobiernos duraderos y eficaces.
Desde que Saied fue elegido presidente en 2019, ha estado enfrascado en un enfrentamiento con Mechichi y el presidente del Parlamento, Rached Ghannouchi.
Su rivalidad ha bloqueado los nombramientos ministeriales y ha desviado los recursos para abordar los numerosos problemas económicos y sociales de Túnez.