La reunión en la Casa Blanca busca romper el aislamiento de Siria y marca un punto de inflexión que el mandatario interpreta como acceso estratégico.
Visita a Washington y señales iniciales de reconfiguración diplomática
Trump recibió a Ahmed al-Sharaa en la Casa Blanca el lunes y cerró un ciclo clave para el exrebelde que tomó el poder en Siria tras derrocar a un autócrata de larga data. El nuevo mandatario busca romper el aislamiento externo que dejó a Siria marginada durante décadas y considera que el acceso a Washington marca un punto de inflexión. La cita constituyó la primera visita de un presidente sirio a Washington desde 1946.
Ocurrió seis meses después de su encuentro inicial en Arabia Saudita, donde el presidente estadounidense anunció el levantamiento de sanciones, y días después de que el gobierno de Estados Unidos comunicó que Sharaa ya no figuraba como “terrorista global especialmente designado”. La secuencia de decisiones abrió el camino para un contacto oficial al más alto nivel y articuló un marco político para sostener intercambios directos en la capital estadounidense próximos.
Sharaa ingresó a la Casa Blanca sin protocolo vistoso, evitó la puerta principal del Ala Oeste, donde se ubican cámaras y fotógrafos, y usó un acceso lateral fuera del alcance de los reporteros. La ausencia de símbolos de pompa respondió a la intención de ejecutar una reunión de trabajo sin el formato ceremonial que suele acompañar a mandatarios extranjeros y enfocarse en contenidos operativos concretos inmediatos y verificables para ambas partes.
El dirigente de 43 años asumió el mando el año pasado tras una ofensiva relámpago de sus fuerzas islamistas desde el noroeste sirio. La operación precipitó la caída de Bashar al-Assad pocos días después y situó a Sharaa al frente de un país exhausto por una guerra prolongada. La nueva administración se fijó como prioridad la reunificación territorial y la normalización diplomática con actores relevantes en región y Occidente clave.
Datos clave de la visita y decisiones recientes de Washington
- Primera visita de un presidente sirio a Washington desde 1946.
- Anuncio de levantamiento de sanciones y eliminación de la designación de “terrorista global especialmente designado”.
- Ingreso sin protocolo por acceso lateral y reunión de trabajo sin ceremonial.
- Prioridades declaradas: reunificación territorial y normalización diplomática.
Giro exterior y aperturas con Estados Unidos y aliados regionales
El giro diplomático de Siria avanza con ritmo acelerado. Incluye una entrevista sin precedentes con el editor en jefe David Horovitz y un distanciamiento progresivo de Irán y Rusia, socios centrales de Assad. La brújula se desplaza hacia Turquía, las monarquías del Golfo y Washington, con el objetivo de reinsertar a Siria en redes políticas y económicas capaces de proveer asistencia y reconocimiento internacional sostenible y gradual a mediano plazo.
La agenda de seguridad se perfila como eje del diálogo con Estados Unidos. Washington adoptó un cambio relevante de postura y respalda la frágil transición siria. La prioridad consiste en estabilizar instituciones básicas y enmarcar la cooperación con socios regionales que observan el proceso con cautela, de modo que las iniciativas de apoyo no generen vacíos de poder ni incentiven rivalidades locales en territorios sensibles y fronteras inestables del país.
Estados Unidos abrió un canal para un eventual pacto de seguridad entre Siria e Israel. Jerusalén mantiene reservas por los antiguos vínculos terroristas de Sharaa y por el trato gubernamental a minorías. Las conversaciones buscan reducir riesgos bilaterales y establecer garantías que respondan a preocupaciones israelíes acumuladas, con el fin de evitar escaladas y crear mecanismos verificables de cumplimiento entre las partes en un marco gradual y prudente de implementación.
Reuters informó la semana anterior que Washington planea establecer presencia militar en una base aérea de Damasco. La medida señalaría un compromiso operativo con la seguridad local y añadiría una capa estratégica al rediseño de relaciones con el nuevo gobierno sirio. El posible despliegue funcionaría como disuasión frente a actores no estatales y como plataforma de coordinación con fuerzas locales y aliadas en teatro sirio bajo supervisión estadounidense constante y medible.
