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Un estudio revela continuidad nazi en la cúpula federal de Bonn de 1965

13 de diciembre de 2025
Un estudio revela continuidad nazi en la cúpula federal de Bonn de 1965

El embajador estadounidense en retirada James B. Conant se despide del Dr. Hans Globke, a la derecha, secretario de Estado en la cancillería y exfuncionario nazi, antes de partir para regresar a Estados Unidos desde la estación de tren de Mehlem, cerca de la embajada estadounidense, en Bonn, Alemania, el 19 de febrero de 1957. (Fotos AP/Horst Faas)

Una revisión académica de seis años muestra que dos tercios del personal de la Cancillería de Adenauer perteneció al partido nazi y ocupó funciones clave.

Memorando, embajador nazi y hallazgos sobre continuidad estatal en Bonn

En 1965, un diplomático de la embajada de Alemania Occidental en Washington redactó un memorando. Atribuyó a “el tipo de liberal judío con gran influencia en la industria moderna de las comunicaciones” la emisión de series y filmes bélicos que mostraban a la Wehrmacht como “malos”. No temió represalias ni censura. El tono antisemitista se explicó por un entorno oficial que toleró insinuaciones de ese tipo dentro de una administración que buscó proyectar normalidad democrática.

El embajador en Estados Unidos, Georg von Lilienfeld, había militado en el nazismo. En el Ministerio de Asuntos Exteriores controló emisiones radiales y produjo propaganda dirigida a públicos estadounidenses. Con ese antecedente, la superioridad difícilmente sancionó insinuaciones antisemitas. El episodio ilustró un clima institucional que aceptó viejas lealtades y permitió afirmaciones que negaron responsabilidades, pese a un nuevo marco constitucional que prometió ruptura con el pasado y defendió una imagen rehabilitada ante aliados occidentales.

A inicios de este año, el Instituto de Historia Contemporánea Múnich-Berlín y el Centro Leibniz de Historia Contemporánea de Potsdam cerraron una revisión de seis años. El trabajo examinó expedientes de personal de la Cancillería Federal, institución clave y una de las más poderosas del sistema político alemán. La pesquisa indagó jerarquías, trayectorias y procesos de selección en la cúpula administrativa de la República Federal, con atención especial a la década fundacional posterior a 1949.

Los resultados, publicados en “La Cancillería: la democracia de Alemania Occidental y el pasado nazi”, establecieron que, en la primera década de la República Federal, dos tercios del personal contratado para servir al canciller Konrad Adenauer había pertenecido al partido nazi. Entre los burócratas aparecieron juristas ligados a las Leyes de Núremberg, administradores del saqueo de bienes judíos y periodistas y cineastas formados en la maquinaria propagandística de Josef Goebbels.

Datos clave del estudio sobre la Cancillería de Adenauer

  • El 66% de 73 contrataciones hasta 1958 pertenecía al partido nazi.
  • Veinte ingresaron a la SS, la SA, el NSKK y el NSV.
  • En los cuatro años finales del mandato de Adenauer, la proporción cayó al 32%.
  • De cincuenta nacidos antes de 1918, solo tres resistieron al régimen.

Poder de la Cancillería y patrones de reclutamiento posnazis en la RFA

La Cancillería Federal concentró poder y coordinación. Por su peso en la política nacional, los investigadores la comparan con la Casa Blanca y el número 10 de Downing Street. La oficina fijó prioridades, articuló decisiones y definió mensajes hacia instituciones internas y actores exteriores. Esa centralidad volvió crucial a su plantilla, porque la selección de cuadros impactó políticas, ritmos y énfasis, y delineó el tono público de una democracia que intentó estabilizarse bajo vigilancia aliada.

Gunnar Take, de la Universidad de Stuttgart, revisó 107 altos cargos. Entre 73 contrataciones hasta 1958, el 66% pertenecía al partido nazi. Además, 20 ingresaron a la SS, la SA u organizaciones como el NSKK, Cuerpo Nacional Socialista de Motor, y el NSV, Bienestar Popular Nacional Socialista. La muestra evidenció afinidades ideológicas y redes personales que facilitaron retornos, y mostró un perímetro de confianza que favoreció expedientes con pasado comprometido en áreas neurálgicas.

En los cuatro años finales del mandato de Adenauer, la proporción cayó al 32%. Para entonces, la mayoría de altos funcionarios públicos ya había iniciado carrera después de 1945. El relevo generacional alteró criterios de reclutamiento y redujo la presencia de miembros del partido en nuevas incorporaciones relevantes. Aun así, la impronta inicial perduró en rangos superiores y condicionó equipos, hábitos administrativos y estilos de conducción presentes en los núcleos decisivos de gobierno.

Para el personal superior reclutado y activo hasta 1969, la pertenencia nazi operó como norma entre cohortes antiguas. Take escribió que fue “la regla más que la excepción”. Sus biografías muestran adhesiones para ascender o preservar cargos, y carreras en la Wehrmacht, ministerios del Reich y administraciones en Europa ocupada. Solo tres de cincuenta funcionarios nacidos antes de 1918 resistieron al régimen; los demás ajustaron conductas a conveniencia y subordinación.

Hans Globke, leyes raciales y la captura del aparato civil federal

El funcionario nazi más influyente dentro de la Cancillería fue Hans Globke. Durante una década actuó como principal asistente de Konrad Adenauer y ejerció influencia decisiva en la captación de personal civil. Su lugar en los procesos de selección modeló el equipo del canciller y abrió puertas a perfiles con pasado comprometido. La red que consolidó aseguró continuidad administrativa y definió lealtades dentro de una oficina con poder excepcional en la joven república.

