La red de espionaje rusa Serniya desafía audazmente las sanciones occidentales, infiltrándose en el corazón de Europa, adquiriendo tecnología crítica y revelando las vulnerabilidades de los gobiernos que luchan por detener su avance clandestino.
La red Serniya y sus operaciones encubiertas en Europa
En las sombras de un mundo en constante tensión, una red de espionaje ruso teje su telaraña, burlando obstáculos y contrabandeando tecnología sensible de la Unión Europea, a pesar de las sanciones impuestas. Los ecos de la guerra de Vladimir Putin en Ucrania resuenan mientras esta red encubierta, conocida como “Serniya”, se alimenta de los frutos prohibidos de las empresas europeas, evadiendo hábilmente la ofensiva liderada por Estados Unidos.
Esta organización clandestina, con el sigilo de un cazador nocturno, adquiere desde microchips hasta municiones, logrando obtener máquinas herramienta de Alemania y Finlandia, como si las sanciones impuestas por Estados Unidos en marzo de 2022 fueran meras sombras en su camino. La investigación del Financial Times ha sacado a la luz estas transgresiones, revelando la astucia de esta célula de adquisición.
La habilidad de la red Serniya para seguir operando en el corazón de Europa pone en evidencia los desafíos a los que se enfrentan los gobiernos occidentales, que luchan denodadamente por cortar el flujo de tecnología crítica hacia el complejo militar-industrial de Rusia.
Acusaciones y clientes de la red de espionaje rusa
El Departamento de Justicia de Estados Unidos ha acusado a la red Serniya de trabajar en “actividades de adquisición altamente sensibles y clasificadas” en nombre del FSB, la agencia de espionaje rusa, incluyendo su Dirección de Inteligencia Científica y Tecnológica, también conocida como “Dirección T”. Entre sus clientes se encuentran el Servicio de Inteligencia Exterior del Kremlin (SVR), el conglomerado estatal de defensa Rostec, el Ministerio de Defensa de Rusia y Rosatom, la empresa estatal de energía atómica que custodia celosamente el arsenal nuclear del país.
El Financial Times ha desentrañado un enigma en el corazón de la red Serniya, descubriendo que una empresa rusa, controlada por el mismo titiritero detrás de una entidad en la red señalada por Estados Unidos como “involucrada en actividades de proliferación bajo la dirección de los servicios de inteligencia rusos”, ha continuado comprando artículos a empresas de la UE.
La trama se profundiza mientras registros corporativos, declaraciones de importación y entrevistas revelan que Trading House Treydtuls, registrada en una dirección de un polígono industrial al norte de Moscú, ha adquirido $900,000 en materiales desde que comenzó la guerra en Ucrania. Estos materiales incluyen microchips y artículos para la fabricación industrial, en su mayoría procedentes de la UE.
La intrincada trama rusa de espionaje, contrabando y engaño
La historia se enreda aún más con Treydtuls, registrada en la misma dirección que Robin Trade, una parte de la red Serniya, y propiedad de la misma persona, un ciudadano ruso llamado Alexey Zibyrov. Un funcionario occidental, a quien el FT presentó sus conclusiones, confirmó que Zibyrov, que no ha sido nombrado ni acusado por las autoridades estadounidenses, es considerado una persona “de interés” por sus vínculos con el FSB.
Los registros aduaneros disponibles comercialmente, corroborados con los datos de importación compartidos con el FT por Maxim Mironov, profesor de finanzas de la escuela de negocios IE de Madrid, revelan que Robin Trade movió $12.2 millones en mercancías hacia Rusia hasta abril de 2022, antes de que sus ingresos se desplomaran un 90 % tras la imposición de las sanciones.
En un giro sorprendente, cuando otras partes de la red cesaron su actividad de compra a raíz de las sanciones, Treydtuls comenzó a importar máquinas herramienta de una empresa de Alemania. Los registros aduaneros muestran que Treydtuls trajo 22 toneladas de equipos de Alemania a Rusia, con un valor declarado de $554,000, a finales de 2022. La intrincada trama de espionaje, contrabando y engaño continúa desenredándose mientras la red Serniya sigue operando en las sombras.
Importaciones encubiertas de Rusia y vínculos con terceros países
Los registros aduaneros revelan que Treydtuls no solo ha estado ocupada importando máquinas herramienta de Alemania, sino que también ha comprado, casi al mismo tiempo, $253,000 en placas de circuitos integrados a una pequeña empresa en Singapur. Estos dispositivos fueron fabricados por gigantes estadounidenses de semiconductores como Analog Devices, Texas Instruments y Altera, así como por la empresa alemana IC-Haus.
Estas empresas han dejado de exportar a Rusia, lo que ha aumentado la necesidad de que las entidades estatales y militares rusas busquen electrónica avanzada en terceros países. Treydtuls también adquirió $3,700 en discos reforzados de rectificado y corte a una empresa finlandesa. Aunque el gobierno británico prohíbe la exportación de estos artículos a Rusia, Corea del Norte e Irán, la UE no los prohíbe.