Presencia militar, coalición anti Estado Islámico y anuncios de Trump
Siria ingresará en una coalición liderada por Estados Unidos contra el Estado Islámico. La incorporación pretende coordinar inteligencia, operaciones y control territorial con el objetivo de degradar las estructuras residuales del grupo y evitar su reconstitución. El plan incluye apoyo logístico y entrenamiento para integrar fuerzas sirias y aliadas bajo una cadena de mando compatible con estándares occidentales en tiempos y zonas prioritarias definidas por la coalición conjunta y supervisión combinada.
Tras la reunión con Sharaa, Trump declaró ante los periodistas: “Pueden esperar algunos anuncios sobre Siria.” El mandatario no aportó detalles adicionales ante una pregunta sobre un posible arreglo entre Israel y Siria y prefirió reservar el contenido de los anuncios, con lo que mantuvo el suspenso diplomático sobre plazos, condiciones y mecanismos que definirían la eventual arquitectura regional a ser negociada con participación de actores clave y garantías mutuas.
Trump añadió: “Queremos que Siria se convierta en un país muy exitoso, y creo que este líder puede hacerlo. La gente dijo que ha tenido un pasado difícil. Todos hemos tenido pasados difíciles, pero si no tuvieras un pasado difícil, no tendrías ninguna oportunidad.” El presidente afirmó que Sharaa “se lleva muy bien” con Recep Tayyip Erdogan, a quien describió como “un gran líder”.
El presidente sostuvo: “También estamos trabajando con Israel para llevarnos bien con Siria, llevarnos bien con todos, y eso está funcionando increíblemente.” La frase sugirió que la Casa Blanca percibe avances en la normalización regional y que maneja un calendario de pasos graduales sujeto a verificación y a la capacidad de las partes para convertir entendimientos políticos en compromisos medibles en plazos prudentes y con seguimiento institucional estricto y documentado.
Gaza, alto el fuego y arquitectura regional promovida por Washington
Trump se refirió luego a Gaza de forma breve. Indicó que Hamás entregó “numerosos cuerpos” de rehenes muertos en días recientes y añadió: “Trabajaron muy duro para hacer eso. Así que tenemos paz en el Medio Oriente.” La evaluación contrasta con la persistencia de expedientes sin resolución y refleja una lectura optimista que no coincide con los hechos sobre el terreno descritos por actores y reportes en curso recientes diversos.
La orientación de la administración Trump sobre Siria coincide con esfuerzos para sostener un alto el fuego en Gaza mediado por Estados Unidos entre Israel y Hamás. La Casa Blanca impulsa además un plan de veinte puntos para terminar la guerra de dos años en la Franja. Varios asuntos complejos siguen abiertos y requieren coordinación entre frentes que se retroalimentan en tiempos paralelos de negociación y verificación regional conjunta permanente.
Reportes señalaron que Trump intenta mejorar a la vez los vínculos entre Israel y Siria. Su yerno Jared Kushner viajó a Israel el lunes y se reunió con altos funcionarios. La misión busca encadenar el expediente sirio a la arquitectura regional que Washington promueve con aliados clave y pretende capitalizar eventuales concesiones cruzadas en varios tableros diplomáticos en función de avances verificables y garantías terceras aceptables para las partes involucradas.
El canal saudí al-Hadath informó que la reunión de Kushner con Benjamin Netanyahu no se centró solo en Gaza y que también incluyó Siria. Según el reporte, discutieron inquietudes israelíes sobre un posible acuerdo de seguridad con Damasco, en gestación desde hace meses con avances limitados. El proceso depende de definiciones sobre control fronterizo, verificación y garantías de terceros para facilitar implementación escalonada y cumplimiento monitorizable por actores externos creíbles.
Amenazas internas, seguridad operativa y validación política interna
Horas antes de las conversaciones, trascendieron dos complots separados del Estado Islámico para asesinar a Sharaa. Autoridades de seguridad sirias y un alto funcionario de Medio Oriente indicaron que ambas conspiraciones fueron frustradas en meses recientes. Los intentos expusieron vulnerabilidades alrededor del nuevo jefe de Estado en Damasco y reforzaron la necesidad de blindar su anillo de seguridad de manera prioritaria y sistemática ante riesgos persistentes identificados recientemente por servicios.