En el Ministerio del Interior del Reich, Globke redactó normas y escribió comentarios sobre legislación nazi. Un perfil de The Times, publicado en 2021, indicó que su texto sobre las Leyes de Núremberg de 1936 “se volvió omnipresente en los tribunales de la Alemania nazi y ofreció muchas interpretaciones duras”. Esa producción jurídica respaldó una interpretación literal de categorías raciales y sirvió como guía para jueces, fiscales y burócratas de todo el territorio.

En 1939, Globke impulsó una ley que obligó a todos los judíos a adoptar los nombres “Israel” o “Sara”. La medida reforzó controles burocráticos y facilitó el señalamiento visible de personas que el régimen buscó aislar de la sociedad. La exigencia se integró en expedientes y listados, y dejó huellas administrativas que amarraron identidades bajo criterios raciales, con consecuencias directas en deportaciones, despojos y exclusiones. Su alcance trascendió oficinas locales y ministerios.

Con la expansión del Reich, Globke promovió la aplicación rápida de leyes nazis sobre raza y ciudadanía en Europa. Tras un interrogatorio aliado de 1948, admitió que conocía la matanza masiva de judíos. El estudio presentó esa admisión como giro tardío dentro de una carrera de reglamentos discriminatorios. El expediente de Globke ilustra cómo decisiones jurídicas moldearon persecuciones y cómo su peso posterior orientó contrataciones en la cúspide de la administración federal.

Vialon, otras trayectorias y continuidad en prensa y diplomacia federal

Friedrich Vialon dirigió el departamento de finanzas y economía del Ministerio de Finanzas en la Cancillería de Adenauer. Su ascenso comenzó poco después del triunfo nazi. Juró lealtad con el ingreso al partido y a las SA, y obtuvo promociones sucesivas. En 1937 ya trabajaba en el Ministerio de Finanzas del Reich, en Berlín. En 1941 pasó a finanzas del Comisariado del Reich Ostland, creado para administrar los Estados bálticos ocupados.

En el Ostland operó la máquina de matar nazi. Take señaló que sus negaciones sobre el Holocausto carecen de sustento: en esa región casi no existió encubrimiento y los asesinatos ocurrieron en público. Vialon estuvo en el centro de la explotación de trabajo esclavo y del saqueo de pertenencias de judíos deportados y muertos. Durante su gestión, el número de judíos “alquilados” como trabajadores esclavos se duplicó con creces y rozó los catorce mil.

En la desnazificación, Vialon recibió primero la etiqueta de “ferviente partidario nazi”. A pesar de ese sello, limpió su nombre con declaraciones autodenunciadas y testimonios favorables. Take indicó que una investigación exhaustiva no pudo verificar esos respaldos. Tras esa etapa, su carrera continuó sin grandes obstáculos dentro de la nueva administración. Terminó como secretario de Estado en el Ministerio Federal de Cooperación Económica y afrontó, sin condena, una acusación de perjurio en 1971.

El estudio agregó casos con continuidad posbélica pese a responsabilidades graves. Rudolf Kriele administró un distrito en los Sudetes desde 1939 hasta el final de la guerra y evitó cuentas; antes de una década gestionó asuntos del Consejo Federal de Defensa en la Cancillería. Josef Rust trabajó en departamento bancario del Ministerio de Economía del Reich, participó en planes para explotar trabajadores soviéticos y, cinco años tras la derrota, laboró en finanzas, economía y Plan Marshall.

Adenauer, Guerra Fría, memoria pública y batallas mediáticas exteriores

Adenauer sufrió persecución nazi: lo expulsaron de la alcaldía de Colonia, la policía lo arrestó tras la Noche de los Cuchillos Largos y después del complot de julio de 1944. Ya en el poder en 1949, impulsó el cierre de la desnazificación, apoyó la liberación de criminales de guerra y permitió el regreso al servicio civil de casi todos, salvo los más graves. También promovió reconciliación con Occidente e Israel y avaló reparaciones.

Adenauer y sus partidarios alegaron que una administración funcional exigía experiencia. Según Take, Adenauer y Globke favorecieron a personas fiables y afines a los demócratas cristianos. Predominaron abogados conservadores de clase media alta, muchos de Renania, mientras que ingresaron perfiles con credenciales antinazis sin preferencia. Braun sostuvo que la Guerra Fría y el anticomunismo tendieron un “puente” para retornos y enviaron “una señal” de segunda oportunidad, sin promover ideología nazi.

El estudio indicó que el deseo de cerrar la etapa oscura derivó en “lucir bien en el extranjero”. La oficina de prensa y las embajadas priorizaron la imagen de los perpetradores sobre la perspectiva de las víctimas. Gobierno y sociedad defendieron el mito de una Wehrmacht limpia y cargaron la masacre sobre las SS. En 1951, Dwight Eisenhower afirmó que la gran mayoría de la Wehrmacht actuó con honor, y reforzó esa narrativa oficial.

Las embajadas monitorearon películas y series “antialemanas” en el exterior. En 1963, la embajada en Canadá protestó ante la Canadian Broadcasting Corporation por emisiones sobre el gueto de Varsovia y una película de 1944; logró una disculpa. Diplomáticos se quejaron de “Combat!”, “The Rat Patrol” y “Jericho”, y debatieron presionar a patrocinadores. El memorando de Washington citó “liberales judíos” y pidió escalar el asunto; Braun resaltó después el giro que aportó la serie “Holocaust” de NBC.

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