No hay indicios de que las empresas europeas supieran que estaban tratando con una empresa vinculada a los servicios de inteligencia rusos. Zibyrov, el enigmático propietario de Treydtuls, no respondió a una solicitud de comentarios del FT enviada por correo electrónico.
La importancia de la adquisición de tecnología y el contrabando en el complejo militar-industrial ruso
La adquisición de electrónica avanzada y máquinas herramienta es crucial para que Rusia mantenga su complejo militar-industrial. Un informe del Center for a New American Security en octubre pasado afirmaba que Rusia estaba recurriendo a “importaciones grises a través del mercado negro o de una cadena de empresas diseñadas para ocultar al usuario final”. Estos programas de contrabando recuerdan a los de Corea del Norte e Irán, que también están sometidos a severas sanciones estadounidenses.
La red de espionaje y contrabando se extiende más allá de las fronteras, envolviendo a terceros países en sus redes y sorteando las sanciones impuestas. La historia sigue desvelándose mientras se revelan las astutas tácticas empleadas por la red Serniya para mantenerse un paso por delante de los gobiernos occidentales.
Los correos electrónicos interceptados por las autoridades estadounidenses y presentados en el acta de acusación del Departamento de Justicia revelan que, en agosto de 2020, una empresa perteneciente a la enigmática red de aprovisionamiento había obtenido la renovación de su licencia otorgada por el FSB. Esta licencia les permitía adentrarse en el oscuro mundo del espionaje, trabajando con información clasificada como secreto de Estado hasta el nivel de alto secreto.
Acusaciones y conexiones entre la red Serniya y empresas enigmáticas
En un frío mes de diciembre, el Departamento de Justicia levantó el velo de misterio y acusó a cinco ciudadanos rusos vinculados a la red Serniya de conspirar para adquirir tecnología militar y de doble uso para empresas de defensa rusas. Entre estos personajes se encontraba Vadim Konoshchenok, sospechoso de ser un coronel del FSB que fue detenido por guardias fronterizos estonios tras intentar cruzar a Rusia con productos electrónicos, microchips y munición de fabricación estadounidense, según la acusación de Estados Unidos.
Las actividades de contrabando de la red incluían tecnología que, según Estados Unidos, podría utilizarse para desarrollar armas hipersónicas, llevando el juego del espionaje a nuevas alturas. Aunque Treydtuls ha evitado hasta ahora las sanciones occidentales, sus múltiples vínculos con la red del FSB acusada eran visibles a través de relaciones comerciales antes de la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia. Esto plantea más preguntas sobre cómo se le ha permitido seguir comprando artículos dentro de la UE, desafiando los esfuerzos de los gobiernos occidentales para frenar su actividad clandestina.
Los registros desentrañan un enredo de conexiones, revelando que en 2019, Treydtuls importó artículos de dos empresas enigmáticas con sede en el Reino Unido: Majory LLP y Photon Pro LLP, ambas registradas en oficinas en la vibrante área de Shoreditch en Londres. El año pasado, Estados Unidos les impuso sanciones, acusándolas de servir como empresas fachada en la red FSB.
Acusaciones y conexiones empresariales en el Reino Unido y Rusia
Uno de los dos directores de Photon Pro, según sus registros corporativos en el Reino Unido, es un ciudadano ruso llamado Yevgeniy Alexandrovich Grinin. En diciembre pasado, fue acusado por Estados Unidos, pero aún se encuentra en libertad y es buscado por el FBI. Hasta su disolución en febrero, Majory LLP estaba controlada por Andrey Georgiyevich Zakharov, a quien Estados Unidos también ha acusado de dirigir empresas tapadera para importar tecnología sensible desafiando las sanciones occidentales.
Treydtuls comparte la misma dirección de Moscú con una empresa tecnológica en la que Zakharov es copropietario, NTS Wellink, según los registros de empresas rusas. Wellink ha participado en licitaciones del gobierno ruso para entidades altamente sensibles controladas por el Estado, incluido el Servicio Federal de Protección, responsable de la seguridad personal de Putin.
Erki Kodar, ministro estonio responsable de las sanciones, declaró al FT con preocupación: “Incluso antes de la agresión rusa en Ucrania, su modus operandi consistía en introducir mercancías de contrabando y tratar de encontrar personas dispuestas a transportarlas a través de la frontera. Nuestros servicios de seguridad han seguido esta pista durante los últimos 10 o 15 años. Se ha ido intensificando”.
Preocupaciones internacionales y esfuerzos para frenar el contrabando y el espionaje ruso
Brian Nelson, un alto funcionario del Tesoro estadounidense, recorrió el mes pasado Suiza, Austria, Italia y Alemania para advertir de cómo Moscú seguía eludiendo los controles a la exportación y comprando equipos avanzados, evidenciando la persistente sombra del espionaje en un mundo cada vez más interconectado.