Las mismas fuentes subrayaron que los complots revelan una amenaza directa en pleno proceso de consolidación del poder. La gobernabilidad continúa comprometida por redes clandestinas activas tras catorce años de guerra civil. La seguridad presidencial y la disuasión frente a células extremistas se consolidan como prioridades inmediatas del nuevo aparato estatal para evitar una crisis de sucesión o un colapso administrativo en sectores clave y centros urbanos estratégicos sirios sensibles.
El Ministerio del Interior sirio lanzó el fin de semana una operación nacional contra células del Estado Islámico. Medios oficiales reportaron más de setenta arrestos en varias provincias. La campaña combinó redadas y detenciones selectivas con el fin de desarticular estructuras logísticas y financieras que sostienen acciones violentas y propaganda dentro del territorio, y buscó elevar el costo operativo para las redes clandestinas en plazos cortos y sucesivos ciclos represivos.
En los días previos al encuentro, Trump dijo a los reporteros en la Casa Blanca que “se ha avanzado mucho” en Siria. Agregó: “Creo que [Sharaa] está haciendo un muy buen trabajo. Es un vecindario difícil, y él es un tipo duro, pero me llevé muy bien con él.” Las declaraciones procuran validar a Sharaa ante audiencias escépticas y preparar terreno para decisiones de política que requieren respaldo político interno.
Sanciones, medidas transitorias y disputa legislativa en el Congreso
Tras la cita de Riad en mayo, Trump anunció la eliminación de todas las sanciones a Siria. Sin embargo, las disposiciones más severas de la Ley de Sanciones César exigen derogación del Congreso. La Casa Blanca y el Departamento de Estado apoyan su levantamiento antes de 2025, aunque un eventual cierre gubernamental podría alterar ese calendario y demoraría la implementación de alivio económico para sectores prioritarios y proyectos claves nacionales.
El lunes, el Departamento del Tesoro comunicó una suspensión parcial de la aplicación de sanciones por ciento ochenta días. La medida detiene todas las sanciones salvo ciertas transacciones con Rusia e Irán y reemplaza una exención previa del 23 de mayo. El alivio busca oxigenar intercambios bajo supervisión regulatoria y medir el comportamiento del gobierno sirio antes de pasos permanentes en materias financieras y comerciales sensibles al cumplimiento internacional vigente.
Se esperaba que Sharaa insistiera en una derogación permanente para atraer inversión global. Siria arrastra catorce años de devastación y el Banco Mundial calcula más de $200.000 millones para reconstrucción. Un marco estable resultaría clave para proyectos a gran escala y para la restauración de servicios e infraestructuras críticas, por lo que Damasco pretende señales jurídicas claras que reduzcan riesgo regulatorio y faciliten contratos sostenibles y financiación externa multilateral adecuada.
En el Congreso, figuras influyentes solicitaron levantar las sanciones César de 2019, aprobadas por los abusos de derechos humanos bajo Assad. Un sector de los republicanos cercanos a Trump prefiere mantenerlas, aunque esa postura podría variar si la Casa Blanca intensifica su presión política. La correlación de fuerzas definirá el margen de maniobra para la política siria de Estados Unidos en comisiones y votaciones clave del proceso legislativo federal actual.
Reconstrucción, consenso inversor y riesgos regulatorios en la transición
Una iniciativa de la senadora Jeanne Shaheen, demócrata de New Hampshire y referente del Comité de Relaciones Exteriores, propone terminar las sanciones sin condiciones. Un texto alterno del senador Lindsey Graham, aliado de Trump, sugiere fijar condiciones y revisiones semestrales para una derogación. El desenlace determinará el grado de certidumbre jurídica que recibirán los inversores y, por extensión, la velocidad de la recuperación económica siria en los próximos meses legislativos.
Defensores del levantamiento alertan que una derogación condicionada bloquearía decisiones empresariales por temor a sanciones. Mouaz Moustafa, director ejecutivo de la Fuerza de Tarea de Emergencia Siria, lo comparó con “una sombra colgante que paraliza cualquier iniciativa para nuestro país”. El argumento apuesta por reglas estables que no cambien a mitad de camino y reduzcan el riesgo regulatorio en decisiones de inversión privada y financiamiento institucional internacional previsto para Siria.
