Suiza acaba de rechazar una ley propuesta que impide que las mezquitas acepten dinero del exterior, y les obliga a declarar de dónde proviene su respaldo financiero y con qué propósito se usará el dinero. Según la propuesta, los imanes también se habrían visto obligados a predicar en uno de los idiomas nacionales suizos.
Si bien la propuesta ya se aprobó por poco en la cámara baja del parlamento ya en septiembre de 2017, la cámara alta la rechazó recientemente. La propuesta se inspiró en las reglamentaciones de Austria, donde ya en 2015 se aprobó una ley que prohíbe la financiación extranjera de grupos religiosos. La ley austríaca apunta a contrarrestar el extremismo exigiendo a los musulmanes que hablen alemán, prohibiendo la financiación extranjera para mezquitas y organizaciones musulmanas en Austria, destacando la prioridad de la ley austriaca sobre la sharia islámica para los musulmanes que viven en el país.
El Consejo Federal, que constituye el gobierno federal de Suiza, estuvo también en contra de la propuesta, y afirmó que constituía ‘discriminación’: «No hay que discriminar a las comunidades y a los musulmanes y ponerlos bajo sospecha general,» ministro de Justicia, Simonetta Sommaruga dijo. El Consejo Federal señaló que en Austria, el Islam es oficialmente reconocido, mientras que no este en Suiza. Según el gobierno suizo, por lo tanto, el modelo aplicado en Austria no se aplica a Suiza, ya que «No se pueden exigir obligaciones sin derechos«. En cambio, el Consejo Federal evidentemente cree que los riesgos planteados por los predicadores y las comunidades islamistas extremistas pueden combatirse dentro de las leyes existentes.
Hay aproximadamente 250 mezquitas en Suiza, pero las autoridades no saben quién las financia. Las autoridades no tienen jurisdicción para recabar datos sobre la financiación de las asociaciones y mezquitas musulmanas, salvo en casos excepcionales en que la seguridad interna se ve amenazada. Al rechazar la propuesta que obliga a las mezquitas a revelar quién las financia, las autoridades suizas pueden permanecer obstinadamente ciegas.
Varios expertos han señalado las redes musulmanas extranjeras en funcionamiento en Suiza. En 2016, Reinhard Schulze, profesor de Estudios Islámicos en la Universidad de Berna, señaló que las donaciones de la Liga Musulmana Mundial, con base en Arabia Saudita, y otros fondos de Arabia Saudita fluían a «aquellas mezquitas y organizaciones que están abiertas a la Tradición Wahhabi». Otra experta en Islam en Suiza, Saïda Keller-Messahli, ha hablado y escrito ampliamente sobre cómo «grandes sumas de dinero de Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Kuwait y Turquía están llegando a Suiza», y cómo los radicados en Arabia Saudita y La Liga Musulmana Mundial están detrás de «toda una red de mezquitas radicalmente orientadas en Suiza con la clara intención de difundir aquí el pensamiento salafista».
Además de la influencia Salafista, se estima que hay 35 mezquitas turcas , financiadas por la Dirección de Asuntos Religiosos de Turquía, conocida como Diyanet . (Informes anteriores han mencionado 70 mezquitas turcas en Suiza).
Según un informe publicado por Diyanet en 2017, el Islam es «superior» al cristianismo y al judaísmo y «el diálogo interreligioso es inaceptable». Turquía apoya a la Hermandad Musulmana y a la oganizacion terrorista de Hamás.
De hecho, la construcción de otra mezquita turca acaba de ver el visto bueno en la localidad suiza de Schaffhausen. Según los informes, las personas que están detrás afirman que los 1,5 millones de francos suizos (aproximadamente $ 1,5 millones) se recaudarán localmente, y no de Turquía, pero los imames de la mezquita se enviarán desde Turquía.
Sin embargo, ninguno de estos hechos parece molestar al gobierno suizo, que parece querer continuar el flujo de fondos extranjeros de mezquitas y centros islámicos al país.
Sobre todo, el gobierno suizo parece no haber considerado los derechos de los ciudadanos suizos no musulmanes, que son los únicos que viven con las consecuencias de las políticas mal pensadas del gobierno.
Una de esas consecuencias fue recientemente expuesta en los tribunales suizos, ya que tres miembros de la junta del Consejo Central Islámico de Suiza (ISSC) fueron enjuiciados por cargos de haber producido propaganda ilegal para al-Qaeda y organizaciones relacionadas. Uno de ellos, Naim Cherni, recibió una sentencia de prisión suspendida de 20 meses por publicar una entrevista que realizó con el clérigo saudí Abdullah al-Muhaysini en Siria en 2015, en la que al-Muhaysini hizo un llamamiento a los jóvenes musulmanes en Europa para unirse a la jihad. Los otros dos miembros de la junta, el presidente Nicolas Blancho y Qaasim Illi, fueron absueltos.
A diferencia de Suiza, Austria anunció recientemente planes para cerrar siete mezquitas y expulsar a 60 imanes pertenecientes a la Unión Turco-Islámica para la Cooperación Cultural y Social en Austria (ATIB), un grupo musulmán cercano al gobierno turco, con el argumento de recibir fondos extranjeros.
La respuesta del portavoz del presidente turco Recep Tayyip Erdogan fue que la política formaba parte de una «ola islamofóbica, racista y discriminatoria» en Austria.
El fuerte mensaje que el gobierno suizo está enviando a los estados y organizaciones musulmanas que están impulsando la radicalización en Suiza mediante el financiamiento de mezquitas salafistas, turcas y otras mezquitas radicales, es que pueden seguir haciéndolo; el gobierno suizo no tiene intención de detenerlos, y mucho menos de hacer preguntas desagradables. También podría poner un letrero que diga: «Bienvenida la radicalización».