El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó que pudo haber manejado la amenaza de Hamás de no liberar a un grupo de rehenes de manera diferente al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Tras el anuncio del grupo terrorista, que justificó su advertencia en supuestas violaciones israelíes del alto el fuego, Trump estableció el sábado al mediodía como plazo para la liberación de todos los cautivos, advirtiendo que de lo contrario habría graves consecuencias.
Negociadores lograron un acuerdo que permitió a Hamás entregar a tres rehenes, evitando así la reanudación de la guerra, algo que Trump insinuó estar dispuesto a respaldar. En el Despacho Oval, el mandatario insistió en que su ultimátum forzó a Hamás a retractarse. “El resto depende de Netanyahu”, declaró. “Yo quizás habría tomado otra postura”.
Hamás e Israel acordaron un intercambio “simultáneo” de los cuerpos de cuatro rehenes israelíes por 602 terroristas palestinos encarcelados, buscando evitar el colapso del alto el fuego en su primera fase. La liberación incluiría también mujeres y niños palestinos. Un funcionario israelí confirmó el acuerdo, supervisado por Egipto.
Israel debía excarcelar a los terroristas el sábado, pero suspendió la medida tras acusar a Hamás de incumplimientos durante la entrega de los restos de la familia Bibas y de usar el proceso para propaganda. Pese a que Hamás prometió evitar estos actos en futuras liberaciones, el gobierno israelí exigió garantías antes de continuar.
Hamás aseguró haber alcanzado el acuerdo en reuniones en El Cairo con mediadores egipcios y reafirmó su compromiso con los términos pactados. Estados Unidos respaldó la decisión israelí de postergar la liberación de los terroristas palestinos, calificándola como una “respuesta adecuada” al trato brutal que Hamás dio a los rehenes. Trump reiteró su apoyo a Israel en cualquier acción contra el grupo terrorista.
Netanyahu advirtió que los 602 terroristas no serán liberados mientras Hamás continúe organizando ceremonias de exaltación tras la entrega de rehenes. Hamás exigió la excarcelación antes de retomar negociaciones y pidió a los mediadores presionar a Israel para que cumpla el acuerdo. Netanyahu reiteró que la liberación solo ocurrirá si cesan los actos públicos de celebración.
Ezzat El Rashq, miembro de Hamás, acusó a Netanyahu de sabotear el acuerdo y violar sus términos. Israel exigió garantías de que no habrá más eventos propagandísticos antes de proceder con la excarcelación.
Los 600 terroristas palestinos que iban a ser liberados fueron obligados a bajar de los autobuses en la prisión de Ofer, generando indignación entre sus familiares en Judea y Samaria. El retraso se produjo luego de la difusión de imágenes de rehenes israelíes siendo exhibidos junto a combatientes armados de Hamás. Uno de los rehenes, Omer Shem Tov, fue forzado a besar la cabeza de dos miembros del grupo y a saludar a la multitud. Naciones Unidas y la Cruz Roja condenaron estos actos.
Entre los terroristas que Israel tenía previsto excarcelar, se encontraban 50 condenados a cadena perpetua y 60 con largas sentencias. Nael Barghouti, encarcelado desde 1978 por asesinar a un conductor de autobús, liberado en 2011 en el canje por Gilad Shalit y recapturado en 2014 por terrorismo, figuraba en la lista. También estaban incluidos 47 terroristas liberados en 2011 y arrestados nuevamente, como Ammar Zaban, líder de las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa, condenado a 27 cadenas perpetuas por su participación en atentados.
Casi 100 terroristas serían deportados: 11 enviados a Gaza, 43 a Judea, Samaria y Jerusalén Oriental, y 445 palestinos detenidos desde el 7 de octubre sin cargos serían excarcelados. Antes de la liberación, el jefe del Servicio Penitenciario de Israel, Kobi Yaakobi, ordenó que los terroristas vistieran camisetas con un versículo de los Salmos en árabe: “Perseguí a mis enemigos y los alcancé, y no volví hasta su destrucción”, junto a brazaletes con la frase: “El pueblo eterno no olvida”.