El tejido social sirio se deterioró aún más desde la caída de Assad. Brotes recientes de violencia sectaria dejaron más de 2.500 muertos y agravaron fracturas previas. Persisten dudas sobre la capacidad de las nuevas autoridades para garantizar representación y seguridad a comunidades diversas en todo el territorio, lo que condiciona la legitimidad del proceso político en etapas críticas de transición y reconciliación interna pendiente de logros medibles prontos concretos.
El mismo reporte añadió que Netanyahu pidió a Kushner presionar a Siria para avanzar con el pacto de seguridad. Ese paso abriría la puerta a la adhesión siria a los Acuerdos de Abraham y modificaría de forma sustantiva el equilibrio político regional. La secuencia exige compromisos medibles y una hoja de ruta verificable por todas las partes para construir confianza y detonar cooperación económica en sectores prioritarios y fronterizos sensibles.
Pasado de Sharaa, ruptura con al-Qaeda y normalización internacional
La trayectoria personal de Sharaa refleja una mutación profunda. Se incorporó a al-Qaeda en Irak en 2003 durante la invasión liderada por Estados Unidos y pasó años en una prisión estadounidense. Tras su liberación regresó a Siria y se unió a la insurgencia contra el régimen de Bashar al-Assad en el frente interno, con lo que acumuló capital político y militar durante la guerra civil prolongada siria posterior inmediata.
En 2013, Washington designó a Sharaa, entonces conocido como Abu Mohammad al-Golani, como terrorista por su relación con al-Qaeda. En 2016 anunció la ruptura de vínculos y afianzó su control en el noroeste como jefe de Hay’at Tahrir al-Sham. Desde esa plataforma expandió su influencia sobre estructuras militares y civiles locales hasta proyectarse como figura nacional con capacidad de interlocución limitada que creció posteriormente ante actores regionales y occidentales claves.
Estados Unidos retiró en diciembre una recompensa de diez millones de dólares por su captura. La semana pasada, el Consejo de Seguridad de la ONU levantó designaciones de sanciones por terrorismo contra él y contra su ministro del Interior, Anas Khattab. La decisión abrió puertas financieras y políticas para ambos funcionarios y favoreció su tránsito a la interlocución oficial en foros internacionales y canales bilaterales clave recientemente habilitados formalmente además.
Después de la resolución de la ONU, Reino Unido y Estados Unidos levantaron sanciones contra la pareja. En Washington, la medida incluyó la eliminación de la etiqueta de “Terrorista Global Especialmente Designado”, lo que habilitó interacciones oficiales y redujo restricciones patrimoniales. El cambio jurídico consolidó la normalización de contactos y facilitó trámites financieros en instituciones públicas y privadas que operan con supervisión regulatoria estricta y controles de cumplimiento vigentes amplios.
Lecturas externas sobre el viraje sirio y sus riesgos pendientes
“La visita de Sharaa a Washington es emblemática del dramático cambio en curso, donde Siria pasó de ser una satrapía iraní a unirse al campo liderado por Estados Unidos, y el propio Sharaa se transformó de un terrorista buscado a un socio en la guerra contra el terrorismo”, afirmó Firas Maksad, director gerente para Medio Oriente y África del Norte de Eurasia Group, con sede en Nueva York.
“Todavía hay muchas cosas que pueden salir mal en este experimento naciente, y siguen existiendo graves preocupaciones sobre los derechos de las minorías y de los individuos, pero la primera visita de un presidente sirio a Washington es un momento de esperanza de que Siria está en el camino correcto.”
La cita constituyó la primera visita de un presidente sirio a Washington desde 1946. Ocurrió seis meses después de su encuentro inicial en Arabia Saudita, donde el presidente estadounidense anunció el levantamiento de sanciones, y días después de que el gobierno de Estados Unidos comunicó que Sharaa ya no figuraba como “terrorista global especialmente designado”. La secuencia de decisiones abrió el camino para un contacto oficial al más alto nivel.
Sharaa ingresó a la Casa Blanca sin protocolo vistoso. Evitó la puerta principal del Ala Oeste, donde se ubican cámaras y fotógrafos, y usó un acceso lateral fuera del alcance de los reporteros. La ausencia de símbolos de pompa respondió a la intención de ejecutar una reunión de trabajo sin el formato ceremonial que suele acompañar a mandatarios extranjeros.
