El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, reafirmó el jueves su plan de retirar todas las tropas estadounidenses de Irak lo antes posible, al reunirse con el primer ministro de Irak para discutir formas de frenar las milicias pro-Irán en el país y contrarrestar las amenazas residuales de las células durmientes del Estado Islámico.
“Esperamos el día en que no tengamos que estar allí”, mencionó Trump durante una reunión del Despacho Oval con el primer ministro iraquí, Mustafa al-Kadhimi.
“Estábamos allí y ahora estamos saliendo. Nos iremos pronto y la relación es muy buena. Estamos haciendo grandes negocios petroleros. Nuestras compañías petroleras están haciendo grandes tratos. Nos vamos a ir y esperamos dejar un país que pueda defenderse”.
Cuando se le preguntó sobre el calendario para una retirada completa, el presidente se dirigió al Secretario de Estado Mike Pompeo, quien respondió: “Tan pronto como podamos completar la misión. El presidente ha dejado muy claro que quiere llevar nuestras fuerzas al nivel más bajo lo más rápido posible. Esa es la misión que nos ha dado y estamos trabajando con los iraquíes para lograrlo”.
Hay más de cinco mil tropas estadounidenses en Irak ahora. El mes pasado, el principal general de los Estados Unidos para Medio Oriente señaló que creía que los Estados Unidos mantendrían una presencia más pequeña pero duradera en el país. El general de la Marina Frank McKenzie, comandante del Comando Central de los Estados Unidos indicó que cree que los iraquíes dan la bienvenida a las tropas estadounidenses y de la coalición, especialmente en la lucha en curso para evitar que los combatientes de la IS se apoderen del país de nuevo.
McKenzie no ha dicho cuántas tropas estadounidenses podrían quedarse. Pero manifestó que las fuerzas convencionales iraquíes ahora operan por su cuenta. Las fuerzas de los Estados Unidos y la coalición siguen llevando a cabo operaciones de entrenamiento y antiterrorismo, incluso con comandos iraquíes. Cualquier decisión final, añadió, sería coordinada con el gobierno iraquí.
Al-Kadhimi, que cuenta con el apoyo de los Estados Unidos, asumió el cargo en mayo, cuando las relaciones de Bagdad con Washington eran precarias tras el asesinato por parte de los Estados Unidos del general iraní Qassem Soleimani en un ataque con aviones no tripulados en el aeropuerto de Bagdad. El primer ministro “tiene mi oído”, expresó Trump.
Al-Kadhimi a menudo ha tenido que caminar por la cuerda floja debido a la rivalidad entre los Estados Unidos e Irán. Cuando se le preguntó si traía algún mensaje de Teherán tras una reciente visita allí, Al-Kadhimi declaró a The Associated Press antes de irse a Washington: “No hacemos el papel de cartero en Irak”.
Los Estados Unidos reconocen los lazos culturales y religiosos que existen entre Irán e Irak, pero la administración quiere disminuir la influencia desestabilizadora de Irán en Irak, a menudo ejercida por las milicias pro-Irán.
La administración de Al-Kadhimi heredó una gran cantidad de crisis. Las arcas del Estado en el país dependiente del petróleo crudo se redujeron drásticamente tras una grave caída de los precios, lo que se sumó a los problemas de una economía que ya se enfrentaba a las secuelas de la pandemia mundial de coronavirus. Los Estados Unidos quieren asegurarse de que los limitados recursos del gobierno central de Bagdad también encuentren su camino hacia la región autónoma kurda en el norte de Irak.
La violencia estatal utilizada para sofocar las protestas masivas que estallaron en octubre llevó la confianza pública en el gobierno a un nuevo mínimo. Decenas de miles de iraquíes marcharon denunciando la corrupción desenfrenada del gobierno, los servicios deficientes y el desempleo, lo que llevó a la dimisión del anterior primer ministro, Adel Abdul-Mahdi.
Pompeo, que se reunió el miércoles con el ministro de Asuntos Exteriores de Irak, Fuad Hussein, afirmó que los Estados Unidos se comprometió a ayudar a Irak a recuperar y mantener la seguridad, a pesar del deseo de Trump de reducir y luego eliminar la presencia de las tropas estadounidenses en el país. Los grupos armados no están bajo el control total del primer ministro iraquí, indicó Pompeo. Añadió que esos grupos deberían ser reemplazados por la policía local lo antes posible y que los Estados Unidos podrían y ayudarían.
El primer ministro iraquí mencionó a Pompeo que Irak no necesita actualmente apoyo militar directo sobre el terreno, y que los niveles de ayuda dependerán de la naturaleza cambiante de la amenaza. Tres años desde que Irak declaró la victoria sobre IS, las células durmientes siguen realizando ataques en todo el norte del país.
Pompeo y el Ministro de Relaciones Exteriores iraquí expresaron su esperanza de que, a medida que mejore la situación de seguridad, haya una mayor cooperación económica entre los dos países, en particular en el sector de la energía.
El miércoles, el Secretario de Energía Dan Brouillette anunció acuerdos energéticos por un valor de hasta ocho mil millones de dólares entre los ministros iraquíes de petróleo y electricidad y cinco empresas estadounidenses, Honeywell, Baker Hughes, GE, Stellar y Chevron. Brouillette anunció que la inversión privada de los Estados Unidos ayudará al sector energético de Irak y destacó la necesidad de que Irak reduzca su dependencia de la energía de Irán.